Fredy Angarita
Anuncian la muerte de uno de los mayores representantes de la coherencia política en América Latina: José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay. En todos los medios se habla de su legado, de sus frases inolvidables y de su ejemplo, se repasa su historia como si fuera una anécdota más, cuando en realidad fue una lección viviente.Hace menos de un mes también se anunció la muerte de otro referente de coherencia, esta vez en el mundo de la fe: Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco. Durante una semana hablaron de sus reformas, de su sencillez, de su manera distinta de entender la Iglesia.
Al ver ambas partidas tan cercanas, me pregunto: ¿quién viene ahora?, ¿dónde están los próximos que van a enseñar con el ejemplo y no solo con discursos? En la política no se ve claro. En lo espiritual ya León XIV se mueve con prisa, con esa urgencia de quien quiere dejar una huella distinta.
Recordé entonces una entrevista que “Pepe” dio en 2018: en Venecia habló de su paso por la cárcel, de la soledad como castigo, de lo afortunado que se sentía simplemente por tener un colchón, una taza de agua, o poder salir a orinar. Pequeños lujos para quienes han tenido que sobrevivir en la intemperie del encierro.
Cuando le preguntaron por el perdón, dijo algo que me marcó: “No sé si perdono. Pero la naturaleza nos puso los ojos hacia adelante, y hay cuentas que nadie paga, ni se debe intentar cobrarlas.” Esa frase lo resume, no hablaba desde la teoría, vivía lo que decía y decía lo que vivía.
Más que hacerle un homenaje tardío, necesitamos buscar su relevo, alguien que no solo repita sus frases, sino que las encarne, alguien que entienda que el verdadero liderazgo no se impone, se comparte. Que la coherencia no es un ideal es una práctica diaria.
Si no los apreciamos como se debía en vida, al menos que no los olvidemos en la muerte. Y si acaso que, cuando su relevo aparezca, porque tarde o temprano lo hará, sepamos reconocerlo, caminar con él y no solo quedarnos mirando.