José Leonardo Rincón, S. J.
Digámoslo directamente:
León XIV no deja de sorprenderme gratamente, cada día, desde su elección y
primera aparición en público. Acostumbrados como estábamos a la simpática
figura de Francisco, teníamos claro que no era fácil sucederlo y que muchos
eran los desafíos que le esperaban al nuevo pontífice. Y ya lo comentamos hace
ocho días: fue sorpresiva su rápida elección cuando podrían preverse muchas
fumatas negras por la polarización que suscitó un papado disruptivo como el
anterior. Pero el Espíritu actuó efectivamente y nos dejó lelos: el cardenal
Prevost logró concitar a la mayoría en torno suyo.
Sorprendió que volviese a
las tradicionales vestimentas del Papa electo. Con ello tranquilizó a unos
cuantos. Pero como Francisco, se quedó con los zapatos negros y con ese gesto
tan sencillo, tranquilizó al resto. Evidenció así, de modo tan simple, que es
un hombre con sello propio, auténtico y libre, que combina la tradición con las
nuevas formas.
Sorprendió su nombre. Como
cuando Ratzinger escogió a Benedicto que parecía una vuelta al pasado, pero que
no era otra cosa sino querer expresar su preocupación por la vieja Europa,
enclave estratégico de evangelización convertida ahora entre descreída y atea.
León XIV también pareció ser nostalgia del pasado, pero en realidad lo que
quiso mostrar fue hacer homenaje al Papa que con la encíclica Rerum Novarum fue
el precursor de la sistematización de la centenaria doctrina social de la
Iglesia, que comenzó ciertamente a renovar muchas cosas.
Sorprende su figura
estilizada y su caminar ágil y jovial que ahora se entiende cuando nos
enteramos de que es deportista, amante del tenis y que no se intimida cuando lo
retan a una eventual partida del deporte blanco.
Sorprende que no se ha
tomado un tiempo para asimilar su misión y conocer el oficio y sin tomar aún
oficial posesión de su cargo ha asumido con tal naturalidad su rol que
pareciera llevar ya meses si no años: salidas del Vaticano, eucaristías,
encuentros espontáneos, audiencias públicas y privadas con discursos incluidos,
anuncio de viajes, contactos políticos y religiosos con personajes, etc.
Pareciera proseguir la agenda papal de su predecesor desarrollando todas las
actividades previstas. Claro, tiene la ventaja de haber llevado dos meses en
ese ámbito curial romano, lo que lo hace moverse como pez en el agua.
Me gusta este Papa. De
seguro que nos seguirá sorprendiendo con sus palabras y sus gestos. Será muy
interesante conocer más a fondo su pensamiento cuando exponga las líneas
programáticas de su pontificado, se desplace a otras latitudes y comience a
tomar posición frente a temas controversiales de todo orden. Sus electores
quedaron satisfechos y quienes lo conocen de cerca hablan seguros de su
talante. Seguirá siendo noticia de primera plana, no hay duda. Qué Dios lo
bendiga y nos bendiga a través de su ministerio.