José Leonardo Rincón, S. J.
Escribo estas líneas a
pocas horas del viernes 10 de enero, fecha crítica, señalada como el día tope
para que Nicolás Maduro entregue el poder absolutista que ha venido ostentando
desde que fuera ungido por el finado Hugo Chávez, que evidentemente perdió en
las elecciones y que no ha querido aceptar, convirtiéndolo ante todo el mundo
en un descarado fraude.
La ilusión de la
revolución bolivariana ha resultado un fiasco, como infelizmente resultaron
también siéndolo la bolchevique o la sandinista, por citar solo dos, cuando
instalados los señores del poder se apoltronaron en regímenes de terror y de
muerte, iguales o peores a los que derrocaron.
Qué fracaso termina siendo
un sueño trastocado cuando los nobles ideales que lo impulsaron se desdibujan
contaminados por egos apasionados e insaciables que develan lo frágiles que
somos los seres humanos cuando Dios está ausente y no hay principios y valores
espirituales trascendentes.
Es increíble que la
historia de la humanidad se repita porque las lecciones no han sido aprendidas.
Qué ceguera, qué cerrazón mental, qué terquedad, qué estupidez. Y lo más grave:
el precio que toda una nación, todo un pueblo, tienen que pagar.
Aferrados como están al
poder Maduro y su séquito, dudo que finalmente acepten su derrota en las urnas
y den un paso al costado. Qué tristeza ver su obcecación marchando
irreversiblemente hacia un final infelizmente trágico, que es el destino donde
desembocan las dictaduras y las tiranías.
Ocho millones de patriotas
dejaron su tierra huyendo de la debacle. No hubo por años una oposición
organizada y fuerte. También los egos fueron más fuertes. Ahora María Corina
Machado se yergue altiva, valiente y retadora, y dado que no la dejaron ser
candidata apoya a Edmundo González para que habite Miraflores.
No sé qué pase en las
próximas horas, pero tarde que temprano Venezuela será libre y tendrá que
rehacerse en un nuevo amanecer. Habrá dicho ¡basta! como lo hiciera hace dos
centurias el auténtico Bolívar. "Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó,
la ley respetando la virtud y honor".