José Alvear Sanín
Le sonríe el nuevo año a Petro: exitosa lección
electoral en Venezuela; próximo nombramiento de dos codirectores en el Emisor y
de cuatro magistrados en la Constitucional; a la fiscal de bolsillo se suma un
procurador similar y, sobre todo, se agrava la división de las fuerzas
democráticas.
En efecto, a medida que se acercan las
elecciones aumentan la ambición, la vanidad y la ilusión, de tal manera que
nadie quiere renunciar al disfrute de su menguada clientela. El sensato
llamamiento de Iván Duque a la unión de las fuerzas democráticas, o es
desconocido o es rechazado, como lo han hecho dos excelentes auto candidatas.
Las otras docenas de precandidaturas y sus
patrocinadores siguen esperando golpes de suerte, en unos comicios
impredecibles, o improbables, o simplemente anulables, si Petro continúa
acumulando poder, porque la clase política, definitivamente, no quiere hacer
operativo el artículo 109 de la Carta.
Un gobierno comunista —como el actual— jamás
entrega el poder. Por lo contrario, se hará reelegir, bajo la Constitución o
contra ella; con votos o sin ellos...
Por tanto, nada más irresponsable que persistir
en la división suicida que nos llevará a todos al abismo.
Al respecto, un significativo dirigente
industrial, buen amigo de La Linterna Azul, nos hace una reflexión de la mayor
importancia:
Leí con mucho interés la columna del teniente
coronel Gustavo Roa C., como las demás suyas, de muy buena factura, pero he
leído de otras fuentes que hay como 30 organismos de militares retirados. Si se
les aconseja a los políticos presentar un candidato fuerte que represente a la
oposición, a los militares les conviene agrupar esos organismos lo más que se
pueda. Dispersos nos llevan a aquella frase de que: veinte candidatos de
derecha eligen a un candidato de izquierda. A los organismos militares, 30,
les ocurre lo mismo.
Este llamado, también a la unión de las
reservas militares, que nadie antes ha hecho, merece ser escuchado, porque cada
hora que pasa nos acerca al despeñadero, mientras la subversión incrementa
diariamente el control territorial.
De las Fuerzas Armadas activas
—decapitadas, emasculadas y desmoralizadas— no podemos esperar mucho. Por eso
es imperativo que las reservas se unifiquen en un enorme bloque patriótico. La
persistencia en su desarticulación estimula el triunfalismo de una subversión
que no teme ninguna respuesta seria cuando llegue el momento de la definitiva
confrontación previa al cambio del modelo democrático por el estalinismo
tropical, finalidad única de Petro y su Gobierno.
La gravedad de lo sucedido en Venezuela
con la usurpación total del poder no inmuta mucho en Colombia. Aquí
presenciamos el avance continuo del proceso revolucionario en el vecino país y
la llegada de millones de sus víctimas, y no hicimos nada para evitar el
contagio. Y la peste castrista nos llegó desde agosto de 2022 y la vamos a
seguir tolerando hasta la reelección de Petro, si continuamos divididos,
esperando milagros electorales bajo su creciente dictadura.
Si con la “posesión” de Maduro no
reaccionamos, ya nunca lo haremos...
¡La salvación del país no se la podemos
dejar a Trump!