Andrés de Bedout Jaramillo
No hay derecho a que, a nuestra querida patria, se le haya
sometido a tan grandes cantidades de vejámenes y violaciones, como los que
hemos tenido en este Gobierno, disque del cambio.
En mis 68 años de vida yo no había visto un grado de
corrupción, derroche, irresponsabilidad y odio superior al que estamos viviendo
con este Gobierno, que cambió las sendas del progreso y la prosperidad, por las
sendas de la destrucción.
Estamos viviendo una tormenta permanente, que parece no
tener fin, todos los días se arrecian más las aguas, cuando todos añoramos que
llegue la calma.
Pobrecita Colombia, debemos cuidarla y contemplarla, aún
más en estos momentos en los que quienes nos desgobiernan, han acelerado el
proceso de saqueo, despilfarro y destrucción; están desesperados, como aves de
rapiña, arrasando con todo, convencidos de que el poder no es para servir, si
no para servirse.
Sigo convencido de que le llegó el momento a los partidos y
movimientos políticos para activarse en democracia, recordando que cerca de la
mitad de los colombianos dicen no pertenecer a ningún partido ni movimiento
político, por el grado de desprestigio en que se encuentran. Precisamente por
no estar activos en democracia, sus seguidores no están censados, no están
carnetizados, no están definiendo sus candidatos a Cámara y Senado –ojalá en
listas únicas–, no están definiendo su precandidato único a presidencia y
menos, definiendo su interés en participar en la consulta popular de oposición
que deberá decidir el candidato único que se enfrentará al candidato de los
movimientos petristas que nos tienen en estas lamentables circunstancias.
Hoy más que nunca, debemos acompañar y respaldar a nuestros
gobernantes locales, que desde las regiones están dando la batalla de
supervivencia en la peligrosa emergencia que estamos viviendo.
Debemos respaldar a las instituciones, confiados en que lo
que nos queda de ellas, será suficiente para atajar, todas las descaradas
barbaridades, que día a día se le van ocurriendo a este Gobierno nacional.
Debemos respaldar la valentía investigativa de nuestros
periodistas que han destapado muchísimos entramados de corrupción, aprovechando
informaciones de valientes colombianos que nos negamos a sucumbir en esta
tormenta.
Pedimos al Señor dotar de mucha sabiduría, valentía y
responsabilidad, al Consejo Nacional Electoral, a la Comisión de
investigaciones y Acusaciones de La Cámara de Representantes y a La Corte
Suprema de Justicia, para que aceleren los procesos que podrían destituir al
presidente y librarnos de este karma, que nos tiene sumidos en la tristeza, la
desesperación y el desánimo, viendo como espectadores aterrados, como se hunde
nuestra querida Colombia.
La lista de los males que nos aquejan ya se hace interminable,
más cuando todos los días surgen nuevas y penosas situaciones, que empoderan
más a la protegida delincuencia, todos los días debilitando más a los colombianos
de bien.
Ojalá nuestros senadores y representantes, se pongan la
mano en el corazón y entre ellos se vigilen para evitar que unos pocos pícaros
sigan llevando la imagen del Congreso a lo más bajo de la percepción de los
colombianos. Deben evitar convertirse en cómplices del desastre, oponiéndose a
las reformas que tramita este Gobierno actualmente en esta legislatura próxima
a concluir, con una cascada de reformas que no auguran nada bueno para esta
pobre Colombia.