viernes, 1 de noviembre de 2024

Todos los santos

José Leonardo Rincón, S. J.
José Leonardo Rincón, S. J.

No se preocupen que no voy a hablar de Eduardo, Juan Manuel o Francisco. A esos Santos los dejamos quietos. Voy a referirme a la fiesta litúrgica de hoy que por intercesión de Emiliani pasó al próximo lunes y que muchos de ustedes ni se acordaban o sabían siquiera por qué teníamos puente festivo.

En el calendario litúrgico, todos los días, todo el año, hacemos memoria de estos hombres y mujeres que “fueron elevados al honor de los altares”; son varios miles y desconocemos todos sus nombres. Los hay de todas las épocas y de todas las regiones del mundo, de todas las edades, algunos muy formados y doctos, otros iletrados y muy básicos, papas, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, ricos y pobres. Muertos unos por el martirio y otros relajados en su lecho de muerte, mejor dicho, hay de todo en todos los santos.

Entonces la fiesta de hoy no es solo para recuperar del anonimato a ese montón de mujeres y hombres cuyos nombres e interesantes vidas que los llevaron a este reconocimiento, desconocemos. De hecho, hace 15 días el papa Francisco canonizó a varios y yo solo había oído hablar del italiano fundador de los misioneros de la Consolata, pero supe que hay un grupito que ya los llaman los mártires de Damasco: ni idea. Pero agárrense duro: lo es también para celebrar a los que fueron santos sin haber sido declarados oficialmente santos y cuya cifra es infinitamente superior a los santos “oficiales”. Sí, así como lo leen.

El mandato de Jesús para todos nosotros fue tan simple como de pa’arriba: “sean santos como su Padre Celestial es Santo”. O sea, es una tarea pendiente y constante. No hay que posar de nada, hay que ser auténticos. No hay que ser perfectos, pero sí trabajar por ser mejores. No hay que hacerse cura o monja, puede seguir siendo laico. En la práctica, muchos han entendido ese mandato y lo han vivido sin estrés. Es más, lo han logrado. Lo que pasa es que, lastimosamente, nadie les hizo campaña y se quedaron en el anonimato, pero son santos.

¿No han conocido ustedes santos? Mi mamá tuvo la fortuna de conocer a Santa Laura Montoya, yo a San Pablo VI y San Juan Pablo II. Pero no. En realidad, me refiero a que muy seguramente ustedes han conocido gente buena, excepcional, verdaderos santos, unos quizás podrán llegar a serlo como nuestro querido padre Pedro Arrupe, otros quizás nunca lleguen a serlo oficialmente, pero lo fueron. Esos son los que también celebramos hoy y a quienes desde esta modesta tribuna rindo homenaje. A todos esos hombres y mujeres de quienes Dios se siente orgulloso y satisfecho, porque han vivido una vida buena, correcta, feliz y conforme a su proyecto de Reino. Ese es el profundo sentido de la fiesta de hoy.