jueves, 7 de noviembre de 2024

Recuperar la ética y la moral

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

Un reflexivo análisis de nuestra crítica situación, tantas veces diagnosticada, nos conduce necesariamente a la conclusión de que detrás de cada una de nuestras desgracias encontramos la pérdida de los valores de la moral en la sociedad y de la ética en la conducta de quienes la dirigen.

Nada podemos alcanzar si nos distraemos en los síntomas superficiales de la crisis en lugar de atacar la causa eficiente de los males que nos agobian. Los instrumentos generadores de inseguridad de las personas, desprotección de la propiedad privada, destrucción de la familia, desmoronamiento de los programas de bienestar, corrupción y despilfarro de los recursos públicos, abandono de la infraestructura de uso público, deficiencia en atención a población vulnerable, etcétera, son orientados por funcionarios sin ética y sin la adecuada preparación para el desempeño de sus funciones, elegidos solamente por su cercanía con la camarilla gobernante.

Frente al abuso del poder por la camarilla reinante, la masa carece de una respuesta eficaz por ausencia de discernimiento político, a menos que recurra a las energías espirituales para elevar la fuerza natural del hombre y revestirla de unidad con sus semejantes hasta vencer la tiranía del mal. Según lo aclara el filósofo francés Jacques Maritain:

“… el mismo orden de la naturaleza y de las leyes naturales en cuestiones morales, que es la justicia natural de Dios, determina que la justicia y la rectitud política obren con miras a producir frutos que, a la larga, en lo que respecta a su propia ley de acción, asumen la forma de mejoras y perfeccionamientos en el verdadero bien común y en los valores reales de la civilización.”

Complementa Maritain su pensamiento con una idea aplicable a nuestro país que vale la pena resaltar:

“Hombres pertenecientes a credos y a familias filosóficas o religiosas diferentes, pueden y deben colaborar en la tarea común y por el bien común de la comunidad terrestre, siempre que acepten parejamente la carta constitucional o los principios fundamentales de una sociedad de hombres libres. Ninguna sociedad puede vivir sin una inspiración fundamental común y sin una fe común fundamental.”

En aras de la búsqueda de una convergencia práctica que logre superar la crisis moral y ética que nos ahoga, debemos acercarnos fraternalmente a millones de compatriotas que, al igual que nosotros, comparten la necesidad de reconstruir el imperio de la verdad y la justicia en las relaciones del Estado con sus gobernados, el respeto por la dignidad de la persona humana en todos sus aspectos, el espiritual y el material, como hijos de Dios que somos; la libertad para practicar nuestras creencias, educar a nuestros hijos, elegir la actividad laboral o económica que nos brinde un ingreso, movilizarnos por el territorio nacional y fuera del mismo; el derecho para agruparnos o asociarnos con otros; el derecho a que el Estado proteja nuestras vidas, nuestra integridad personal y nuestros bienes; el derecho a que se nos respeten nuestras decisiones en el sistema democrático mediante elecciones libres, sin maquinaciones ni fraudes; el derecho a contar con una administración de justicia imparcial, honesta y oportuna.

El regreso a un Estado donde se respeten no solamente la Constitución y la Ley, sino, también, los valores éticos en la gestión pública lo que requiere, por supuesto, de varios pasos que aquí reseñamos:

1.- La recuperación del poder ejecutivo y legislativo, hoy en poder de los agentes del mal, los destructores de la nacionalidad, los promotores de la violencia y la mentira, los patrocinadores del crimen y la impunidad. Para tal efecto, debe materializarse la gran alianza o unión de fuerzas comprometidas con el bien común de los colombianos y no con el bien particular de cada uno de ellos o de sus grupos de acción.

2.- Previamente sugerimos apoyar la separación por los medios constitucionales del guerrillero-presidente del ejercicio del cargo, para garantizar unas elecciones libres de posibilidades de fraude.

3.- La coalición que llegue al poder se debe comprometer a la restauración de la ética y la moral mediante reformas constitucionales y legales concretas en los siguientes campos:

a) Protección de la familia, eliminación de programas que difundan la ideología de género, el matrimonio, el aborto y la adopción por parejas del mismo sexo;

b) Prohibir el aborto de acuerdo con el Tratado de San José suscrito por Colombia;

c) Modificación del curriculum educativo para incluir la enseñanza de valores morales y éticos que formen nuevos ciudadanos y eliminación de enseñanzas nocivas para la convivencia como las de la ideología marxista-leninista;

d) Establecer el bono educativo para que los padres de familia escojan libremente el establecimiento educativo (primaria, bachillerato o tecnológico) para sus hijos, pagado totalmente por el Estado con cargo a los presupuestos oficiales del instituto educativo.

e) Se adelantarán por cuenta del Estado programas por los medios convencionales y virtuales para la difusión de valores espirituales, comportamientos éticos y formación moral, con cubrimiento nacional y en forma permanente.

Del ya citado Maritain traemos esta reflexión a manera de conclusión para el trabajo que se nos impone como patriotas:

“Supongamos que una comunidad humana sea pisoteada, destruida, dominada, por alguna calamidad natural o por algún poderoso enemigo; mientras aún exista, y si conserva dentro de si la justicia, la fraternidad cívica y la fe, la animará desde adentro una real esperanza de resurgir, habrá en su seno una fuerza que por sí misma tenderá a hacerla vivir, a liberarla de la opresión y del desastre, porque ninguna opresión material puede destruir esa fuerza inmaterial. Si una comunidad humana pierde estas virtudes, la muerte invadirá su principio interno de vida. Si un Estado débil se ve rodeado y amenazado por enemigos maquiavélicos, deberá aumentar desesperadamente su poder físico, pero también sus virtudes morales.