Luis Alfonso García Carmona
Un reflexivo
análisis de nuestra crítica situación, tantas veces diagnosticada, nos conduce
necesariamente a la conclusión de que detrás de cada una de nuestras desgracias
encontramos la pérdida de los valores de la moral en la sociedad y de la ética
en la conducta de quienes la dirigen.
Nada podemos
alcanzar si nos distraemos en los síntomas superficiales de la crisis en lugar
de atacar la causa eficiente de los males que nos agobian. Los instrumentos
generadores de inseguridad de las personas, desprotección de la propiedad
privada, destrucción de la familia, desmoronamiento de los programas de
bienestar, corrupción y despilfarro de los recursos públicos, abandono de la
infraestructura de uso público, deficiencia en atención a población vulnerable,
etcétera, son orientados por funcionarios sin ética y sin la adecuada
preparación para el desempeño de sus funciones, elegidos solamente por su
cercanía con la camarilla gobernante.
Frente al abuso del
poder por la camarilla reinante, la masa carece de una respuesta eficaz por
ausencia de discernimiento político, a menos que recurra a las energías
espirituales para elevar la fuerza natural del hombre y revestirla de unidad
con sus semejantes hasta vencer la tiranía del mal. Según lo aclara el filósofo
francés Jacques Maritain:
“… el mismo orden de la naturaleza y de las leyes naturales en cuestiones
morales, que es la justicia natural de Dios, determina que la justicia y la
rectitud política obren con miras a producir frutos que, a la larga, en lo que
respecta a su propia ley de acción, asumen la forma de mejoras y
perfeccionamientos en el verdadero bien común y en los valores reales de la
civilización.”
Complementa Maritain su pensamiento con una idea aplicable a nuestro
país que vale la pena resaltar:
“Hombres
pertenecientes a credos y a familias filosóficas o religiosas diferentes,
pueden y deben colaborar en la tarea común y por el bien común de la comunidad
terrestre, siempre que acepten parejamente la carta constitucional o los
principios fundamentales de una sociedad de hombres libres. Ninguna sociedad
puede vivir sin una inspiración fundamental común y sin una fe común
fundamental.”
En aras de
la búsqueda de una convergencia práctica que logre superar la crisis moral y
ética que nos ahoga, debemos acercarnos fraternalmente a millones de
compatriotas que, al igual que nosotros, comparten la necesidad de reconstruir
el imperio de la verdad y la justicia en las relaciones del Estado con sus
gobernados, el respeto por la dignidad de la persona humana en todos sus
aspectos, el espiritual y el material, como hijos de Dios que somos; la
libertad para practicar nuestras creencias, educar a nuestros hijos, elegir la
actividad laboral o económica que nos brinde un ingreso, movilizarnos por el
territorio nacional y fuera del mismo; el derecho para agruparnos o asociarnos
con otros; el derecho a que el Estado proteja nuestras vidas, nuestra
integridad personal y nuestros bienes; el derecho a que se nos respeten
nuestras decisiones en el sistema democrático mediante elecciones libres, sin
maquinaciones ni fraudes; el derecho a contar con una administración de justicia
imparcial, honesta y oportuna.
El regreso
a un Estado donde se respeten no solamente la Constitución y la Ley, sino,
también, los valores éticos en la gestión pública lo que requiere, por
supuesto, de varios pasos que aquí reseñamos:
1.- La
recuperación del poder ejecutivo y legislativo, hoy en poder de los agentes del
mal, los destructores de la nacionalidad, los promotores de la violencia y la
mentira, los patrocinadores del crimen y la impunidad. Para tal efecto, debe
materializarse la gran alianza o unión de fuerzas comprometidas con el bien
común de los colombianos y no con el bien particular de cada uno de ellos o de
sus grupos de acción.
2.-
Previamente sugerimos apoyar la separación por los medios constitucionales del
guerrillero-presidente del ejercicio del cargo, para garantizar unas elecciones
libres de posibilidades de fraude.
3.- La
coalición que llegue al poder se debe comprometer a la restauración de la ética
y la moral mediante reformas constitucionales y legales concretas en los
siguientes campos:
a)
Protección de la familia, eliminación de programas que difundan la ideología de
género, el matrimonio, el aborto y la adopción por parejas del mismo sexo;
b) Prohibir
el aborto de acuerdo con el Tratado de San José suscrito por Colombia;
c)
Modificación del curriculum educativo para incluir la enseñanza de
valores morales y éticos que formen nuevos ciudadanos y eliminación de
enseñanzas nocivas para la convivencia como las de la ideología
marxista-leninista;
d)
Establecer el bono educativo para que los padres de familia escojan libremente
el establecimiento educativo (primaria, bachillerato o tecnológico) para sus
hijos, pagado totalmente por el Estado con cargo a los presupuestos oficiales
del instituto educativo.
e) Se
adelantarán por cuenta del Estado programas por los medios convencionales y
virtuales para la difusión de valores espirituales, comportamientos éticos y
formación moral, con cubrimiento nacional y en forma permanente.
Del ya
citado Maritain traemos esta reflexión a manera de conclusión para el trabajo
que se nos impone como patriotas:
“Supongamos
que una comunidad humana sea pisoteada, destruida, dominada, por alguna
calamidad natural o por algún poderoso enemigo; mientras aún exista, y si
conserva dentro de si la justicia, la fraternidad cívica y la fe, la animará
desde adentro una real esperanza de resurgir, habrá en su seno una fuerza que
por sí misma tenderá a hacerla vivir, a liberarla de la opresión y del desastre,
porque ninguna opresión material puede destruir esa fuerza inmaterial. Si una
comunidad humana pierde estas virtudes, la muerte invadirá su principio interno
de vida. Si un Estado débil se ve rodeado y amenazado por enemigos
maquiavélicos, deberá aumentar desesperadamente su poder físico, pero también sus
virtudes morales.