Andrés de Bedout Jaramillo
Nunca Colombia se había visto tan amenazada en
su integridad al tener como jefe de la fuerza pública al mismo jefe de las
milicias y de la corrupción. Es una situación que no tiene antecedentes
distintos a los de nuestro vecino y hermano Venezuela.
La teoría del reclutamiento de milicianos en
los campus de la Universidad Nacional, con guardias indígenas y primeras líneas
en territorio vedado para nuestra fuerza pública por orden del Gobierno
nacional, nos causan dolor e impotencia.
No puede ser que los campus sagrados para la
educación de nuestros jóvenes, sean ocupados por violentos, que, además de
poner en riesgo a los jóvenes estudiantes, serán el medio para convencer y
reclutar jóvenes incautos e inexpertos, para que tomen el camino de las
armas, en vez del camino de las letras y el saber.
Para tranquilidad de la comunidad en general,
debería existir una comisión internacional, que verificará la situación al
interior de los campus universitarios públicos, especialmente de los de la
Universidad Nacional, que eviten la mala utilización y mal ejemplo, además de
la inseguridad a la que se están sometiendo a nuestros estudiantes que
necesitamos se concentren con celeridad en su capacitación en los saberes y
competencias, requeridos por ellos, sus familias y la sociedad en
general.
Desde el Congreso, la Procuraduría y la
Defensoría del Pueblo, podrían hacer esta verificación de la no utilización de
los campus universitarios en labores diferentes a las encomendadas en su objeto
social y en los claros propósitos para los que fueron creadas y alimentadas con
el presupuesto nacional en el cumplimiento de sus obligaciones misionales.
Si no hay nada que temer, que lo certifiquen
estas instituciones nacionales e internacionales si es del caso, pero mantener
en la oscuridad, lo que sucede al interior de los campus universitarios
públicos, sería, o es, permitir lo intolerable, hacer de los campus, sitios de
impunidad, entrenamiento, arme y operación de milicias perturbadoras del orden
público y del tranquilo funcionamiento dedicado a la educación y enseñanza de
nuestros jóvenes.
La solicitud al presidente, ministro de
Educación y rector de la Universidad Nacional para que permitan esta
verificación, y al Congreso, la Procuraduría y a la Defensoría del Pueblo, para
que la soliciten y la hagan. Hay que garantizar que las universidades estén
libres de milicias, guardias indígenas, primeras líneas, y es urgente por
seguridad de los estudiantes, de los vecinos, de la comunidad en general. O qué
opinan ustedes de la permanente incomodidad y sacrificio al que están sometidos
en Bogotá, con las permanentes y violentas arremetidas, en los alrededores de
la Nacional, de los violentos disfrazados de estudiantes atacando a la fuerza
pública, paralizando la movilidad y el transporte público, poniendo a caminar
largas jornadas a los bogotanos para llegar a sus trabajos y a sus casas. Esto
no puede ser, no puede seguir siendo, se necesita verificación urgente ya que
el interés general está por encima del interés de los violentos afincados en
los campus universitarios.
El presidente se ha ido adueñando de todo lo
que seguramente impedirá esta verificación. La esperanza es que por lo menos la
Procuraduría y la Defensoría del Pueblo demuestren algo de independencia y
entren a verificar la situación al interior de los campus universitarios; las
pruebas están en los reportes periodísticos que vemos prácticamente todos los
días.
La situación en nuestro país cada día se hace
más difícil e irreversible, no puede ser que la plata de la ya muy deteriorada
salud la estén direccionando hacia paraísos fiscales. Es tan grave la situación
que hasta al muy cuestionado superintendente de Salud lo despidieron por haber
descubierto semejante acto de corrupción y en vez de contarlo a sus superiores
los denunció ante la Fiscalía.
La fiscalía podría, y además es su obligación,
dar celeridad a las investigaciones, a la galopante corrupción que corroe sin
descanso a nuestro país, ¿en qué van? ¿No les importa? ¿No los dejan actuar? ¿Qué
pasa? ¿Están distraídos? Por favor, ayuden a Colombia, hagan algo, digan algo,
esto no puede seguir así, cumplan con su misión de investigar, acusar o
archivar, pero hagan algo.
El jefe de nuestra fuerza pública, sin
motivación clara y suficiente, acabó con las fuerzas de tarea, tan útiles y
efectivas en la lucha contra el crimen y el delito, un paso más en el proceso
de debilitación para facilitar el trabajo y funcionamiento de la delincuencia.
Todo parece obedecer a un plan perfecto, que
muy a pesar de lo nefasto y destructor, no vamos a ser capaces de parar. El
desespero, la impotencia y la falta de unidad, nos están destruyendo.
No puede ser que el jefe del ejército, de las
milicias y de la corrupción, nos supere; que nuestro Señor Jesucristo nos
ilumine y nos dé las fuerzas necesarias para encontrar el camino que nos libere
de esta catástrofe.