Andrés de Bedout Jaramillo
El periódico El Colombiano, se ha venido luciendo con los foros
que viene realizando, pero con el de Hidroituango la sacó del estadio.
El pasado, presente y futuro de la hidroeléctrica más grande
del país, da para serie de Netflix y más, y ya hay varios interesados en escribir
el guion.
Desde los años 60, cuando los ingenieros, amarrados por la cintura,
con lazos, median, tomaban muestras y definían el lugar más adecuado para embalsar
el río Cauca, en las empinadas lomas del bosque tropical seco del cañón del Cauca,
hasta la prueba de la moneda, para garantizar el funcionamiento de las turbinas,
sucedieron miles de situaciones que se convierten en hazañas, dignas de ser reproducidas
en una película.
¿Quién iba a pensar, que para poder reubicar a los indios que
vivían a 12 horas de la zona de influencia del proyecto y explotaban el oro del
río, les tocaba contratar antropólogos para desenterrar sus muertos, identificar
sus restos y trasladarlos a su nuevo sitio de habitación, a tierras escogidas por
ellos y compradas por EPM?
¿Quién supondría que para desarrollar el proyecto se requerirían
comprar 23.000 hectáreas de bosque seco tropical en su mayoría, que debió ser reforestado,
con tal cantidad de árboles nativos, cultivados en viveros en el sitio, para fomentar
la fauna y la flora, previamente identificadas e inventariadas, como nunca se había
hecho en ninguna parte del país teniendo en cuenta su extensión tan grande?
¿Quién se imaginaría que faltando pocos metros para terminar
la presa, se fuese a presentar una emergencia que obligó a la evacuación de miles
de personas que habitaban en municipios, corregimientos y veredas, aguas abajo del
proyecto? Requirieron techo, alimentación y servicios sanitarios, mejor dicho, se
contrataron baños móviles en todo el país, para comodidad de los evacuados, mientras
la empresa con sus contratistas, en un maratónico y heroico esfuerzo, llevaban la
presa a la cota de seguridad necesaria, que evitó un desastre de proporciones incalculables,
luego de definirse un orden de prioridades, primero la vida, luego la ecología y
por último el proyecto.
¿Quién creería que el barco ruso contratado para traer los equipos,
tocó cambiarlo por otro, por los efectos de la guerra de Rusia contra Ucrania y
el nuevo buque, cargado, pasó varado quince días cerca a Portugal?
¿Quién imaginaría que, para traer las gigantescas compuertas
desde Croacia, a la velocidad requerida por el proyecto y el comportamiento del
tiempo, tocaría contratar el avión de carga más grande del mundo?
¿Quién iba a suponer que, mientras todo esto sucedía, muchos
políticos desgraciados aprovechaban las circunstancias y pedían el desmonte del
proyecto?
¿Quién calcularía que, gracias a la puesta en funcionamiento
de las primeras cuatro turbinas, se pudo evitar el racionamiento de energía en Colombia
en este último reciente fenómeno del niño?
¿Quién planearía que los mejores protocolos de vigilancia, control
y seguimiento a la presa y sus sistemas de alarmas y evacuación estén activos en
forma permanente para acometer los riesgos naturales a este tipo de proyectos?
¿Quién podría creer que en la zona de influencia del proyecto
existen 30 kilómetros de túneles y carreteras pavimentadas que conectan poblaciones
olvidadas, que hoy gracias a EPM, han cambiado totalmente sus vidas y su futuro?
Este proyecto, que tuvo en entredicho a nuestras EPM, mostró
la fortaleza, la resiliencia, la responsabilidad y la verraquera; nadie habría atendido
la emergencia en la forma a como lo hizo EPM, empresa totalmente pública que tuvo
en estos eventos, muchas lecciones de humildad y que hoy la hacen una mejor organización
y con unos mejores equipos humanos.
Son miles de historias que requerirán de cientos de series,
para ser contadas al mundo. Por el momento les recomiendo sintonizar el canal del
periódico El Colombiano en YouTube y sentarse 8 horas a ver la grabación del foro
sobre Hidroituango.
Que nuestro Señor Jesucristo nos permita EPM por muchísimos
años más para bien de Antioquia y de Colombia.