José Alvear Sanín
El diario espectáculo de un individuo que
combina los galimatías de Cantinflas con la profundidad del doctor Goyeneche no
despierta nada distinto al cansancio o la resignación. El país es testigo de un
creciente delirio que nos deja estupefactos. ¿Cómo es posible que ese sujeto
continúe dando tan grotesca función, sin que lo detengan, destituyan o
recluyan?
Si fuese apenas escándalo diario, podría
pensarse que, bajo el clown, el Estado continúa funcionando, pero al mismo
tiempo, la Constitución y la ley son violadas y multitud de actuaciones del
Ejecutivo, fronterizas con el Código Penal, ocasionan efectos desgarradores en
el orden público, en la economía y en las finanzas nacionales.
El país, conducido por la banda presidencial de
prontuariados, amnistiados ignorantes y rapaces incompetentes, avanza hacia el
abismo, sin que las “sólidas” instituciones hayan funcionado en los últimos dos
años. Si estas actuasen, el actual Gobierno no duraría 24 horas más; pero
mientras el Ejecutivo dispensa raciones de mermelada, cada vez más costosa, a
congresistas de todos los partidos, magistrados, y a grandes medios,
especialmente audiovisuales, nada le pasará. Y como si lo anterior fuera poco,
los grandes jefes políticos, en vez de unirse en un movimiento de recuperación
nacional, siguen cultivando sus menguantes parcelas electorales o promoviendo
docenas de candidaturas condenadas a la repetición de la farsa electoral de
2022, o a presenciar en 2026 un proceso a la venezolana.
Nada se está haciendo para despertar de la
pesadilla, porque se da por sentado el triunfo electoral dentro de dos años,
¡con la mitad de los municipios en poder de las guerrillas petristas y bajo un Gobierno
comunista!
No basta, pues, con la lección de Venezuela.
¡Dos años son un corto tiempo para vivir, pero muy suficiente para completar la
destrucción del país!
Petro nunca ha estado más desprestigiado y
perturbado mentalmente, pero mientras mas tonterías, chorradas y amenazas
profiere, más discursos de odio pronuncia y más pataletas y vulgaridades
protagoniza mayor poder acumula.
En los pocos días que nos separan del 20 de
julio vienen avanzando proyectos aterradores que serán aprobados por un
Congreso embadurnado: 1. Reforma de la Salud (para consolidar su dominio del
sector); 2. Reforma Política (hacia el voto electrónico y el favorecimiento del
fraude); 3. Jurisdicción Agraria (para la expropiación masiva de fundos
productivos), y 4. Reforma Tributaria (para desactivar la economía).
A lo anterior se suman decretos,
inconstitucionales desde luego, como el que crea las ATEA (Autoridades
Territoriales Económicas y Administrativas), para entregar el poder político, sobre
una tercera parte de Colombia, a las organizaciones indígenas; y el que
organiza la Dirección de Inteligencia, para controlar y vigilar a los
ciudadanos, germen del Sebin colombiano, otra Stasi criolla.
¡Y se
nos olvidaba el acuerdo con los bancos para dilapidar 55 billones!
Si
solamente con la ocupación de la Fiscalía por una mandadera del régimen,
estamos viendo cómo se judicializa la política (caso del Dr. Uribe Vélez); cómo
se omite la indagación adecuada de la astronómica e inocultable corrupción del
régimen, y cómo se diluyen las investigaciones y procesos de ciertos amigos y
descendientes, pensemos entonces en el poder de que dispondrá Petro cuando
tenga en su bolsillo procurador, toda la Corte Constitucional y la junta del
Banco de la República.
A él
no se le olvida ningún despropósito. Basta ver su obsesión con el metro
subterráneo, la obstrucción de las dobles calzadas (para las cuales piensa
extraer 20 billones por valorización), y la reforma prevista para desfondar y
politizar las empresas de servicios domiciliarios.
¡Preparémonos,
entonces, para la emisión de centenares de billones, cuando se apodere del
Emisor para acabar con la moneda capitalista —eterno ideal comunista—, completando
la revolución, que avanza rauda mientras el país solo se percata de las babosas
excentricidades diarias del tirano demente!
***
¿Mermelada?:
¡Ciento catorce procesos sobre irregularidades de Petro reposan en los
polvorientos anaqueles de la Comisión de “Acusaciones”! ¿Y qué hay del Art. 109
de la Constitución Nacional?
***
¡No
más tolerancia culpable! ¡Fuera Petro, ya!
Dentro
de dos años será demasiado tarde.