José Leonardo Rincón, S. J.
César
Caballero, creador y líder de la firma encuestadora Cifras y Conceptos, desde
hace algunos años me ha invitado a su panel de opinión, encuesta que mide el
pulso de la realidad del país. En estos días lo hizo nuevamente, pero para participar
en el evento de lanzamiento de su libro “El poder de las encuestas y su incidencia
en el proceso electoral”, en la biblioteca del bello claustro del Gimnasio
Moderno y que es fruto de su investigación para obtener el doctorado en
ciencias sociales de la Universidad Javeriana.
En
un muy ameno y fluido diálogo con la periodista Yolanda Ruiz y con un auditorio
casi lleno en el sobresalían, entre otros, personajes de la política, los
medios de comunicación, estudiantes universitarios, amigos, etcétera, se nos fueron
revelando interesantes datos, para muchos desconocidos, sobre el origen y la
historia de las encuestas, cómo se hacen, el uso que de ellas hacen y los
efectos que producen, en un honesto y crudo análisis que me hizo valorar esa herramienta
social de medícion de lo que muchos pensamos sobre el país, sus líderes y lo que
a todos nos pasa.
Indudablemente
surgen de la mano de la estadística hace más de medio milenio y para desafiar
de alguna manera el paradigma de la predestinación, ratificando la relevancia
del libre albedrío y la autodeterminación de las personas. En nuestro caso
comenzaron a realizarse desde 1982 y desde entonces han jugado un rol muy
importante en la vida misma del país. Como toda herramienta, pueden ser
utilizadas para bien o para mal, pues es verdad que pueden ser manipuladas y
servir a los intereses de quienes las ordenan. No gratuitamente hay más de 100
firmas encuestadoras que conocen bien su oficio y saben el poder que tienen
para direccionar el pensamiento y la voluntad de la gente al abrir caminos y
señalar nortes. Por eso reconocen ser no neutrales ni objetivas, pero sí que deben
ser transparentes y rigurosas pues se supone que las cifras que ofrecen son
creíbles.
Las
encuestas nos ayudan a entender los problemas sociales, pero no a predecirlos y
en esto fue muy enfático el doctor Caballero. Por eso, como en todas las
estadísticas, honestamente siempre se habla del margen de error, porque no hay
certezas absolutas y se puede fallar. De hecho ha sucedido, como acaeció con el
plebiscito cuando se daba por ganador absoluto el sí y así lo revelaron los encuestados,
pero llegado el día, muchas variables, objetivas unas como el factor climático
y subjetivas otras como la pereza dominical a salir de casa, más sabiendo que las
encuestas afirmaban se había ganado ampliamente, la orquestada campaña de
mentira y hasta la manipulación de lo religioso, terminó todo en un estruendoso
revés con un efecto hasta hoy que a todos nos pone a sospechar de la veracidad
y seriedad de las encuestas.
La
verdad es que no todo se puede medir por encuestas, que los algoritmos no
aparecen de la nada, sino que son ciertamente inducidos por intereses y sesgos,
que hay que aprender a tener olfato para distinguir entre señales evidentes y ruidos
malintencionados y que, como todo en la vida, no hay nada escrito ni
predeterminado, porque por el ejercicio de mi libertad hoy podemos tener la
seguridad o certeza de algo y mañana cambiar de opinión. Haber dicho una cosa y
finalmente resultar haciendo otra. Las encuestas tienen el poderoso efecto de
impactarnos con sus resultados, pero es verdad que también nosotros tenemos las
riendas de nuestra propia autodeterminación, luego el quid está no en dejarnos
llevar por la corriente, sino tener las agallas para decidir en conciencia,
coherentes con lo que realmente pensamos.