José Alvear Sanín
Quienes esperan
ilusionados las elecciones del 2026, con docenas de egos luchando para pasar a
una segunda vuelta, están en Babia, porque Petro estará en la Presidencia y las
guerrillas mandando en 600 municipios.
Después de 745 días,
con igual o mayor número de graves violaciones deliberadas a la Constitución y de
repugnantes escándalos, ya es hora de abandonar las risueñas expectativas de
quienes tranquilamente dicen: ¡Ya faltan menos de dos años para que finalice la
pesadilla!
Esta semana, Petro se
ha superado con dos actuaciones increíbles: 1. La orden a Ecopetrol, para que
la empresa no participe en un negocio, ya convenido con OXY, que se hubiera
traducido en notorio incremento de utilidades y reservas de crudo, y 2. La
prohibición de celebrar contratos futuros para exportar carbón a Israel.
En ambos casos, las
pérdidas para la economía nacional serán de billones de pesos. Desde luego, ambas
órdenes presidenciales caen dentro de la órbita del Código Penal, pero, ¡no
pasa nada!
Para impedir en
Colombia la repetición de la tragedia venezolana, todas las fuerzas
democráticas deben unirse desde ahora mismo, con el fin de escoger un líder
único, que sea el candidato indiscutible y viable para las elecciones de 2026.
En ningún caso puede repetirse lo de 2022, cuando hubo varias docenas de
candidatos y tuvimos que acabar votando por un payaso coludido con el enemigo.
Si por parte de los
líderes políticos se tolera nuevamente el surgimiento de docenas de
candidaturas tan endebles como inviables, Colombia no tendrá esperanza alguna.
Entretanto Petro —gran
dispensador de la cada día más costosa mermelada—, estimulado por el aterrador
ejemplo de Maduro, por la indolencia de la clase política y la inoperancia de
los mecanismos constitucionales para deponerlo, organizará, parlamentaria o
extraparlamentariamente, su “proceso constituyente”, para presentarse a la
reelección, con mejor preparación, incluso, que la del venezolano, porque ¡para
algo sirve el mal ejemplo!
En el hermano país,
durante un cuarto de siglo se repitió la farsa político-electoral, hasta que se
impuso una figura grandiosa, la de María Corina Machado, pero ya era tarde...
Si en 2026 triunfa
nuevamente el tal Pacto Histórico, Colombia tendrá un destino peor que el de
Venezuela.
Por eso, nuevamente
imploramos —por orden alfabético—, a los señores Iván Duque, César Gaviria,
Enrique Gómez, Andrés Pastrana, Germán Vargas y Álvaro Uribe, que se reúnan,
depongan sus rencillas, discrepancias y ambiciones, para pensar con la grandeza
que les permita escoger, desde ahora mismo, un líder —Corina o Corino— para
salvar al país.
De estos seis ilustres
personajes depende la suerte de 50 y más millones, hoy, y de innumerables
colombianos en el futuro. No creo que sea mucho pedirles; de lo contrario,
pasarían a la Historia como los auténticos culpables de la caída del país en un
abismo tan terrible como duradero.
***
Y también desde ahora es
inaplazable: 1. Reformar, mediante ley, la Registraduría, para asegurar su
imparcialidad, y 2. Prepararnos para defender las urnas mediante mecanismos
parecidos a los ideados por María Corina, para asegurar que el cómputo sea
verídico y verificable.