José Leonardo Rincón, S. J.
No
lo duden, estamos evolucionando como país. Nuestros delincuentes, por ejemplo,
cada vez se sofistican más. Había que verlos entrando al estadio de Miami en la
final de la Copa América, con boletas falsificadas, otros sin boleta muy
orondos y otros metiéndose como salvajes tumbando cercas, saltando muros, mejor
dicho… Lo más granado de nuestra delincuencia criolla se dio cita en La
Florida, con lo cual evidenció que tuvo para llegar al país del Tío Sam, pero
no para pagar la entrada. Claro, si pasaron el Darién podían pasar los
controles de seguridad y si entraron a USA sin visa, podrían entrar sin boleta
al estadio.
Mientras
eso acaecía en los predios cercanos a Disneylandia, en Macondo, nuestros
honorables ladrones, haciendo de las suyas como siempre, han esquilmado el
erario robándose todo lo que pueden. Bueno, eso siempre lo han hecho y todos lo
sabíamos, lo que pasa es que antes no se dejaban pillar y si por mala suerte
los agarraban, juraban por toda la corte celestial ser seres angelicales revestidos
de inocencia y candor. Hoy día eso ya no importa. Si los descubren, saben muy
bien que no va a pasar nada. Unos días de escándalo mediático y después a
disfrutar los dolaritos en otras latitudes. A los de malas, casa por cárcel
unos meses y después a gozar el fruto de su genial esfuerzo.
Pero
la cosa mejora. Antes los agarraban y negaban sistemáticamente tener que ver
con el delito. Hoy, más frescos, viendo
cómo fue la suerte de sus refinados predecesores, seguros de que no les va a
pasar nada, ya no solo no lo niegan, sino que reconocen sus bellacos actos,
cuentan todo ante los medios y aceptan no solo ser ladrones que hurtaron miles
de millones de pesos, sino que además hacen el listado completo de las decenas
de personajes beneficiarias a quienes sobornaron repartiéndose parte de la marrana.
¿Cómo les parece? No lo duden, estamos ante unos ladrones muy honestos, que
dicen la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, denuncian a sus compañeros
y se sienten los chachos del paseo porque saben que aquí no ha pasado nada. Y
efectivamente, no va a pasar nada. Quizás se puedan sonrojar al comienzo, pero
en realidad están felices y tranquilos. Ya pronto tendrán para disfrutar sus
recursos.