martes, 16 de julio de 2024

De cara la porvenir: calladitos se ven más bonitos

Pedro Juan González Carvajal
Pedro Juan González Carvajal

La expresión empleada como título de este escrito corresponde a una frase empleada comúnmente por el señor expresidente Santos para referirse al papel que deberían cumplir los expresidentes de Colombia, sin que estén interviniendo en los asuntos del día a día, ni defendiendo su obra de Gobierno ni criticando al presidente de turno.

Me ha parecido inteligente y oportuna la invitación que hace el expresidente Duque a todos sus colegas de unirse en un solo frente para lograr consensos y presentarse con un candidato único a las próximas elecciones presidenciales si de verdad se quiere tener una verdadera posibilidad de triunfo ante el candidato de continuidad del presente Gobierno, sea quien fuere.

Ante las circunstancias y coyunturas actuales, esta propuesta es un verdadero termómetro y reto para medir la grandeza de todos y cada uno de los expresidentes vivos de Colombia.

Veremos su real capacidad y compromiso para vencer sus egos, su soberbia, sus intereses partidistas y sus cálculos políticos y burocráticos de filigrana.

Alto servicio le prestaría al país si encausan sus esfuerzos para construir un proyecto político que consiga organizar y convocar a la mayoría de los colombianos a superar el desmadre en el cual estamos, producto de atrasos e incumplimientos históricos y del mal funcionamiento del Gobierno actual, en medio de una coyuntura internacional verdaderamente incierta.

Flaco servicio le prestaría al país si eludieran su responsabilidad histórica y se dedicaran a la defensa de sus pequeños intereses particulares y a las ganas de tener un protagonismo permanente.

Hoy se dice que este es el Gobierno de la improvisación. Ojalá la oposición no cometa la misma improvisación que cometió cuando en las últimas elecciones se optó por elegir por descarte ante la falta de candidatos propios al oponente del entonces candidato Petro.

Se supone que al marrano no lo capan dos veces… (¿O sí?)

Preocupante por decir lo menos, la presentación de los dos precandidatos con mayor posibilidad de triunfo en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos el próximo mes de noviembre, en el debate televisivo promovido y organizado por CNN, el pasado jueves 27 de junio.

No voy a juzgar a quién le fue bien o a quién le fue mal. Es claro que no estaban presentando una entrevista para aspirar al cargo de animador para un programa de televisión –y no necesariamente el mejor candidato mediático es la mejor opción–, si no que estaban presentando, en teoría, sus argumentos para convencer al electorado que cada uno es la mejor opción para el país. Lo cierto es que, es más que lamentable, que la sociedad norteamericana, el imperio vigente en esta coyuntura histórica, no tenga una opción diferente a los dos candidatos actuales.

Estamos ante una crisis de candidatos frescos, de ideas nuevas y le estamos teniendo que entregar la rienda de los países a políticos que no necesariamente parecieran ser los mejores.

Y es que gústenos o no la elección de presidente para los Estados Unidos, –permítanme la expresión–, es la elección del primer mandatario del planeta, una decisión que nos impacta a todas las personas, a todas las instituciones y a todos los países de nuestro golpeado planeta, agobiado hoy por las guerras, las crisis migratorias, el cambio climático, la injusticia, la iniquidad y la hambruna, por encima de lo que ocurra por ahora  en China, en Rusia, en India o en Europa, en un mundo con tendencia a la multipolaridad.

Una persona muy mayor con varias limitaciones y una persona pendenciera con líos judiciales son la opción que hoy se presenta: hemos caído muy bajo.

Ojalá las grandes y distinguidas élites intelectuales, académicas, políticas y económicas de los Estados Unidos se pellizquen y, dejando a un lado sus intereses partidistas, se comprometan con la grandeza de su nación y con la estabilidad del planeta.

Mi gran anhelo es que no les vaya a quedar grande la grandeza.