Qué pereza tener que insistir
con el tema de nuestro muy amado equipo Atlético Nacional, pero lo malo de ser
grande es que al colocar la vara muy en alto, sube obviamente el nivel de
exigencia de los públicos de interés, y en este caso, de nosotros los hinchas
de a pie.
Lamentablemente, en lo
deportivo, fuera de querer ganarlo todo como es apenas obvio, el tema de sacar
jugadores de la cantera para visibilizarlos y venderlos prontamente al mejor
postor, pues beneficia el flujo de caja, pero impide desarrollar cualquier tipo
de los mal llamados procesos que se invocan.
La estrategia de reenganchar
veteranos que fueron referentes en años anteriores no deja de tener su lógica,
siempre y cuando no lleguen ya muy pasados de años, pues lo que se genera es
poco aporte en lo futbolístico y desgaste de su bien ganada imagen ante la
fanaticada.
Otro aspecto recurrente es la
pésima visión para contratar refuerzos extranjeros. De pronto desde la llegada
de “Moralito”, hace ya casi 20 años, no ha habido ninguna figura deslumbrante y
si una gran cantidad de jugadores mediocres y malos.
Hay que cambiar la forma de
ubicar, contactar y contratar verdaderos refuerzos extranjeros.
Otro aspecto es el asunto de los
técnicos: Hoy Bodmer, tiene 42 años. Pacho Maturana ganó la Copa Libertadores a
sus 40 años. Bolillo Gómez, de 35 años, quedó campeón. Luis Fernando Suárez, a
los 40 años, quedó campeón. El Sachi Escobar, a sus 41, quedó campeón, y Juan
José Peláez lo hizo a sus 36 años.
El tema de la edad es importante
pero el que es bueno es bueno.
También hemos tenido técnicos
adultos y maduros que han dado excelentes resultados, como Curti, López Fretes,
Zubeldía, Cubillas, Osorio y Rueda entre otros tantos.
De igual manera hemos tenido
verdaderos líderes dentro de la cancha, jugadores que le ponen el alma al juego
y contagian a sus compañeros. Y que hoy lamentablemente escasean.
Recordemos en los años 70 al “Zurdo”
López, a Retat, a Sarmiento, a Maturana.
En los años 80 a Andrés, a Alexis,
a “Barrabás” Gómez, a Leonel.
En los 90 a Aristi, a “Carepa”
Gaviria, al “Chicho” Serna.
En los 00 al “Ringuito” Amaya.
En los 10 a Juan Pablo Ángel en
su segunda etapa, a Mejía, a Henríquez, a Macnelly, a Sebastián Pérez.
En los 20, como único rescatable
a Sebastián Gómez y hoy en día, pues estamos huérfanos de “Capo” dentro de la
cancha, lo cual se evidencia cuando cada vez es más frecuente encontrar
jugadores que tienen el balón y abren los brazos impotentes, al no encontrar
con quien jugar.
Ni hablemos de los dirigentes:
Un Hernán Botero, un Sergio Naranjo, un Juan Carlos de la Cuesta, hasta el
momento han sido irreemplazables.
Tuvimos la fortuna de la llegada
de la Organización Ardila, pero como todo en esta vida, en este momento de la
historia, pareciera que el Club más grande de Colombia ya no es de su principal
interés y estamos cayendo en la equivocada figura de que los hijos del dueño
entren a los cargos directivos, lo cual no ha funcionado ni funcionará. En
Colombia hoy tenemos varios penosos ejemplos.
Toda esta retaíla es un triste
desfogue ante la impotencia de ver como un gran equipo, el más grande del país,
a pesar de que recoge algunos triunfos, por miopía administrativa y deportiva, por
falta de visión, de estrategia y de buena gerencia ha dejado de ganar todo lo
que se quiera proponer.
Sigamos haciendo fuerza por
nuestro equipo amado.
NOTA 1: Influenciados por
los actuales patrocinadores del campeonato que hoy se denomina Liga, las
grandes empresas de apuestas –con lo que no estoy en nada de acuerdo–, se ha
magnificado, con la aquiescencia de los analistas y los narradores, aquello de
la DATA, que sirve para justificar lo injustificable. Para mí, la única DATA
que sirve son los goles y los puntos.
NOTA 2: Se ha dicho que
la responsabilidad deportiva la tiene la comisión técnica, el cuerpo técnico y
obviamente el director técnico.
Sin embargo, las contrataciones
y los contratos pasan directamente por la Junta Directiva y el presidente,
quienes ante los fracasos deportivos también deben aceptar y reconocer su
responsabilidad.
Hay que reconocer que lo que
está en juego en términos económicos no es de poca monta y que las continuas decisiones
desacertadas de los dirigentes y la falta de resultados del director técnico hacen
que un equipo como Atlético Nacional vea con alto riesgo e incertidumbre, el
poder acceder a los premios establecidos por pasar a las diferentes fases, a
los octavos de final, a los cuartos de final, a las semifinales, o llegar a la
final y ser subcampeón o campeón.
Llegar a la final del torneo le
da 7 millones de dólares al perdedor y 18 millones de dólares al ganador.
No estamos hablando de cifras de
poca monta, por lo que quienes tienen la responsabilidad de conducir al equipo
en lo administrativo, en lo económico y en lo deportivo deben tener la entereza
de aceptar sus errores y proceder en consecuencia, renunciando, como lo hace
cualquier ejecutivo de talla.
Adjunto la tabla de premios
establecidos por la Conmebol para la Copa Conmebol Libertadores de 2023, torneo
que es el premio al cual todos los equipos quieren acceder en esta parte del
continente. Todavía no se han actualizado los valores para el 2024.