jueves, 7 de diciembre de 2023

Oposición integral o claudicación

Luis Alfonso García Carmona
Por: Luis Alfonso García Carmona

La noticia sobre la aprobación en la Cámara de representantes del proyecto petrista para acabar con nuestro sistema de salud, confirma algo que todos sabemos aunque algunos carecen del valor para reconocerlo: que sigue en marcha el proyecto revolucionario de la extrema izquierda para convertir a Colombia en un Estado estatista, totalitario y comunista.

Para conseguirlo, apela la camarilla gobernante a medios lícitos e ilícitos: el descarado soborno a los congresistas, y el ocultamiento de los verdaderos propósitos del proyecto cuales son el empobrecimiento general de la población, el apoderamiento de los abultados recursos del sistema de salud por parte de los burócratas de turno y la creación de una frondosa nómina cuyo costo será impagable por el fisco.

Mientras ello ocurre, posan de opositores al régimen los mismos que permanecen en las sesiones proporcionando el quórum necesario para que el funesto proyecto reciba aprobación por parte de la coalición gobernante y de los beneficiarios del soborno.

Una de las peores tragedias que nos golpea es precisamente la falta de una oposición integral para enfrentar un enemigo que carece de límites morales y está dispuesto a traicionar al país para perpetuarse en el poder, como se lo han enseñado en las cartillas marxistas-leninistas.

El corazón del pueblo colombiano late apresuradamente para oponerse a la catástrofe en la que se encuentra inmerso; así se demuestra en las encuestas, en las marchas de protesta, en los gritos de “Fuera, Petro”, que resuenan en los estadios, y en las urnas electorales, donde se propinó una derrota monumental a los candidatos afectos al régimen en las elecciones territoriales.

Pero ello no es suficiente. El sátrapa mantiene el control de Congreso gracias al tóxico poder del dinero. Continúa adelante con su treta de aprobar en los “Comités Nacionales de Participación” todo lo que será refrendado en el anunciado acuerdo con el ELN, sin que hasta ahora los caciques políticos digan “esta boca es mía”. ¿Será que también les han llegado las mieles del soborno? Con toda la razón afirma el destacado escritor Eugenio Trujillo Villegas:

 Colombia se ha convertido en dos países diferentes. Uno es el de las élites empresariales y políticas que claudican, que no hacen nada para salvar el País, que están conformes con la situación y que prefieren esperar a que este mandato de horror se termine. Y la otra Colombia, la verdadera Colombia, es la que se enfrenta con valor al desmantelamiento progresivo del Estado de derecho, a la imposición de esa farsa que llaman “paz total”, y a las medidas que se toman para desmantelar el desarrollo económico y empresarial del país.” (La Linterna Azul).

No hay otra solución, queridos contertulios, que dar el paso al frente con una oposición cerrada, a fondo, sin cobardes concesiones ni hipócritas diálogos.

Si los dirigentes gremiales y empresariales quieren conservar sus inversiones, recuerden que ello sólo se logra si ternemos un país libre que respete la dignidad de la persona humana, la libre empresa y la propiedad privada. Así, que les recomiendo dejar sus negocios en manos de sus subalternos, mientras se dedican con toda su capacidad a detener el proceso destructivo de nuestra sociedad.

A quienes han detentado por décadas el poder político les corresponde ahora salir a la palestra y conducir un gran movimiento unificado de oposición cerrada al régimen totalitario que nos desgobierna. Se terminó ya el tiempo de los sanedrines y del Gobierno detrás del trono. No se debe aprobar ni un solo proyecto, ni una proposición, que venga de este corrupto y criminal régimen. O nos salvamos todos o nos condenamos todos a la esclavitud comunista que ya otros vecinos nuestros viven con horror.

Rodeemos a los dirigentes de los grupos de veteranos, a los movimientos cívicos, a quienes organizan las marchas, y apoyemos su labor con nuestro aporte. Cada uno de nosotros recibió talentos que debe, en esta hora crucial, poner al servicio de la noble causa de derribar el régimen y reconstruir a Colombia. No desmayemos. Ni un paso atrás.

Quiero terminar con estas sabias palabras de Winston Churchill:

«Un hombre hace lo que debe a pesar de las consecuencias personales, a pesar de los obstáculos, peligros y presiones y eso es la base de la moral humana. Ha llegado la hora de esos hombres. Ojalá, además, sea una conducta contagiosa.»