Por: Luis Alfonso García Carmona
La noticia sobre la aprobación en la
Cámara de representantes del proyecto petrista para acabar con nuestro
sistema de salud, confirma algo que todos sabemos aunque algunos carecen del
valor para reconocerlo: que sigue en marcha el proyecto revolucionario de la
extrema izquierda para convertir a Colombia en un Estado estatista, totalitario
y comunista.
Para conseguirlo, apela la camarilla
gobernante a medios lícitos e ilícitos: el descarado soborno a los
congresistas, y el ocultamiento de los verdaderos propósitos del
proyecto cuales son el empobrecimiento general de la población, el
apoderamiento de los abultados recursos del sistema de salud por parte de los
burócratas de turno y la creación de una frondosa nómina cuyo costo será
impagable por el fisco.
Mientras ello ocurre, posan de
opositores al régimen los mismos que permanecen en las sesiones
proporcionando el quórum necesario para que el funesto proyecto reciba
aprobación por parte de la coalición gobernante y de los beneficiarios del
soborno.
Una de las peores tragedias que nos
golpea es precisamente la falta de una oposición integral para enfrentar
un enemigo que carece de límites morales y está dispuesto a traicionar al
país para perpetuarse en el poder, como se lo han enseñado en las cartillas
marxistas-leninistas.
El corazón del pueblo colombiano late
apresuradamente para oponerse a la catástrofe en la que se encuentra inmerso;
así se demuestra en las encuestas, en las marchas de protesta, en los gritos de
“Fuera, Petro”, que resuenan en los estadios, y en las urnas
electorales, donde se propinó una derrota monumental a los candidatos afectos
al régimen en las elecciones territoriales.
Pero ello no es suficiente. El sátrapa
mantiene el control de Congreso gracias al tóxico poder del dinero.
Continúa adelante con su treta de aprobar en los “Comités Nacionales de
Participación” todo lo que será refrendado en el anunciado acuerdo con el
ELN, sin que hasta ahora los caciques políticos digan “esta boca es mía”. ¿Será
que también les han llegado las mieles del soborno? Con toda la razón afirma el
destacado escritor Eugenio Trujillo Villegas:
“Colombia se ha convertido en dos países diferentes. Uno es
el de las élites empresariales y políticas que claudican, que no hacen nada
para salvar el País, que están conformes con la situación y que prefieren
esperar a que este mandato de horror se termine. Y la otra Colombia, la
verdadera Colombia, es la que se enfrenta con valor al desmantelamiento
progresivo del Estado de derecho, a la imposición de esa farsa que llaman “paz
total”, y a las medidas que se toman para desmantelar el desarrollo económico y
empresarial del país.”
(La Linterna Azul).
No hay otra solución, queridos
contertulios, que dar el paso al frente con una oposición cerrada, a fondo,
sin cobardes concesiones ni hipócritas diálogos.
Si los dirigentes gremiales y
empresariales quieren conservar sus inversiones, recuerden que ello sólo se
logra si ternemos un país libre que respete la dignidad de la persona humana,
la libre empresa y la propiedad privada. Así, que les recomiendo dejar sus
negocios en manos de sus subalternos, mientras se dedican con toda su capacidad
a detener el proceso destructivo de nuestra sociedad.
A quienes han detentado por décadas
el poder político les corresponde ahora salir a la palestra y conducir un
gran movimiento unificado de oposición cerrada al régimen totalitario
que nos desgobierna. Se terminó ya el tiempo de los sanedrines y del Gobierno
detrás del trono. No se debe aprobar ni un solo proyecto, ni una proposición,
que venga de este corrupto y criminal régimen. O nos salvamos todos o nos
condenamos todos a la esclavitud comunista que ya otros vecinos nuestros viven
con horror.
Rodeemos a los dirigentes de los grupos
de veteranos, a los movimientos cívicos, a quienes organizan las marchas, y apoyemos
su labor con nuestro aporte. Cada uno de nosotros recibió talentos que debe,
en esta hora crucial, poner al servicio de la noble causa de derribar el
régimen y reconstruir a Colombia. No desmayemos. Ni un paso atrás.
Quiero terminar con estas sabias
palabras de Winston Churchill:
«Un hombre hace lo que debe a
pesar de las consecuencias personales, a pesar de los obstáculos, peligros y
presiones y eso es la base de la moral
humana. Ha llegado la hora de esos hombres. Ojalá, además, sea
una conducta contagiosa.»