viernes, 10 de noviembre de 2023

Este Macondo esplendoroso

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón, S. J.

El realismo mágico garciamarquiano no era un fascinante producto literario. En verdad es la mejor denominación y descripción de la realidad que nos circunda. Lo más inverosímil, lo más absurdo, lo realmente tragicómico, está ahí no más, cerquita, al orden del día.

La inseguridad de la que todos nos quejamos, por ejemplo, no afecta a los de a pie, en nuestras calles y avenidas. Los mismísimos encargados de cuidarnos están temerosos de hacerlo por sentirse inseguros. Hay sitios donde la policía no se mete porque corre peligro. Hay zonas del país donde el ejército no puede intervenir porque los secuestran y maltratan. Y como si esto no fuese suficiente, para completar el cuadro, los pobrecillos secuestradores del padre de Luis Díaz, casi que no pueden devolverlo a la libertad porque no había condiciones de seguridad. Esto está terrible, está de alquilar balcón, estamos tan inseguros, pero tan inseguros, que la honorable delincuencia se siente insegura para operar.

Por supuesto que los miopes y cortoplacistas siguen pensando que el problema es de falta de pie de fuerza. Necesitamos más celadores, más policías y militares por doquier. Hay que construir más cárceles, hay que echarle plomo a los bandidos. Como si la fiebre estuviese en las sábanas. Ya lo dijo un tal Jesús antes de ser asesinado por la alianza de poderes judeo-romanos y con el apoyo del populacho enardecido: No hay peor ciego que el que no quiere ver, no hay peor sordo que el que no quiere oír.

Los que creyeron que la salvación nacional, no ya la de Gómez Hurtado, sino la del Gobierno del cambio había llegado, están desilusionados por no decir frustrados. Públicamente abjuran de su voto y se sienten traicionados. ¿La culpa es de la vaca? Vuelve y juega. Pifiados a fondo. Sin ir al meollo del asunto. Refractarios a la evidencia del señor Perogrullo. Lo estamos viendo, pero algunos no quieren ver teniendo los ojos abiertos y otros porque adrede los cierran. El problema no es de la desgraciada polarización entre derechas e izquierdas como aquí llamamos. Aquí hay un asunto estructural que hay que afrontar de otra manera.

Piensa mal y acertarás. Creo que los reales artífices de todo esto están gozando tras bambalinas con tan macondiano espectáculo. Como aconteciera en el circo romano, qué maravilla ver cómo las fieras se devoran entre sí después de haberse devorado los desechables que les estorbaban. Pan y circo. Así se controlan, una vez más, las muchedumbres. Mas el problema persiste, sigue irresoluto.

Si concluyo con lo que realmente siento y pienso, ustedes se van a decepcionar. Es tan elemental, tan básico, tan simple, tan facil… que por eso es tan complejo, tan sofisticado, tan difícil. Vamos a ver hasta cuándo.