martes, 31 de octubre de 2023

De cara al porvenir: se puede

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal

Hace 78 años Europa, Rusia y Japón estaban semidestruidas al terminar la Segunda Guerra Mundial. Hace 70 años Corea del Sur estaba parcialmente destruida y hace 48 años se terminaba la Guerra de Vietnam quien quedó con su infraestructura casi que completamente arrasada. Este triste recorderis sirve para enmarcar una reflexión que a países tercermundistas como Colombia le cae como anillo al dedo.

Mientras nosotros estábamos a nuestro propio ritmo desarrollando nuestra precaria infraestructura y no sufríamos la tragedia de guerras internacionales, pues en vez de mirar hacia adelante, intensificábamos el conflicto interno y nos entreteníamos matándonos entre nosotros mismos sin mirar hacia un futuro promisorio, tal como sucede hoy en día.

Mientras tanto, los países que debían comenzar de nuevo su proceso de reconstrucción en todos los sentidos, se esmeraban en recuperar su amor propio, su identidad, su nacionalidad, todo esto con una voluntad férrea de salir adelante y recuperar y ampliar el espacio y el tiempo perdido, y a fe que lo lograron, pues todos esos países son hoy potencias mundiales en lo político, lo económico y lo tecnológico, mientras nosotros, siempre rezagados y sin dirección, esperamos a ver qué pasa sentados a la vera del camino, conformándonos con las sobras de la mesa.

Sirve lo anterior para volver a pensar y entender qué se entiende por riqueza.

Se genera riqueza en la producción y transformación de materias primas y en el desarrollo del conocimiento en la búsqueda del bienestar de los humanos a través de bienes y servicios que se intercambian en una sociedad de consumo.

Aparecen la agricultura, la minería y la industria como palancas para la generación de riqueza.

La riqueza no sale de la tierra per se, aun cuando tener tierra genera poder y riqueza.

El asunto de la tenencia y uso del suelo se hace impostergable si lo que se requiere es generar riqueza mediante la apropiación y transformación de los recursos del suelo. La modernización del campo, de lo rural, es condición previa a la posible industrialización de Colombia.

Hoy se habla de la necesidad de reindustrializar a Colombia, argumentando el freno en seco que causó la llamada Apertura Económica por allá en los inicios de los años 90, que efectivamente trajo, como todo proceso de cambio, cosas buenas y cosas malas.

Nos insertamos al mundo, perdimos la industria y se frenó la dispendiosa construcción de un incipiente mercado interno.

Hoy por hoy no estamos midiendo la creación de la riqueza sino la transformación de la riqueza, en medio de una creciente iniquidad.

¿Cómo vamos a hacer crecer la economía? Algunas posturas dicen que no se debe estatizar la riqueza y otros que solo el sector privado debe generar riqueza y el Estado vía impositiva la redistribuye.

Si se deja actuar al mercado se crea riqueza y se maximiza el bienestar, como lo predica la Teoría del Bienestar.

Si se deja funcionar libremente al mercado, se potencia la producción con graves implicaciones como el cambio climático y aparece en el escenario un tema que bajo otros parámetros no bebería aparecer, como lo es el de la posible extinción de la especie humana.

Un proyecto de reindustrialización requeriría de la definición de un foco de especialización, del aprovechamiento de las ventajas comparativas, de la creación de ventajas competitivas, de la formalización de un modelo económico y de la precisión de aquellos sectores estratégicos que queremos y podemos desarrollar siempre con un horizonte de largo plazo.

Así mismo se deben superar los problemas alrededor de la tierra, modernizar el sistema fiscal y superar la violación de los derechos sociales una vez el Estado tenga presencia y sea el principal actor dentro del territorio.

Aparecen nuevos enfoques que invitan a que las asociaciones público-privadas alrededor de grandes proyectos sean las que orienten el crecimiento económico soportado en una política de reindustrialización o de industrialización según sea el caso, una alta inversión en conectividad en todos sus modos, la potencialización del saber y del conocimiento alrededor de objetivos como acabar con el hambre, uso intensivo de energías limpias, manejo del agua y búsqueda de la equidad.

En temas económicos las teorías son abundantes. Es la política la que permite finalmente que sus resultados sirvan para resolver los problemas de la humanidad para lograr un nivel de bienestar digno y la preservación del entorno.

Como sostiene mi dilecto amigo el doctor Humberto Díez, “Aquí el Gobierno se traga al Estado y la Improvisación se impone al Gobierno”.