viernes, 13 de octubre de 2023

Amigos pastusos en la eternidad

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón, S. J.

Esta semana se nos fue al encuentro de Dios José Suárez, Chepe. Graciela, su esposa y muchos de mis amigos nariñenses, se apresuraron a contarme la dolorosa noticia. Hacía pocos días habíamos conversado telefónicamente y aunque me habían advertido que estaba delicado, lo escuché bien y con ánimos. Siempre lo tomé del pelo por negarse a verse “viejo”, desde ese agosto de 1995 cuando asumí la rectoría del Colegio Javeriano y él me secundaba como vicerrector académico.

El señor Bastidas, fotógrafo de marras del Colegio, era testigo de que se negaba sistemáticamente a actualizar la foto del mosaico. Le decía yo que la foto de la primera comunión la iba a utilizar hasta su muerte y no me equivoqué: en los obituarios aparece la misma. ¡Ay Chepito, viejito picaron, hasta el final te saliste con la tuya! Fuiste una mano derecha clave en esos dos años inolvidables en los que también fuiste asistente, consejero, cómplice de sueños pedagógicos y sobre todo amigo paciente para aguantar mis ímpetus en el liderazgo de tan importante colegio.

Chepe fue luego y por varios años rector del colegio de Comfamiliar, donde dejó también una huella imborrable en la memoria de muchas jóvenes generaciones. Me he emocionado leyendo los testimonios de profesores y estudiantes que sobre su actuar de maestro han compartido en estos días por las redes sociales y no puedo menos que darle gracias a Dios por su vida entregada a la educación, con gusto y pasión.

A propósito de su fallecimiento se me vino a la memoria el recuerdo grato de mis amigos pastusos de aquellos años y que hoy están en la eternidad.

Alfonso Rebolledo, médico, exalcalde de Pasto y quien fuera presidente de la Federación de Asociaciones de Padres de Familia de los Colegios Jesuitas; Javier Concha, presidente de la Asociación de Padres; Carmelita Bastidas, del Instituto Diocesano de Catequesis y Junta de Escalafón; Daniel Guerrero, jesuita, profesor de física y terco promotor del Proyecto Multipropósito Guamues; Mercedes Cabrera, matrona que hasta el final de sus días apoyó el sostenimiento del Templo de Cristo Rey, haciendo ella misma y vendiendo empanadas; Alfredo Diaz del Castillo quien me ayudó en la administración del colegio y su finca; Emiliano su hermano, exgobernador y académico historiador; Gerardo Dávila, abogado compañero de Esperanza Caicedo en Dinámica, programa radial; Tulio y Pacho Jojoa, colaboradores de servicios varios en el Colegio, Lucía Arteaga hermana de Guido, jesuita cuasi de leyenda; Guido Ortiz, rector del instituto Champagnat; El “Negro” Gonzalo Castro, jesuita párroco y vicario de pastoral social; Luis Astorquiza, ingeniero, descendiente de Raquel nuestra gran benefactora…

No eran pastusos pero trabajaron allí con pasión y entrega: el jesuita paisa Jaime Álvarez, con más de 40 años en el Valle de Atriz dejó para siempre huella con la Fundación Juan Lorenzo Lucero con sus maravillosos emprendimientos: Congregación Mariana y sus obras sociales, la Librería Javier, el Hogar de Cristo, el museo y la emisora Ecos de Pasto; mis colegas rectores religiosos y laicos: Helena López de Mesa, Bethlemita; Eibar Atehortúa, Carmelita Misionera; Pilar Zarzosa, filipense; Lorenza Romagnolo, José, filipense. El general de la Policía Nacional, Fortunato Guañarita; Diego Serrano, padre de familia; los jesuitas Santos Valseca en la casa de Ejercicios y Abel Zuluaga sacristán del Templo… Estoy yo mismo sorprendido de su elevado número. Y seguro que se me escapan algunos nombres por falla de memoria, que no por ingratitud. Todos ellos están con Dios y gozan de su eterna presencia y a todos ellos no solo los recuerdo, sino que tengo para ellos inmensa gratitud y afecto eternos.