martes, 17 de octubre de 2023

De cara al porvenir: ¡atarvanes!

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal

Atarván, na, m. y f. coloq. Col. Persona maleducada o de modales groseros. U. t. c. adj.).

Lamentable, vergonzoso, triste el espectáculo de la mayoría de los candidatos a la alcaldía de Medellín, no solo en los diferentes debates, que más que debates parecen capítulos de Caso Cerrado o el Show de Cristina, sino fuera de los debates en encuentros cara a cara y, por supuesto, a través de las redes sociales.

Con muy pocas excepciones de candidatos serios y respetuosos, la mayoría, incluidos los representantes del actual Gobierno municipal, quienes chistosamente se autocalifican como “independientes”, y los líderes en las encuestas han asumido una actitud de procacidad llevada al extremo. Las ideas y las propuestas son las de siempre: las populistas, las repetidas, las que ya son realidad y no se han dado cuenta, las irrealizables pero que suenan bien. Pero, para qué ideas si el centro del debate está en los insultos, en los desafíos, en las bravuconadas.

Hasta no hace mucho el cargo de alcalde de Medellín era ocupado por personas con quienes se podría no estar de acuerdo, pero de cuyo señorío no quedaba duda. Solo por mencionar algunos: un señor en todo el sentido de la palabra como Juan Gómez Martínez, un académico serio como Sergio Fajardo, un intelectual como Alonso Salazar, ejecutivos como Aníbal Gaviria, Luis Pérez y algunos más. Pero de un tiempo a la fecha, parecería que para ser alcalde hay que ser un atarván en el sentido indicado al inicio de este escrito.

Y no solo es un asunto de campaña, también durante el ejercicio del cargo, la lógica es la de ser pendenciero, cazar pelas, insultar, hacer desplantes. Olvidaron estos personajitos la esencia y la dignidad del servicio público: no son reyes, son funcionarios al servicio de la ciudadanía y, como tales, deben comportarse.

Por ahora, cambiaré los debates políticos por el super debate sobre fútbol, en el que sus participantes, comparados con los otros, son el vivo ejemplo de la urbanidad de Carreño.

El problema es que alguno de esos candidatos llevará el timón de la ciudad durante cuatro años y llevará la representación de Medellín ante el país y el mundo. ¡Qué pena!

Pero bueno, por aquello de que mal de muchos, consuelo de tontos, hay que reconocer que el problema es general: en el Gobierno nacional son abundantes, en el mundo es emblemático el ejemplo de Donald Trump que de niño malcriado pasó a ser un viejo malcriado y, muchos más.

Por ahora, con toda consideración y respeto les digo a la mayoría de los candidatos a la alcaldía de mi ciudad (ustedes saben quiénes son): ¡atarvanes!

Loor a nuestra Alma Máter en sus 220 años de fecunda existencia.