martes, 12 de septiembre de 2023

De cara al porvenir: convicción descentralista y federalista

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal

Por estos días vuelve a hablarse del tema de la posible federalización del país, teniendo en cuenta que todos seguimos incumpliendo –por acción o por omisión– el mandato constitucional de la descentralización.

La falta de conciencia geográfica e histórica, acompañados de la poca madurez de la ciudadanía –en general– en términos políticos y cívicos, pues dificulta enormemente cualquier discusión con altura, sobre un tema tan trascendental.

El solo hecho que la concentración de poder en el ámbito nacional se dé en Bogotá y que análogamente, por ejemplo, en lo departamental se establezca en sus capitales como el caso que se da en Medellín, en Cali, en Barranquilla, en Manizales, en Bucaramanga, en Pasto, etc., pues dificulta aún más el entendimiento y la discusión seria del asunto.

Cuando hablamos del poder político, de la capacidad y potencialidad económica, del censo electoral, de los grandes proyectos de infraestructura, quienes de ustedes amables lectores se acuerda que existen ciudades importantísimas –de segundo nivel– como Mosquera, Neiva, Yumbo, Cota, Palmira, Valledupar, Yopal, Barrancabermeja, Funza, Tocancipá, Candelaria, Duitama, Dosquebradas, Chía, Soacha, Zipaquirá, Bello, Envigado, Floridablanca, Facatativá, Sogamoso, Malambo y Piedecuesta, por nombrar solo algunas, a sabiendas de que como mínimo todos deberíamos identificar sin “gaguiar”, la capital y la segunda ciudad de cada departamento de los 32 que existen en la actualidad según nuestra división político administrativa.

La descentralización implica cambio de concepción en cuanto a deberes y responsabilidades de las unidades político administrativas a nivel departamental y municipal y ojalá aún corregimental, pues de otra manera la existencia de varias Colombia seguirá dándose: La Colombia Insular, la Colombia Andina, la Colombia Atlántica, la Colombia Pacífica, la Colombia de la Orinoquía y la Colombia de la Amazonía, con esa separación que pareciera más bien una cicatriz entre la Colombia urbana y la Colombia rural.

Esta reconceptualización implica cambio de motor a un avión mientras está volando.

Pero lo anterior es fácil comparado con la alta dosis de comprensión, generosidad y pragmatismo que se requiere para un cambio como estos.

Superar los intereses a todos los niveles territoriales y de los poderes clásicos establecidos, fortificados y atrincherados en la capital de la República y en las capitales de departamento.

No sobra recordar que una de las “buenas prácticas” que establece la OCDE es que 32 de sus 34 miembros son repúblicas unitarias con organización federal. Si tenemos 2 dedos de frente, considero que es fácil entender su importancia y vigencia.

Importante al plantear la discusión, entender y reconocer  que somos un país multidiverso, que es necesario comprender qué se entiende por riqueza y cómo se crea –pasando de lo extractivo al aporte de valor agregado–, reconocer cuáles son nuestras ventajas comparativas –que existen y muchas– y nuestras ventajas competitivas –que están por construir–, que la equidad se construye desde la educación en el territorio, que debemos definir qué tipo de ciudadanos queremos y a qué nos vamos a dedicar, que debemos ser capaces de integrar y comunicar cada parte de nuestro territorio, que debemos tener un sistema de justicia que funcione, que debemos extirpar la corrupción en cualquiera de sus varias manifestaciones cueste lo que cueste, que debemos replantear a fondo nuestro sistema tributario para que pueda soportar tanto la descentralización como la posible federalización, y que ante el caos mundial, nuestra agua, nuestros bosques, selvas y humedales, y nuestro enorme potencial agropecuario, nos permiten mirar el futuro con prudente optimismo.

Ya es hora de que no nos quede grande la grandeza y que comprendamos de una vez por todas lo que significa y lo que implica la manoseada palabra “cambio”.

Como dice un buen amigo, “No expectativas, satisfacción asegurada”.