viernes, 29 de septiembre de 2023

35 años del Curso-Taller

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón, S. J.

El suscrito era un muchacho común y corriente que tuvo la fortuna de contar con una mamá que le buscó los mejores pedagogos y educadores para su formación, ya con laicos de auténtica vocación de maestros, ya con religiosos lasallistas y jesuitas. En el hogar, recordaba estos días, me aficionó al hábito de la lectura, a escuchar música clásica pero también ritmos y sones internacionales de todo tipo, algunos franceses, italianos o alemanes, con el ánimo de acostumbrar el oído a otras lenguas, don que nunca finalmente cultivé. Eso sí, escuchaba mucho radio y me gustaba el teatro, la oratoria y la escritura. Además de la formación religiosa que desde muy niño desembocó en vocación sacerdotal.

A lo que voy es a ponderar la formación que recibimos en el hogar. La que nos inculcaron con principios y valores y la que va en los genes, como mi afición por el derecho y la música, seguramente heredados de mi padre, abogado y tolimense. O los asuntos educativos, administrativos y religiosos, de mi madre. Finalmente, somos el producto de todo esto. Así nacemos, pero también así nos hacemos. Los líderes nacen y se hacen. Todas esas potencialidades están ahí, pero hay que cultivarlas y desarrollarlas.

El Curso-Taller de Formación Integral que nació hace 35 años, es la versión jesuita del Curso de Líderes Lasallistas que viví como estudiante en Villavicencio hace 45. Una experiencia fenomenal que cambió radicalmente mi vida pues ayudó a aflorar, a sacar, a expresar los talentos recibidos, así como la irresistible decisión de multiplicarla, pues un tiempo de intensa y cualificada formación no debería ser un privilegio de una élite sino una oportunidad a la que todos podrían acceder.

Ese anhelo de que otros pudiesen vivir lo que yo viví se cumplió en 1988 cuando hacía la etapa de magisterio en Bucaramanga. 40 jóvenes de todos nuestros colegios, junto con sus respectivos asesores, nos dimos cita en Villeta, Cundinamarca, para iniciar una gesta que hoy no solo se conserva nacionalmente, sino que se ha replicado en cada una de nuestras instituciones educativas. Se hace en varias experiencias a lo largo de la vida del colegio, se ha extendido al mundo universitario y se ha “exportado” a otros países.

La llamamos de formación integral porque mediante charlas y talleres prácticos buscamos fortalecer las dimensiones de esa educación holística: espiritual, cognitiva, afectiva, estética, ética, sociopolítica, entre otras… con el ánimo de formar líderes que no busquen su éxito individual, sino que logren trabajar en equipo con otros buscando la transformación de la sociedad. Desde el cultivar su sentido trascendente, aprender a hablar en público y hacerlo con diversos medios, desarrollar artes escénicas, sensibilizarse frente a la realidad del contexto, en jornadas de 14 horas diarias de trabajo intenso, durante una semana, es una vivencia que marca para siempre y que cual levadura en la masa, en el mediano y largo plazo ha ido dando bellos y relevantes frutos, eso sí, navegando en el mar de la vida, luchando contra la adversidad de una sociedad y una cultura de las cuales también hacen parte pero que contrastan fuertemente en principios y valores y no dejan de seducir con sus cánticos de sirena, atractivas propuestas que pueden llevar al colapso y naufragio social.

Hace 35 años nació esta experiencia y lo estamos celebrando.