jueves, 28 de septiembre de 2023

Migración, tráfico, trata y explotación de niños y adolescentes

Andrés de Bedout Jaramillo
Por Andrés de Bedout Jaramillo

En estos días tuve la oportunidad de asistir a una capacitación sobre trata de personas en La Pastoral Social. Luego escuché en un foro al candidato Federico Gutiérrez dialogando con las organizaciones sociales, culturales y deportivas que existen en nuestra ciudad, en donde, entre otros, se trataron estos temas, lo que me motivó a escribir sobre estas realidades que nos mortifican y estorban, pero que requieren de mucho conocimiento y atención, por tratarse de seres humanos, habitantes de nuestra querida Medellín, distrito turístico, con más de dos millones y medio de habitantes, con los problemas de las grandes metrópolis, pero con unas posibilidades inmensas, que se materializarán cuando salgamos de la horrible noche a la que nos ha sometido el alcalde Quintero.

Migración, tráfico, trata, prostitución, explotación sexual de niños y adolescentes, son conceptos que si bien unos, pueden llevar a otros, tienen diferencias que se deben tener en cuenta para su comprensión y manejo. En Colombia el mayor porcentaje de víctimas de trata de personas se da en la prostitución y explotación sexual y en alguna medida excepcional, en el trabajo forzado en recolección de cosechas y algo en servicio doméstico, entre otros.

Por ejemplo: la prostitución, la indigencia y habitabilidad de calle ejercidas por mayores de edad, voluntariamente, no constituyen delito, están permitidas, a pesar de los perjuicios y molestias que nos puedan causar a los demás miembros de la comunidad. Lo mismo podríamos decir de la migración voluntaria regular e irregular y del desplazamiento forzado, actividades, entre otras, que pueden ser alimentadoras de estas.

A su vez, todas estas acciones pueden llevar a la comisión de delitos, a través del engaño, el abuso y las dinámicas de poder que permiten a estas bandas organizadas de trata de personas someter a sus víctimas para explotarlas y acabar con su dignidad y su futuro. Son expertos en aprovecharse de los más débiles y desvalidos.

Las tácticas de engaño van ligadas a ofrecerles alimentación, dinero, documentación, techo, vestido, condiciones de trabajo, etcétera, para llegar, una vez sometidas, a la retención de documentos, amenazas de dañar a sus familias, y muchísimas otras tretas, que permitan mantener a sus víctimas como esclavas. De ahí la importancia de estar todos muy vigilantes para evitar que personas allegadas puedan caer en las trampas que tienden las bandas dedicadas a la trata de personas y muy especialmente a la explotación sexual de niños y adolescentes, que hoy desafortunadamente se han puesto tan de moda. Hay que trabajar la prevención desde los hogares y los colegios, para que nuestros niños, y adolescentes no caigan en las trampas tendidas por estos delincuentes.

Para que las víctimas de trata de personas cuenten sus casos, es necesario que se genere un vínculo de confianza con la persona que los atienda; si no se logra, se dificulta mucho ubicar con precisión las bandas que se dedican a estas actividades.

El problema de la trata de personas reunió, a principio de los años dos mil, a 148 países del mundo en Palermo, Italia, pero solo 80 de ellos, firmaron el llamado pacto de Palermo, para estudiar y trabajar sobre la prevención, reprensión y sanción a la trata de personas, un tema que hoy ocupa atención primordial en el ámbito mundial. Colombia fue uno de los países firmantes, inclusive expidió la Ley 985 de 2005, que reglamenta el delito de trata de personas. 

A propósito de este tema es importante señalar que el homenaje al maestro Botero, en La Plaza Botero y el museo, visto en muchas partes del mundo y que catapultó nuestra ciudad a una mayor proyección internacional, somos conscientes de la gran cantidad de empleos que se generan en torno al turismo que visita esta plaza y museo. Con ellos conviven las llamadas prostitutas de la Plaza Botero, las mismas a las que, en la alcaldía de Federico Gutiérrez, se les dotó un lugar aledaño al museo, donde atendían a sus hijos pequeños y se trabajaba en la salud física y mental, en la capacitación y en la generación de oportunidades, para lograr el cambio de oficio de estas mujeres, que hacen parte de nuestra sociedad. Lástima, que, hasta este importantísimo programa de inclusión, ayuda y generador de oportunidades, haya sido también descontinuado por el alcalde Quintero.

Fico, a quien elegiremos el próximo 29 de octubre, regresará con su programa de atención y asistencia a los hijos pequeños de las prostitutas de la Plaza Botero, programa que seguramente replicará para las prostitutas de la Calle 10 de El Poblado y de otras zonas de la ciudad.

El reconocimiento de situaciones, la asistencia física y sicológica y la generación de oportunidades, permitirá que muchísimas mujeres no se tengan que dedicar a este oficio tan duro, tan difícil.

Los programas para los habitantes de calle, del Río, La Minorista, La Candelaria, la Veracruz, etcétera, también regresarán, con el reconocimiento, la asistencia física y sicológica, que permitan la generación de recuperación y oportunidades, para que tantos hermanos, abandonen esa difícil y tormentosa vida de habitantes de calle, realidad que nos incomoda a los demás ciudadanos, generadas por el desafortunado ingreso al infierno de las drogas.

Mano dura para las bandas de trata de personas, que llevan sometidas a personas indefensas al ejercicio de la mendicidad, la prostitución y al abuso de niños y adolescentes, que requieren de protección especial.

Que nuestro Señor Jesucristo ilumine a nuestras autoridades en el manejo de esta delicada problemática.