Por: José Leonardo Rincón, S.J.
Me pregunto ¿dónde estarán la Aerocivil, la superintendencia de transportes y el mismísimo ministerio del ramo?
Uno no entiende ¿cómo pueden permitir la proliferación de aerolíneas de bajo costo cuyos tiquetes tan baratos no dan siquiera para el punto de equilibrio de la empresa? Por morderle la torta a las grandes aerolíneas trabajan a pérdida hasta que se vuelven insostenibles y quiebran. La irresponsabilidad de quienes estuvieron al frente de ellas es proverbial, pero el colmo es de quienes debiendo vigilar y hacer seguimiento a tan locos emprendimientos, dejan hacer, dejan pasar, se hacen los de la vista gorda y permiten lo que han permitido: un descarado fraude a miles de pasajeros que por su condición humilde o por querer hacer ahorros en sus viajes, compran pasajes de bajo costo con estos bandidos y a la hora menos pensada los dejan literalmente tirados en el aeropuerto.
Pasó
hace unas semanas con Viva Air, quien resultó ser muy viva y estafó a sus
usuarios hasta último minuto: vendió tiquetes, cobró excesos de equipaje, y de
pronto, “lo sentimos, hemos cerrado nuestras operaciones”. Cientos de pasajeros literalmente en el aire
y sin avión, mendigando a otras empresas ser regresados a casa. Ahora, en esta
semana fue Ultra Air, quien igualmente resultó ultra irresponsable y de un
momento a otro canceló operaciones, dejando tirados igualmente a cientos de
pasajeros. Caparon al perro por segunda vez. Y la gente dizque no “echando a
perder se aprende”, ¡qué va!
Y
las poderosas aerolíneas, esas mismas que quieren absorber las moribundas,
sueñan con su monopolio para poder cobrar lo que se les venga en gana. Y uno,
malicioso, se pone a pensar si para presionar la fusión no armaron toda esta
película, para poner contra la pared a autoridades y usuarios y obligarlos a
hacer lo que ellas quieren. Tenaz. Ya no hay nada seguro, uno paga
anticipadamente un servicio, pero nadie le garantiza que efectivamente se le va
a prestar, peor aún, nadie garantiza que si no se presta el servicio el dinero
le será reembolsado. Perdonen ustedes, pero eso se llama estafa y es un delito
punible que pareciera amenazar impunidad ante la actitud silenciosa, que
pareciera cómplice, de las autoridades.
Tres
de nuestros colegios fueron seriamente afectados por la jugada perversa de Viva
Air. En Barranquilla se tuvieron los juegos nacionales Jesuitas y delegaciones
que contrataron vuelos chárter desde Manizales, Medellín y Bogotá, se quedaron
con los crespos hechos. Tuvieron que comprar de urgencia y a última hora en
otras aerolíneas sus tiquetes para no faltar a la justa deportiva. Estamos
hablando de cientos de millones de afectación que ahora están en el limbo.
¿Quién responde?
Estamos en un contexto social donde difícilmente se puede confiar. Ni siquiera en empresas aparentemente serias. Gente viva y ultra avispada desfalcan de frente, descaradamente y sin control. Así no podemos seguir en este país.