Por María Cristina Isaza*
El título de este artículo es la preocupación
constante que escucho a diario en todo tipo de conversaciones.
Si a mí me preguntan hoy, ¡el líder es usted!
El líder es usted cuando decide no rendirse y ¡cuando
no se entrega a este Gobierno de tintes totalitarios! Los empresarios y gremios
que no se acomodan por intereses particulares... recuerden que hoy se entregan
ustedes, esperando beneplácito, pero después, son ustedes mismos, los que irán
como cordero al matadero.
Los jóvenes que escuchan aprenden y aprecian la
sabiduría de los mayores. A su vez los mayores que entienden que su papel debe
ser el de guiar, formar, no “alcahuetear” a los que vienen detrás, y bajo su
tutoría, los forman y apoyan, para que sean estos jóvenes los que tomen las
banderas y el liderazgo. Deben ser quienes los impulsen y los ayuden a brillar,
eso es verdaderamente “dejar legado”.
Somos las mujeres, indígenas, negros y
homosexuales cuando defendemos la igualdad ante la ley y que no queremos que
nos traten como impedidos o “pobrecitos” ... producir lástima, victimizarnos,
dar más importancia a nuestra raza o género, que, al contenido del carácter y
capacidades, y esperar obtener beneficios por nuestra condición, ¡no denota
grandeza de espíritu!
Lo que necesitamos son oportunidades, educación
de calidad, empleabilidad, acceso, interconexión, emprendimiento. Condiciones
que “nivelen la cancha”.
Personas íntegras como Felipe Bayón, que
deciden argumentar técnicamente desde los datos, así les cueste el puesto.
Cuando no sonreímos al dinero que sabemos que
proviene de la droga y el turismo sexual.
Cuando no caemos en el mercadeo “woke”,
principalmente dirigido a la juventud, que confunde, que alimenta la división,
el odio y la búsqueda de placer inmediato, lejos de proponer la satisfacción de
vivir una vida responsable, en valores, con el desarrollo de un proyecto de
vida con propósito.
El líder es usted, cuando reconoce que el haber
justificado la reversión del orden por una causa loable, como la paz, solo
trajo injusticia, impunidad, guerra y opresión en los territorios... lo peor,
juventudes perdidas. ¡Reconocer errores, para avanzar!
Cuando no ponemos “zancadillas” entre proyectos
productivos para las regiones, y en cambio, buscamos soluciones para que
converjan los diferentes proyectos productivos de diversos sectores
(agricultura, ganadería, industria, minería, turismo, etc.), cuando pensamos en
el bien común para traer progreso a los territorios y en crear diferentes polos
de desarrollo en el departamento, para así desdensificar El Valle de Aburrá. En
el suroeste, ayer, muchos estigmatizaron el proyecto minero Quebradona,
planeado con los más altos estándares de la minería mundial. Hoy padecemos un Gobierno
que quiere acabar hasta con la vocación agrícola de la zona, valiéndose del
mismo discurso ambientalista extremo... ¡un tiro en el pie!
Cuando competimos sanamente y no impedimos la
llegada o surgimiento de nuevos jugadores. Cuando no recurrimos al
clientelismo. Cuando aplicamos los principios de un capitalismo consciente, tomando
las mejores decisiones que beneficien a inversionistas (y ojo con el pequeño
inversionista tan vilipendiado en los últimos años en el mercado de valores de
Colombia), proveedores, clientes, empleados, la comunidad general, e incluso ¡competidores!
Siempre midamos las decisiones colectivas con
estas tres preguntas:
1.
¿Nos
sirve para sacar a 20 millones de personas de la pobreza?
2.
¿Nos
ayudará a aumentar el PIB?
3.
¿Traerá
desarrollo y oportunidades?
Empoderar a las comunidades para que estas
pidan que se hagan los proyectos que traen desarrollo, ¡que no las condenen a
la pobreza! No neguemos a las regiones el desarrollo, es más: hoy, con lo que
sucede en China, Colombia podría ser un excelente destino para atraer proyectos
de inversión responsable con enfoque sostenible en todo tipo de sectores: ¡México
lo está aprovechando! Pero nosotros, mientras tanto, con más impuestos y más
trabas a la inversión...
El poder de transformar está en nosotros mismos
No necesitamos mesías, necesitamos un grupo de
gente responsable que sepa que el liderazgo que necesitamos en estos momentos
es aglutinar, unir. Hay personas e ideas valiosas desde diferentes frentes: ¿cómo
nos unimos?, ¿cómo tendemos puentes?, ¿cómo nos abrimos a escuchar y trabajar
juntos?, ¿cómo creamos un frente común?, ¿cómo limamos asperezas del pasado?...
los líderes que necesita hoy Colombia, son los que hagan una unión respetuosa
sobre unos puntos básicos en común. Tenemos un líder mesiánico, creo que la
respuesta a este es lo contrario: una suma de voluntades de las fuerzas vivas
de la sociedad, un frente plural que deje egos atrás, para afrontar la amenaza
populista progresista.
Si nos rendimos, si nos vamos, si dejamos de
“evangelizar”, si dejamos de hablar con nuestras familias, empleados, personas
en la calle ... ese día perderemos ... pero mientras existamos colombianos
dispuestos a luchar unidos por la restitución del orden, de los valores, que
desenmascaremos eufemismos como “democratizar”, “progresismo” o “paz total”,
que pensemos en grande, en el bien común, que nos pongamos de acuerdo en lo
básico que necesita una sociedad para avanzar, más allá del bien particular,
que comencemos con el desarraigo de prácticas dañinas para la democracia como
el clientelismo y las maquinarias, tenemos oportunidad de hacer de Colombia ¡un
gran país!
Además, para terminar, les tengo una noticia
... lo que sucede hoy, no es una cuestión exclusiva de Colombia ... igual se
pueden ir a Europa o Estados Unidos y esas democracias también están bajo los
retos de la ideologización: teoría crítica de la raza, ideología de género,
cultura de cancelación, ambientalismo extremo, las fakes news (Claro, que
no al nivel de Colombia, donde el mismo mandatario de la nación las produce y
difunde).
Todos, como humanidad y miembros de una cultura
occidental, estamos pasando por este reto:
Hace 80 años fue la Segunda Guerra Mundial.
Mientras los nazis se preocupaban por el bienestar animal (Hitler detestaba el
judaísmo y cristianismo por ser religiones que anteponen al ser humano del
animal, era vegano, y practicaba el ocultismo y paganismo), por otro lado, no
tenían piedad a la hora de estigmatizar a toda una colectividad
étnico-religiosa y cultural (los judíos) y su labor productiva. Gracias a la
propagación de la ideología nazi, sin asentamiento real en los hechos y datos,
difundieron mentiras hilarantes y construyeron toda una ideología alrededor de
la victimización, en la que era por “culpa de los judíos malvados usureros”,
que los pobres alemanes no avanzaban. Encontrar este culpable llevó a una
histeria colectiva de éxtasis. Así los alemanes justificaron, implícitamente,
condenar a toda una población a los peores vejámenes y a un genocidio.
En la actualidad, veo cierta similitud: al
parecer hoy, en los países occidentales, por “culpa de la igualdad ante la
ley”, el hombre blanco (en el caso de latam, mestizo) heterosexual no
deconstruido y productivo, es el blanco de culpas de grupos colectivistas
ideológicos como ambientalistas, feministas, BLM (Black Lives Matter),
indigenistas y comunidad LGBT (hago claridad: los que se identifican con la
bandera. Ser homosexual no necesariamente los hace miembros de la comunidad de
la bandera, así como ser mujer no nos hace a todas feministas de pañoleta de la
tercera y cuarta ola, o ser negro pertenecer a BLM).
Así que poco hacemos si actuamos como el
avestruz y solo escondemos nuestra cabeza en la tierra, esperando que todo pase
... ¡A actuar señores! ¡Y si estamos unidos, mejor!
“¡Y pensé, alguien debería tomar alguna acción!
¡Alguien debería hacer algo al respecto! ¡Y luego caí en cuenta, yo soy
alguien!".
Frase que leí esta semana, pero no pude
determinar su verdadero autor.