lunes, 27 de febrero de 2023

¿Quién podrá recuperar el país? ¡No hay un líder!

María Cristina Isaza
Por María Cristina Isaza*

El título de este artículo es la preocupación constante que escucho a diario en todo tipo de conversaciones.

Si a mí me preguntan hoy, ¡el líder es usted!

El líder es usted cuando decide no rendirse y ¡cuando no se entrega a este Gobierno de tintes totalitarios! Los empresarios y gremios que no se acomodan por intereses particulares... recuerden que hoy se entregan ustedes, esperando beneplácito, pero después, son ustedes mismos, los que irán como cordero al matadero.

Los jóvenes que escuchan aprenden y aprecian la sabiduría de los mayores. A su vez los mayores que entienden que su papel debe ser el de guiar, formar, no “alcahuetear” a los que vienen detrás, y bajo su tutoría, los forman y apoyan, para que sean estos jóvenes los que tomen las banderas y el liderazgo. Deben ser quienes los impulsen y los ayuden a brillar, eso es verdaderamente “dejar legado”.

Somos las mujeres, indígenas, negros y homosexuales cuando defendemos la igualdad ante la ley y que no queremos que nos traten como impedidos o “pobrecitos” ... producir lástima, victimizarnos, dar más importancia a nuestra raza o género, que, al contenido del carácter y capacidades, y esperar obtener beneficios por nuestra condición, ¡no denota grandeza de espíritu!

Lo que necesitamos son oportunidades, educación de calidad, empleabilidad, acceso, interconexión, emprendimiento. Condiciones que “nivelen la cancha”.

Personas íntegras como Felipe Bayón, que deciden argumentar técnicamente desde los datos, así les cueste el puesto.

Cuando no sonreímos al dinero que sabemos que proviene de la droga y el turismo sexual.

Cuando no caemos en el mercadeo “woke”, principalmente dirigido a la juventud, que confunde, que alimenta la división, el odio y la búsqueda de placer inmediato, lejos de proponer la satisfacción de vivir una vida responsable, en valores, con el desarrollo de un proyecto de vida con propósito.

El líder es usted, cuando reconoce que el haber justificado la reversión del orden por una causa loable, como la paz, solo trajo injusticia, impunidad, guerra y opresión en los territorios... lo peor, juventudes perdidas. ¡Reconocer errores, para avanzar!

Cuando no ponemos “zancadillas” entre proyectos productivos para las regiones, y en cambio, buscamos soluciones para que converjan los diferentes proyectos productivos de diversos sectores (agricultura, ganadería, industria, minería, turismo, etc.), cuando pensamos en el bien común para traer progreso a los territorios y en crear diferentes polos de desarrollo en el departamento, para así desdensificar El Valle de Aburrá. En el suroeste, ayer, muchos estigmatizaron el proyecto minero Quebradona, planeado con los más altos estándares de la minería mundial. Hoy padecemos un Gobierno que quiere acabar hasta con la vocación agrícola de la zona, valiéndose del mismo discurso ambientalista extremo... ¡un tiro en el pie!

Cuando competimos sanamente y no impedimos la llegada o surgimiento de nuevos jugadores. Cuando no recurrimos al clientelismo. Cuando aplicamos los principios de un capitalismo consciente, tomando las mejores decisiones que beneficien a inversionistas (y ojo con el pequeño inversionista tan vilipendiado en los últimos años en el mercado de valores de Colombia), proveedores, clientes, empleados, la comunidad general, e incluso ¡competidores!

Siempre midamos las decisiones colectivas con estas tres preguntas:

1.     ¿Nos sirve para sacar a 20 millones de personas de la pobreza?

2.     ¿Nos ayudará a aumentar el PIB?

3.     ¿Traerá desarrollo y oportunidades?

Empoderar a las comunidades para que estas pidan que se hagan los proyectos que traen desarrollo, ¡que no las condenen a la pobreza! No neguemos a las regiones el desarrollo, es más: hoy, con lo que sucede en China, Colombia podría ser un excelente destino para atraer proyectos de inversión responsable con enfoque sostenible en todo tipo de sectores: ¡México lo está aprovechando! Pero nosotros, mientras tanto, con más impuestos y más trabas a la inversión...

El poder de transformar está en nosotros mismos

No necesitamos mesías, necesitamos un grupo de gente responsable que sepa que el liderazgo que necesitamos en estos momentos es aglutinar, unir. Hay personas e ideas valiosas desde diferentes frentes: ¿cómo nos unimos?, ¿cómo tendemos puentes?, ¿cómo nos abrimos a escuchar y trabajar juntos?, ¿cómo creamos un frente común?, ¿cómo limamos asperezas del pasado?... los líderes que necesita hoy Colombia, son los que hagan una unión respetuosa sobre unos puntos básicos en común. Tenemos un líder mesiánico, creo que la respuesta a este es lo contrario: una suma de voluntades de las fuerzas vivas de la sociedad, un frente plural que deje egos atrás, para afrontar la amenaza populista progresista.

Si nos rendimos, si nos vamos, si dejamos de “evangelizar”, si dejamos de hablar con nuestras familias, empleados, personas en la calle ... ese día perderemos ... pero mientras existamos colombianos dispuestos a luchar unidos por la restitución del orden, de los valores, que desenmascaremos eufemismos como “democratizar”, “progresismo” o “paz total”, que pensemos en grande, en el bien común, que nos pongamos de acuerdo en lo básico que necesita una sociedad para avanzar, más allá del bien particular, que comencemos con el desarraigo de prácticas dañinas para la democracia como el clientelismo y las maquinarias, tenemos oportunidad de hacer de Colombia ¡un gran país!

Además, para terminar, les tengo una noticia ... lo que sucede hoy, no es una cuestión exclusiva de Colombia ... igual se pueden ir a Europa o Estados Unidos y esas democracias también están bajo los retos de la ideologización: teoría crítica de la raza, ideología de género, cultura de cancelación, ambientalismo extremo, las fakes news (Claro, que no al nivel de Colombia, donde el mismo mandatario de la nación las produce y difunde).

Todos, como humanidad y miembros de una cultura occidental, estamos pasando por este reto:

Hace 80 años fue la Segunda Guerra Mundial. Mientras los nazis se preocupaban por el bienestar animal (Hitler detestaba el judaísmo y cristianismo por ser religiones que anteponen al ser humano del animal, era vegano, y practicaba el ocultismo y paganismo), por otro lado, no tenían piedad a la hora de estigmatizar a toda una colectividad étnico-religiosa y cultural (los judíos) y su labor productiva. Gracias a la propagación de la ideología nazi, sin asentamiento real en los hechos y datos, difundieron mentiras hilarantes y construyeron toda una ideología alrededor de la victimización, en la que era por “culpa de los judíos malvados usureros”, que los pobres alemanes no avanzaban. Encontrar este culpable llevó a una histeria colectiva de éxtasis. Así los alemanes justificaron, implícitamente, condenar a toda una población a los peores vejámenes y a un genocidio.

En la actualidad, veo cierta similitud: al parecer hoy, en los países occidentales, por “culpa de la igualdad ante la ley”, el hombre blanco (en el caso de latam, mestizo) heterosexual no deconstruido y productivo, es el blanco de culpas de grupos colectivistas ideológicos como ambientalistas, feministas, BLM (Black Lives Matter), indigenistas y comunidad LGBT (hago claridad: los que se identifican con la bandera. Ser homosexual no necesariamente los hace miembros de la comunidad de la bandera, así como ser mujer no nos hace a todas feministas de pañoleta de la tercera y cuarta ola, o ser negro pertenecer a BLM).

Así que poco hacemos si actuamos como el avestruz y solo escondemos nuestra cabeza en la tierra, esperando que todo pase ... ¡A actuar señores! ¡Y si estamos unidos, mejor!

“¡Y pensé, alguien debería tomar alguna acción! ¡Alguien debería hacer algo al respecto! ¡Y luego caí en cuenta, yo soy alguien!".

Frase que leí esta semana, pero no pude determinar su verdadero autor.