Por María Cristina Isaza*
El siguiente es un pequeño análisis sobre la participación
de diferentes personajes y sectores de la sociedad para que en Colombia haya
llegado la extrema izquierda a la Presidencia. Hablo de quienes, sin ser de
extrema izquierda, ayudaron de una u otra forma a fortalecer su discurso, su
narrativa buenista, al no tener una doctrina y valores claros, al ser
vergonzantes, por omitir información, «seguir la corriente» y caer en la
corrección política. Otros, por simple y vulgar conveniencia.
Partidos políticos de centro derecha – derecha: no
promulgan abiertamente las ventajas de la libertad de mercado, de mayor
inversión extranjera, más comercio internacional, menos proteccionismo, menos
impuestos, menos capitalismo clientelista, menos regulaciones y más facilidad
de emprender para superar la pobreza vía generación de empleo y demanda
agregada, y no vía redistribución de riqueza por parte del Estado mediante la
entrega de subsidios, que en muchos casos no son focalizados, pertinentes ni
temporales, y lo único que hacen es prolongar la situación de pobreza. Además,
en la subasta de «¿quién da más subsidio?» los políticos inescrupulosos siempre
propondrán mayores sumas a un mayor número de personas, así no sea técnicamente
viable hacerlo. Como dice Thomas Sowell: «Cuando quieres ayudar a la gente,
les dices la verdad. Cuando quieres ayudarte a ti mismo, les dices lo que
quieren escuchar».
Por otro lado, también vimos el cambio de principios como
una constante a la hora de negociar con el nuevo presidente cuotas burocráticas
y presupuesto «Estos son mis principios, si no le gustan… tengo otros».
Me pareció especialmente vergonzosa y decepcionante la posición del Partido
Conservador. Bien hizo el señor Ómar Yepes en renunciar a la Presidencia de
este, que quedó en manos del senador antioqueño Carlos Andrés Trujillo, quien
no dudó en respaldar a un gobierno elegido bajo unos principios diametralmente
diferentes a los profesados por este Partido.
Rodolfo Hernández: el
de «conmigo no se roba más», «vamos a quitarles la chequera», «mírenme
a los ojos, no les voy a fallar». Que su campaña en Antioquia estuviera
rodeada de personajes tan cercanos al siniestro alcalde Quintero ya era una
señal de alarma, pero esperábamos que fuera por falta de conocimiento acerca de
las movidas corruptas del alcalde que tenemos en nuestra ciudad. Hoy al «unir
cabos» pienso que fue una ficha más en el ajedrez para que llegara «el gobierno
del cambio Petro – Samper II – Santos III».
El abrazo zalamero con quien se supone no comparte
principios , pues Petro está rodeado de los corruptos de siempre; no va a
ajustar el gasto, por el contrario, anunció la creación de dos nuevos
ministerios y una reforma tributaria (por un valor de más del triple que por la
que atizó a la gente a salir a las calles hace poco más de un año), para poder
pagar todos los favores de quienes lo llevaron a la Presidencia y a quienes se
han arrimado a su gran acuerdo nacional en busca de la respectiva tajada
burocrática. Más sorprendente aún ¿usted se abrazaría así con quien mancilló la
memoria de su hija desaparecida y gracias a quien estaba amenazado de muerte?
Periodistas y analistas: que
con su «corrección política» y relativismo moral han legitimado la narrativa de
la extrema izquierda. Muchos críticos al gobierno de Duque, que, bajo la luz de
los hechos y los datos, hizo una buena gestión. Además, ese periodismo que, sin
considerarse de izquierda, sirve como caja de resonancia a toda la narrativa
progresista victimista y a la impunidad buenista generadas por procesos como el
acuerdo de paz o que no dudaban en poner en tela de juicio las operaciones
llevadas a cabo por nuestras FF MM.
Empresarios: que juegan a doble
banda, apoyando económicamente al candidato de extrema izquierda o empresarios
que lo apoyan exclusivamente, buscando asociarse con su gobierno para obtener
el amparo de reglas de juego proteccionistas y poco amigables con la creación y
crecimiento de otras empresas en su sector, que les permita consolidarse
prácticamente como monopolio, para mantener el mercado capturado y garantizar
así su permanencia y beneficios.
Otros empresarios que ante «el buenismo y la corrección
política» deciden abanderar y mercadear, tanto dentro como fuera de sus
empresas, las causas y colectivismos progresistas con los que luego la extrema
izquierda los ataca. ¿Han notado que los colectivismos siempre terminan
atacando al capitalismo, a los empresarios y los culpan de ser los causantes de
todos los males del planeta?
También tenemos al empresario buenista que incluso se
inculpa por el conflicto. Flaco favor hace a los empresarios que sufrieron la
tragedia del conflicto y al restablecimiento del orden, necesidad que debe ser
cubierta para que a un territorio llegue y se desarrolle de forma dinámica la
actividad empresarial.
Padres de familia: desconectados
de la enseñanza de sus hijos, no se percatan del adoctrinamiento, inversión de
valores y enseñanzas tergiversadas a las que están siendo sometidos tanto en
instituciones de educación públicas como privadas. No hablan de política frente
a sus hijos.
Influenciadores / opinadores en redes: completamente
despersonalizados, que no dudan en seguir la corriente a la hora de achacar a
Uribe todos los males del país, que, aunque saben de su buena gestión no lo
promulgan porque «hay que cancelar a Uribe». Sienten que hablar desde los
hechos y los datos la gestión de su gobierno los hará «uribistas» … y no está
de moda serlo. Prefieren seguir la masa y continuar el relato negativo y la
crítica.
También están los indignados de teclado que, por ejemplo,
sin entender primero el contenido de la Reforma Tributaria de Carrasquilla, que
tenía varios elementos progresistas, y gracias al llamado irresponsable de
líderes políticos como Fajardo y De la Calle, no dudaron en poner en sus
perfiles la bandera de Colombia al revés, replicar fakes como las
supuestas torturas por parte del Esmad a manifestantes en reconocidos almacenes
de cadena, usar frases como SOS Colombia, nos están matando, dictadura, etc.
«Derecha progresista»: políticos, influenciadores,
analistas y generadores de opinión que pretenden defender unas ideas de libre
mercado, capitalismo, generación de empleo, trabajo, ahorro, defensa de la
actividad empresarial, etc., pero atacan a los conservadores, aliados naturales
en esta defensa, mientras gastan energía tratando de seducir a masas
colectivistas adoctrinadas que piden todo tipo de soluciones desde el Estado.
Hacen más daño a la causa atacando a sus aliados naturales, que lo que logran
tratando de atraer progresistas para que defiendan la libertad de mercado.
Iván Duque: a pesar de su muy
buena gestión y balance positivo, que incluye la economía que mejor se recupera
de Latinoamérica post pandemia, el mejor manejo de pandemia en Latinoamérica,
entrega de importantes obras de infraestructura, muerte a principales cabecillas
de las disidencias de las FARC, etc., su Presidencia representó el desgaste de
la «derecha» en Colombia. A mi modo de ver debido a pésima comunicación, desconexión
con el electorado, con las regiones, con la masa popular, desde el inicio hizo
a un lado a su partido de gobierno. gobernó con varios de sus amigos santistas,
quienes ideológicamente no estaban alineados con el Iván Duque candidato y gobernó
para complacer a quienes no le votaron.
Los egos que dividen y no defender el legado de
Uribe: las opciones de centro derecha a derecha se diluyen en un
amplio abanico de candidatos, además el no cumplir acuerdos y ser vergonzantes
de un legado de prosperidad y seguridad que dejó Álvaro Uribe Vélez. La llegada
de Quintero y ahora la de Petro son muestras de lo que no debemos repetir, cero
y van dos veces que ganan a una derecha dividida y desorientada.
Sergio Fajardo: quien
se dedicó a hacer una campaña de desprestigio atacando a Uribe, Duque y Fico.
Acuerdo de La Habana: su
implementación ha trastocado los valores de nuestra sociedad. Hoy muchos ven
con buenos ojos a asesinos de lesa humanidad y les parece normal que un
exguerrillero, que cometió delitos, sea presidente. La «lavada de cara» a
terroristas y a sus crímenes, incluso justificándolos, mediante una Comisión de
la Verdad sesgada.
«Nosotros tenemos la responsabilidad de que la historia no
sea reescrita a la imagen de los terroristas y de hacer un control político
responsable desde nuestro rol como ciudadanos».