viernes, 8 de julio de 2022

De cómo llegamos a «Petro presidente»

María Cristina Isaza
Por María Cristina Isaza*

El siguiente es un pequeño análisis sobre la participación de diferentes personajes y sectores de la sociedad para que en Colombia haya llegado la extrema izquierda a la Presidencia. Hablo de quienes, sin ser de extrema izquierda, ayudaron de una u otra forma a fortalecer su discurso, su narrativa buenista, al no tener una doctrina y valores claros, al ser vergonzantes, por omitir información, «seguir la corriente» y caer en la corrección política. Otros, por simple y vulgar conveniencia.

Partidos políticos de centro derecha – derecha: no promulgan abiertamente las ventajas de la libertad de mercado, de mayor inversión extranjera, más comercio internacional, menos proteccionismo, menos impuestos, menos capitalismo clientelista, menos regulaciones y más facilidad de emprender para superar la pobreza vía generación de empleo y demanda agregada, y no vía redistribución de riqueza por parte del Estado mediante la entrega de subsidios, que en muchos casos no son focalizados, pertinentes ni temporales, y lo único que hacen es prolongar la situación de pobreza. Además, en la subasta de «¿quién da más subsidio?» los políticos inescrupulosos siempre propondrán mayores sumas a un mayor número de personas, así no sea técnicamente viable hacerlo. Como dice Thomas Sowell: «Cuando quieres ayudar a la gente, les dices la verdad. Cuando quieres ayudarte a ti mismo, les dices lo que quieren escuchar».

Por otro lado, también vimos el cambio de principios como una constante a la hora de negociar con el nuevo presidente cuotas burocráticas y presupuesto «Estos son mis principios, si no le gustan… tengo otros». Me pareció especialmente vergonzosa y decepcionante la posición del Partido Conservador. Bien hizo el señor Ómar Yepes en renunciar a la Presidencia de este, que quedó en manos del senador antioqueño Carlos Andrés Trujillo, quien no dudó en respaldar a un gobierno elegido bajo unos principios diametralmente diferentes a los profesados por este Partido.

Rodolfo Hernández: el de «conmigo no se roba más», «vamos a quitarles la chequera», «mírenme a los ojos, no les voy a fallar». Que su campaña en Antioquia estuviera rodeada de personajes tan cercanos al siniestro alcalde Quintero ya era una señal de alarma, pero esperábamos que fuera por falta de conocimiento acerca de las movidas corruptas del alcalde que tenemos en nuestra ciudad. Hoy al «unir cabos» pienso que fue una ficha más en el ajedrez para que llegara «el gobierno del cambio Petro – Samper II – Santos III».

El abrazo zalamero con quien se supone no comparte principios , pues Petro está rodeado de los corruptos de siempre; no va a ajustar el gasto, por el contrario, anunció la creación de dos nuevos ministerios y una reforma tributaria (por un valor de más del triple que por la que atizó a la gente a salir a las calles hace poco más de un año), para poder pagar todos los favores de quienes lo llevaron a la Presidencia y a quienes se han arrimado a su gran acuerdo nacional en busca de la respectiva tajada burocrática. Más sorprendente aún ¿usted se abrazaría así con quien mancilló la memoria de su hija desaparecida y gracias a quien estaba amenazado de muerte?

Periodistas y analistas: que con su «corrección política» y relativismo moral han legitimado la narrativa de la extrema izquierda. Muchos críticos al gobierno de Duque, que, bajo la luz de los hechos y los datos, hizo una buena gestión. Además, ese periodismo que, sin considerarse de izquierda, sirve como caja de resonancia a toda la narrativa progresista victimista y a la impunidad buenista generadas por procesos como el acuerdo de paz o que no dudaban en poner en tela de juicio las operaciones llevadas a cabo por nuestras FF MM.

Empresarios: que juegan a doble banda, apoyando económicamente al candidato de extrema izquierda o empresarios que lo apoyan exclusivamente, buscando asociarse con su gobierno para obtener el amparo de reglas de juego proteccionistas y poco amigables con la creación y crecimiento de otras empresas en su sector, que les permita consolidarse prácticamente como monopolio, para mantener el mercado capturado y garantizar así su permanencia y beneficios.

Otros empresarios que ante «el buenismo y la corrección política» deciden abanderar y mercadear, tanto dentro como fuera de sus empresas, las causas y colectivismos progresistas con los que luego la extrema izquierda los ataca. ¿Han notado que los colectivismos siempre terminan atacando al capitalismo, a los empresarios y los culpan de ser los causantes de todos los males del planeta?

También tenemos al empresario buenista que incluso se inculpa por el conflicto. Flaco favor hace a los empresarios que sufrieron la tragedia del conflicto y al restablecimiento del orden, necesidad que debe ser cubierta para que a un territorio llegue y se desarrolle de forma dinámica la actividad empresarial.

Padres de familia: desconectados de la enseñanza de sus hijos, no se percatan del adoctrinamiento, inversión de valores y enseñanzas tergiversadas a las que están siendo sometidos tanto en instituciones de educación públicas como privadas. No hablan de política frente a sus hijos.

Influenciadores / opinadores en redes: completamente despersonalizados, que no dudan en seguir la corriente a la hora de achacar a Uribe todos los males del país, que, aunque saben de su buena gestión no lo promulgan porque «hay que cancelar a Uribe». Sienten que hablar desde los hechos y los datos la gestión de su gobierno los hará «uribistas» … y no está de moda serlo. Prefieren seguir la masa y continuar el relato negativo y la crítica.

También están los indignados de teclado que, por ejemplo, sin entender primero el contenido de la Reforma Tributaria de Carrasquilla, que tenía varios elementos progresistas, y gracias al llamado irresponsable de líderes políticos como Fajardo y De la Calle, no dudaron en poner en sus perfiles la bandera de Colombia al revés, replicar fakes como las supuestas torturas por parte del Esmad a manifestantes en reconocidos almacenes de cadena, usar frases como SOS Colombia, nos están matando, dictadura, etc.

«Derecha progresista»: políticos, influenciadores, analistas y generadores de opinión que pretenden defender unas ideas de libre mercado, capitalismo, generación de empleo, trabajo, ahorro, defensa de la actividad empresarial, etc., pero atacan a los conservadores, aliados naturales en esta defensa, mientras gastan energía tratando de seducir a masas colectivistas adoctrinadas que piden todo tipo de soluciones desde el Estado. Hacen más daño a la causa atacando a sus aliados naturales, que lo que logran tratando de atraer progresistas para que defiendan la libertad de mercado.

Iván Duque: a pesar de su muy buena gestión y balance positivo, que incluye la economía que mejor se recupera de Latinoamérica post pandemia, el mejor manejo de pandemia en Latinoamérica, entrega de importantes obras de infraestructura, muerte a principales cabecillas de las disidencias de las FARC, etc., su Presidencia representó el desgaste de la «derecha» en Colombia. A mi modo de ver debido a pésima comunicación, desconexión con el electorado, con las regiones, con la masa popular, desde el inicio hizo a un lado a su partido de gobierno. gobernó con varios de sus amigos santistas, quienes ideológicamente no estaban alineados con el Iván Duque candidato y gobernó para complacer a quienes no le votaron.

Los egos que dividen y no defender el legado de Uribe: las opciones de centro derecha a derecha se diluyen en un amplio abanico de candidatos, además el no cumplir acuerdos y ser vergonzantes de un legado de prosperidad y seguridad que dejó Álvaro Uribe Vélez. La llegada de Quintero y ahora la de Petro son muestras de lo que no debemos repetir, cero y van dos veces que ganan a una derecha dividida y desorientada.

Sergio Fajardo: quien se dedicó a hacer una campaña de desprestigio atacando a Uribe, Duque y Fico.

Acuerdo de La Habana: su implementación ha trastocado los valores de nuestra sociedad. Hoy muchos ven con buenos ojos a asesinos de lesa humanidad y les parece normal que un exguerrillero, que cometió delitos, sea presidente. La «lavada de cara» a terroristas y a sus crímenes, incluso justificándolos, mediante una Comisión de la Verdad sesgada.

«Nosotros tenemos la responsabilidad de que la historia no sea reescrita a la imagen de los terroristas y de hacer un control político responsable desde nuestro rol como ciudadanos».