Por Gabriel Jaime Hurtado Restrepo*
El próximo 29
de mayo se celebrará la elección en la que los colombianos escogeremos a los
nuevos presidente y vicepresidente de la República.
Si ese día la
fórmula ganadora no obtiene al menos la mitad más uno de los votos válidos, se
realizará una segunda vuelta el 19 de junio siguiente, en la que solo
participan las dos fórmulas de candidatos con mayor votación.
El presidente deberá
tomar posesión el 7 de agosto de este mismo año y su período constitucional es
de cuatro años.
Dada la
trascendencia e importancia de este cargo, bien vale la pena darle una mirada a
nuestra Constitución Política para revisar cuáles son las principales
responsabilidades y funciones.
De acuerdo con
nuestra ley de leyes, “El presidente de la República es jefe del Estado, jefe
del Gobierno y suprema autoridad administrativa”.
Así mismo
dispone nuestra Carta Magna que “El presidente de la República simboliza la
unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes,
se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos”.
Debe agregarse
que el vicepresidente será elegido por votación popular el mismo día y en la
misma fórmula con el presidente. Ambos tienen el mismo período. El vicepresidente
reemplazará al presidente en sus faltas temporales o absoluta. En caso de falta
absoluta el vicepresidente asumirá el cargo hasta el final del período.
Las principales
funciones del presidente de la República podrían resumirse en las siguientes:
* Nombrar y
remover libremente a los ministros, directores de departamentos administrativos
y presidentes, directores o gerentes de los establecimientos públicos.
* Dirigir las
relaciones internacionales.
* Comandar la
fuerza pública, integrada por las fuerzas militares (ejército, armada, aérea) y
la policía nacional.
* Conservar el
orden público, dirigir las operaciones de guerra y proveer la seguridad
exterior.
* Sancionar y
promulgar las leyes.
* Instalar y
clausurar las sesiones del Congreso y presentarle un informe al iniciar cada
legislatura sobre los actos de la administración, la ejecución de los planes y
programas de desarrollo económico y social, y sobre los proyectos que el
gobierno se proponga adelantar.
* Ejercer
inspección y vigilancia sobre la enseñanza, la prestación de los servicios
públicos, las actividades financieras, bursátiles y de aseguradoras, las
entidades cooperativas, las sociedades mercantiles y las instituciones de
utilidad común.
* Velar por la
recaudación y administración de las rentas y decretar su inversión.
* Organizar el
crédito público, reconocer la deuda nacional, modificar los aranceles de aduana
y regular el comercio exterior.
* Ejercer la
potestad reglamentaria de las leyes mediante decretos, resoluciones y órdenes.
* Suprimir o
fusionar entidades; modificar la estructura administrativa nacional; crear,
fusionar o suprimir los empleos públicos y señalar sus funciones, dotaciones y
emolumentos.
Ocho fórmulas
de candidatos han presentado sus nombres, trayectoria y propuestas al
escrutinio de los colombianos; serán una de las opciones disponibles en la
tarjeta electoral (tarjetón) el 29 de mayo y pretenden ser elegidos los
próximos presidente y vicepresidente.
Al examinar las
publicaciones de los candidatos en sus sitios de internet, los medios de
comunicación y sus redes sociales y presenciar los muy desafortunados debates
entre ellos que ya se han realizado, vienen a mi grandes tristezas y
preocupaciones.
Y es que pareciera
que estamos es presenciando un festival de la trova y no examinando y evaluando
las aspiraciones presidenciales, como si no se tratara del escoger a quien
funja en el máximo cargo administrativo del Estado. El trovador es aquel
personaje, gracioso o simpático, que inmediatamente responde lo que se le
ocurra empezando con la primera palabra con la que terminó su antecesor.
Las
publicaciones de los candidatos, de alguna manera forzadas por las limitaciones
de contenido de las redes sociales y la casi necesaria inmediatez y
recurrencia, van dirigidas a generar la complacencia de la audiencia, atraer
indecisos y cautivar el voto. Muchas ocultan las verdaderas intenciones y
finalidades del candidato y casi ninguna aborda la problemática de Colombia con
propuestas de soluciones claras, concretas y realizables. Esas publicaciones
son perversas carnadas sofisticadamente elaboradas para atrapar incautos,
pretenden ser infalibles señuelos.
La metodología
de los debates, que se caracteriza por preguntas relámpago sobre los más
complejos y diversos temas nacionales, con un muy limitado tiempo de respuesta,
hace que esos encuentros ni sean verdaderos debates, pues los participantes se
limitan a expresar lo que se les ocurra y alcancen a decir, ni busquen auscultar
cuál es el candidato mejor preparado, con mayor bagaje y sin rodeos para
desempeñarse como el presidente de la República. Todo lo cual se agrava con el
hecho de que algunos candidatos no están asistiendo a los tales debates.
Quizás quien
prevalece, sale fortalecido o “ganador” de dichos encuentros, es el más locuaz,
el mejor orador, el mejor comunicador, y eso no necesariamente coincide con los
conocimientos y las calidades que deben asistir a quien pretenda desempeñarse
en el máximo cargo público de nuestra patria.
El repentista
es la persona que rápidamente improvisa un discurso, una respuesta, una intervención. El estadista es la persona experta en asuntos
del Estado.
No nos
engañemos ni nos equivoquemos. No necesitamos al mejor improvisador, requerimos
al mejor preparado.
La Presidencia
de la República precisa de un estadista, no de un repentista.
Twitter: https://twitter.com/GabrielJHurtado
LinkedIn: https://co.linkedin.com/in/gabriel-jaime-hurtado-restrepo-023456a4
Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100018326280078
Instagram: https://www.instagram.com/gajahure/