domingo, 30 de enero de 2022

Lecciones del pasado

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.

Siempre mi padre me dijo: Anto, como me llamaba, nunca podés pensar en el futuro con claridad y objetividad, si no reconoces y entiendes las enseñanzas del pasado, a lo cual, obviamente, uno a edad temprana no le para bolas y cree que es un cuento del papá para echar cantaleta o para vanagloriarse de lo que hacía. Afortunadamente siempre fui muy apegado a él y él a mí, y logró ir mostrándome a través de las conversaciones, la historia, las cosas importantes y baladíes de la vida, los sucesos que se iban dando unos a otros, la explicación del porqué y lo que iba a suceder sino se daba un movimiento específico y esto, hoy para mí, años después de su fallecimiento, sigue siendo como una brújula que me va orientando en el caminar de la vida.

Traigo este cuento a colación para mostrarle a la gente, a los ciudadanos colombianos, que no podemos repetir la historia. Nuestros grandes personajes de la humanidad previeron lo que se venía en sus discursos, escritos o exposiciones en diversos eventos y nadie paraba bolas, por el contrario, otros ministros y hasta personas de la monarquía negociaban con el enemigo pretendiendo con ello firmar acuerdos y quedarse aislados de los conflictos que se venían. Así Rusia negoció un acuerdo de no agresión y de nada le valió, lo invadieron. Otro de ellos fue el inglés Arthur Neville Chamberlain, que firmó el llamado acuerdo de Múnich, que fue un desastre. Así, todos esos acuerdos al final del cuento no sirvieron para nada a causa del deseo Hitler de construir un gran imperio, los maquinó perversamente para tranquilizar el contrincante y luego darles la estocada final e invadirlos. Esa es la trágica historia de los pusilánimes, de aquellos que se doblegan fácilmente, que viendo lo que viene resignan por mantener la tranquilidad un tiempo. Así se fue generando lo que fue la Segunda Guerra Mundial de seis largos años, con millones de muertos de lado y lado, destrucción, dolor y lágrimas, y que requirió una acción conjunta para derrotar a quienes querían a toda costa obtener territorios y dominio.

Todo esto se hubiera evitado si los gobernantes y los ciudadanos, desde el inicio cogen las riendas de su presente, no se dejan doblegar y hacen que impere el orden, la tradición y el respeto por la ley.

Observo con preocupación que todo esto que narré, pueda darse en Colombia; políticos aliados con personajes populistas, que no saben administrar y se camuflan con ellos solo por acomodarse en un futuro gobierno de izquierda, traicionando sus ideales, a las personas que los apoyan, alejándose de la realidad. Se les olvida que ellos, los comunistas, los de la primera línea, toman todo lo que se les ofrece y no dan nada a cambio, luego los desechan, después de haberlos utilizado para obtener sus objetivos.

Esta oportunidad de salvar la democracia no se puede perder. Es ahora o nunca y lo logramos eligiendo al Congreso los mejores, luego votar en las presidenciales por ideas, personas serias y trabajadoras; tenemos gente buena Federico Gutiérrez, Álex Char, Óscar Iván Zuluaga, y otros más, pero nunca Petro.

Salvemos la democracia