miércoles, 29 de diciembre de 2021

AMLO o Pol Pot

José Alvear Sanín
José Alvear Sanín*

No hay comunismo bueno, ni socialismo tampoco. Pero como hay versiones peores, vale la pena hablar de ellas.

El título de esta columna no es unívoco, porque implica una gradación entre el criptocomunismo incipiente y hasta ahora ineficaz de un viejo chocho, y el mayor horror político conocido hasta hoy, el de los jemeres rojos.

Antes de 1945 el único estado comunista era la URSS. Stalin superó el terror de Lenin, pero el primer dictador jamás fue el bondadoso gobernante que Kruschev pintaba por oposición al monstruo que lo sucedió.

Aun después de denunciar los crímenes de Stalin, el comunismo dominaba desde Berlín hasta Pekín, y por su nivel de atrocidad la peor dictadura era la de Corea del Norte, seguida por las de China y la URSS. Por comparación, las de Europa Oriental eran menos horribles…

Después de la llegada de Castro, en 1959, Cuba avanzaba en el ranking del terror para situarse entre China y Rusia. Luego Pol Pot se adueñó de Cambodia y su régimen superó los de Mao, Kim il-sung y Ho Chi Minh en atrocidad.

Actualmente los despotismos orientales de China y Norcorea oprimen de manera parecida a sus poblaciones, pero el control totalitario de corte tecnológico no alegra la vida de los pueblos carentes de libertad.

Ahora pasemos a la pobre Hispanoamérica, rumbo al socialismo del siglo xxi, dirigido por Cuba. Este ya está consolidado en Venezuela, Nicaragua y Bolivia, y ha logrado recientemente la presidencia de Perú, Honduras y Chile. Además, cuenta con gobiernos proclives en México y Argentina y tiene buenas posibilidades de tomarse a Colombia y Brasil.

Por desgracia, en nuestro país la clase política parece resignada al posible triunfo de Petro y dispuesta a acomodarse con él. El CD está disminuido. Los señores del Equipo Colombia representan varias corrientes de la derechita cobarde, y hay otro equipo, santista, que agrupa los compañeros de ruta y los idiotas útiles…

Esta situación nos exige:

En los 85 días que nos separan de las elecciones de marzo y en los 135 que nos quedan hasta las de mayo, reclamar lucha frontal y decidida contra Petro, e Informar al país hasta dónde llegaría Petro en la escala del horror continental, si alcanza el poder.

De malo hasta peor, el socialismo del siglo xxi ofrece esta gradación: México – Argentina – Perú – Honduras – Chile – Bolivia – Nicaragua – Venezuela – Cuba.

En ningún país ese socialismo es benéfico, conveniente o democrático. En los primeros seis nombrados avanza y en los últimos cuatro ya ejerce la dictadura con mayor o menor intensidad.

Miremos ahora un posible gobierno de Petro: ¿Sería otro AMLO? ¿Otro Evo? ¿Otro Maduro?

Con seguridad que no sería igual al mexicano, porque tomaría impulso hasta convertir a Colombia en una segunda Venezuela.

Pero hay una posibilidad aún más letal, porque puede llegar a ser otro Pol Pot.

A pesar de la complicidad mediática y judicial con Petro, que se hace pasar por un reformador benévolo, enemigo apenas del “neoliberalismo”, una vez enunciadas sus propuestas descabelladas, son luego omitidas en los medios y borradas de las redes sociales.

En conjunto, lo que ese individuo propone conduce a la destrucción total del modelo económico, social y productivo del país:

Eliminar las industrias extractivas, las exportaciones y el ingreso de divisas.

Acabar con el poder adquisitivo de la moneda a través de emisiones astronómicas.

Incrementar los impuestos.

Colectivizar la agricultura.

Eliminar la industria azucarera y la ganadería.

Establecer pensiones no contributivas y cerrar los fondos de pensiones.

Eliminar las asociaciones público-privadas en obras públicas, lo que detendría el avance de la infraestructura.

Lo anterior nos exime de hablar de la renta básica universal, de la expropiación de las segundas viviendas y de la ocupación de áreas superiores a 65 m2 en ellas.

El país, entonces, con su comercio exterior reducido a la exportación de estupefacientes, tiene que repudiar la deuda externa y convertirse en un narcoestado por fuera de la comunidad financiera internacional.

Esa política de tierra arrasada conduciría al país a una revolución de tipo jemer rojo. Negarse a verlo denota criminal irresponsabilidad en los políticos y en los medios infiltrados, que siguen pintando a ese “honorable senador” como otro político normal y de “centro izquierda”…

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Boric, muy parecido a Petro, pero sin prontuario…

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El presidente argentino, Alberto Fernández, se ha comprometido a “acompañar, proteger y cuidar la vida de las mujeres y otras personas gestantes” (¡!)

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Las masas nunca han sentido sed por la verdad. Se alejan de los hechos que no les gustan y adoran los errores que les enamoran. Quien sepa engañarlas será fácilmente su dueño; quien intente desengañarlas será siempre su víctima —Gustave Le Bon