Por John Marulanda*
El caso Rittenhouse en Estados Unidos es emblemático de lo
que está sucediendo, no solamente allá, sino en Latinoamérica. Una guerra no
declarada, en las calles y contra el establecimiento, contra la cultura
occidental de familia, religión, propiedad privada, empresarismo, libertades y
tolerancia. Un sometimiento de la ciudadanía pacífica a la violencia de unos
pocos armados.
Marxistas leninistas en Estados Unidos
Kyle Rittenhouse formaba parte de un grupo de seguridad
vecinal, activado a raíz del vandalismo que siguió a la muerte de George Floyd
a manos de un policía blanco en mayo de 2020. Las protestas convocadas por
Black Lives Matter (BLM), cuyas fundadoras y cabecillas (Garza, Cullors y
Tometi) se declaran marxistas leninistas, seguidoras de Assata Shakur, una
terrorista ex Pantera Negra asilada política en Cuba, en donde también están
protegidos los cabecillas del ELN, todos con circular roja de la Interpol. Una
turba atacó y derribó a Kyle, quien, haciendo uso de la segunda enmienda,
portaba un arma larga. Desde el piso, abrió fuego y mató a dos de sus
agresores: uno había pasado 14 años en prisión en el 2002, por abuso sexual
contra menores, y el otro también había cumplido condena por violencia
intrafamiliar y escándalo público en 2012. Un tercer agresor resultó herido y
admitió que había apuntado su arma contra Rittenhouse, antes que este
disparara.
Muchos políticos norteamericanos calificaron al joven de
supremacista blanco (presidente Biden), hombre violento y peligroso (Di
Blassio, alcalde de NY, que admira al Che Guevara) y la prensa demócrata pintó
el caso como un incidente racista, a pesar de que ambos muertos eran blancos.
Pero un jurado sensato, entendió que Rittenhouse empleó el
derecho universal a la legítima defensa y lo declaró inocente de los cargos de
homicidio.
Recientemente, también en Colombia, un médico en legítima
defensa mató a tres asaltantes en un puente peatonal en Bogotá. El hecho
sucedió en enero y en julio de este año, un juez falló a favor del galeno. La
opinión pública que en más de un 70% no cree la justicia neogranadina, que está
abrumada por la inseguridad y que mira con desconfianza que hasta las armas
traumáticas sean restringidas, tiene como referencia fresca este caso.
… Y en Latinoamérica
Colombia es el único país del mundo en donde no un joven
civil como Rittenhouse, sino un soldado de la República, en cumplimiento de una
orden de operaciones, uniformado, equipado y con un arma constitucional en sus
manos, permitió que un indígena borracho y amenazante le colocara un machete en
el cuello y entregara al azar su derecho a la legítima defensa. Entonces, los
indígenas caucanos envalentonados avanzaron el pasado abril sobre Cali y la
destruyeron. Consecuencias de un ejercicio de autoridad claudicante. Ahora
planean volver a la misma ciudad, ante unas autoridades conciliadoras y
convencidas de que los lobos son vegetarianos. Dudo mucho que esta nueva
protesta indígena se realice en paz. Si así sucede, gran logro. Pero la
experiencia nos dice que estos deseos pasan casi siempre como ingenuidad o
inexperiencia.
La ley del machete, es la que parece estar imperando en las
protestas “pacificas” colombianas, con un claro propósito de desestabilización
preelectoral.
El uso de la fuerza letal es válido por parte de militares
y policías, ante una grave e inminente amenaza contra su vida. Las condiciones
de proporcionalidad, discriminación, advertencia, etcétera, no impiden que una
agresión con un machete, dirigida a la humanidad de un uniformado, pueda ser
repelida por uno o varios disparos. Un proyecto de seguridad ciudadana,
radicado por el gobierno de Duque, urge ante cifras de homicidios al alza
(+18.3%) y de lesiones personales subiendo (+18.7%). En lo relacionado con la legítima
defensa, el proyecto establece presunciones legales que favorecen a las
víctimas.
Cota: la eventual decisión del
gobierno demócrata norteamericano de excluir a las Narcofarc de la lista de
organizaciones terroristas, a pesar de sus estrechos vínculos con Hezbolá en
Venezuela, demuestra el desinterés de Washington por las dinámicas regionales.
Pero la injerencia cubana y venezolana a través de las FARC, el ELN, Hezbolá,
Rusia, China e Irán en las turbulencias preelectorales colombianas, es una
amenaza directa a la seguridad de US. Tanto como el caso Rittenhouse.