lunes, 23 de agosto de 2021

Comunismo

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

Es indiscutible la gravedad de los acontecimientos que vivimos en el mundo por los cambios de gobierno que, uno a uno, suceden en los países de Centroamérica, Suramérica, África, Asia y muchos otros, algunos motivados por temas religiosos como el caso de Afganistán con los talibanes fundamentalistas; en otros, por el solo deseo de poder, caso Haití, y en otros por la penetración de ideologías contrarias a la democracia que han ido permeando la mente de los ciudadanos, modificándola lenta e imperceptiblemente como en Venezuela, Perú, Bolivia y Argentina, que están en manos del comunismo, aunque simplemente lo plantean como países socialistas. Ahí está el gran error de la gente.

En otros, como Colombia, están cercándonos por todas las formas posibles, desde la guerra con las disidencias de las FARC y el ELN, desde la educación con Fecode, desde los gobiernos, con las alcaldías que han ido obteniendo con resultados perversos, pero ahí están, con la instigación al paro nacional, a los bloqueos y al desabastecimiento. Es pues una clara, ordenada y sistemática lucha contra la democracia.

Por todo ello, debemos ser enfáticos en defender la democracia, nuestro sistema de gobierno, que puede avanzar y contribuir cada vez más a ser mejores a nuestros ciudadanos, obteniendo calidad de vida, trabajo, salud y seguridad, eso sí, combatiendo a los bandidos que nos perjudican como los corruptos que roban el erario; a ellos todo el peso de la justicia, rápido y sin dilaciones.

Uno de los propios problemas de la democracia, que los hay, es el de dejar que desde la educación se dañe la mente de nuestros jóvenes ya sea en el bachillerato o en la universidad. No obstante, creo que todos aquellos comunistas y socialistas de pacotilla, que predican el cambio de sistema y de gobierno no les ha tocado perder su libertad, ni su capacidad de crear empresa, ni de desarrollar su intelecto; no han perdido la opción de tener bienes propios, pero pronto les sucederá y lograrán entender que los tienen como idiotas útiles permeando la mente de la juventud para después darles un empujón y dejarlos a un lado, como paso en Nicaragua, Venezuela, Bolivia y otros muchos otros países del mundo.

Lo que no entiende la gente, los ciudadanos, es que el comunismo, “es una doctrina económica, política y social basada en el pensamiento marxista que defiende una organización social en la que no existe:

a. La propiedad privada.

b. La diferencia de clases.

c. Los medios de producción están en manos del Estado.

d. Se supone que el Estado distribuye los bienes de manera equitativa y según las necesidades”.

Miren bien, que de forma expresa los coloque en renglón independiente: los cuatro numerales, cambian de un tajo la forma en que vivimos: es así como la industria pasa a manos del Estado y este, simplemente la pierde porque no invierte, no tiene interés en mejorar y crear compañías, solo en sacarles el dinero y luego dejarla en manos de los trabajadores que no tienen cómo hacerla producir, es decir el caos completo.

La propiedad privada desaparece, el Estado es dueño de todo, no hay incentivo para el ser humano, su creatividad colapsa y el Estado decide por él, es decir quedamos como seres inertes, sin rumbo ni motivación, y obviamente las clases sociales desaparecen; por lo bajo todos estaremos iguales, habrá la clase dominante de los gobernantes y los demás estaremos en la olla.

Sí señores, ese es el comunismo, sistema que no prosperó, que se derrumbó con la caída del muro de Berlín, y Rusia entendió que el sistema fue fallido y tuvieron que cambiar, aunque aún les falta. China comprendió que si no cambiaba también fracasaría y hoy es próspera; en ambos países su pretensión inicial se modificó y hoy son países ricos en los que la propiedad privada existe.

El socialismo promulga que “la propiedad y la administración de los bienes de producción sean de las clases trabajadoras con el fin de lograr una organización de la sociedad en la cual exista igualdad política social y económica”.

Vendrán también otros interesados como los talibanes; posiblemente no tengan entrada en América, pero son persistentes y no se sabe nunca con ellos. Y si allí, en Afganistán, por segunda vez regresan al poder estableciendo un gobierno basado en su interpretación extrema de la ley islámica, no faltarán otros fundamentalistas que quieran lo propio con Colombia.

Señores ciudadanos colombianos, no dejemos que nos cambien sin luchar, sin dar la batalla. Podemos lograr una Colombia mejor en democracia y con pujanza, si entendemos en que aguas están pretendiendo que entremos. Viva la democracia, viva nuestra historia.