martes, 30 de marzo de 2021

De cara al porvenir: En desacuerdo

Por Pedro Juan González Carvajal*

Como este es un país conformado por colombianos y no por verdaderos ciudadanos, tradicionalmente se sabe que se van a tomar decisiones o se toman decisiones que nos afectan de manera directa, pero de manera folklórica, nadie expresa su legítimo derecho democrático a decir que no está de acuerdo, dando un ejemplo viviente y continuado de lo que es la indolencia que nos caracteriza.

Esta introducción sirve para expresar mi desacuerdo con una nueva reforma tributaria, por más angelical que sea el nombre que hoy se le coloque: “Proyecto de Ley de Solidaridad Sostenible”.

Es indudable que se requieren unos 30 billones de pesos adicionales para poder enfrentar los retos que nos ha presentado la pandemia y que la aplicación de los recursos está bien intencionada y bien dirigida por parte del Gobierno hacia la población más afectada y a la necesitad de tratar de evitar una hecatombe en términos de generación de desempleo si desaparecen más empresas y unidades económicas informales.

Con lo que no estoy de acuerdo es con la fuente de donde saldrán los recursos, lo cual demuestra el facilismo y la falta de creatividad de este y de todos los gobiernos anteriores que han recurrido a este mecanismo, el de las mal llamadas reformas tributarias, para generar ingresos adicionales y aliviar la caja.   

Sea lo primero resaltar la falta de carácter y de compromiso de todos aquellos gobiernos que en todos los escenarios han reconocido que hace falta una reforma tributaria estructural y no la acometen ni la lideran por falta de gobernabilidad, o dicho en palabras parroquiales, porque no tienen la fuerza política suficiente, o si la tienen, la emplean para sacar adelante otro tipo de intereses.

Lo segundo, es la pasividad cómplice de los gobiernos al no enfrentar de manera frontal el flagelo de la corrupción, enraizada hasta los tuétanos en esta sociedad y en este sistema político nuestro.

Se habla, en órdenes de magnitud, de que la corrupción anual en el país ronda la cifra de los 50 billones de pesos, y en vez de ir a buscarlos, pues más bien nos meten la mano a los bolsillos y lo peor, nos dejamos violar plácidamente.

Es allí donde deben centrarse los esfuerzos, ya que evitando y controlando esa vena rota, generaríamos unos “ahorros” de casi dos reformas tributarias anuales, lo cual, ahí sí, podría apalancar la reactivación de la economía y la atención, primero subsidiada y luego promovida, de la calidad de vida de la mayoría de los colombianos.

Gravar las pensiones es un despropósito, una burla y un atraco para aquellos que hemos ahorrado y aportado nuestros recursos con esfuerzos durante la vida laboral. Las pensiones no son un regalo ni una dádiva del Estado, sino el producto de nuestro trabajo: ¡Respeten!

Otra cosa es que tampoco se ha acometido la gran empresa de garantizar pensiones para todos los ciudadanos, como debe ser: Ahí está la plata de la Corrupción y ahí están los recursos consuetudinariamente mal manejados  por parte de las entidades que han dizque administrado los bienes provenientes de las extinciones de dominio a narcotraficantes, recursos que no se han visto en la proporción esperada y que han sido otra fuente de malos manejos y de corruptelas.

Mientras tanto, seguimos de fiesta. Ya llega la Semana Santa, que para muchos es una “Parranda Santa” y veremos y seremos testigos impávidos de cómo se agudiza la crisis por el COVID ante los contagios que se generarán y que se sabe con anticipación, generarán un tercer y un cuarto pico.

¡Qué bendita especie la nuestra!

Quisiera, finalmente compartir uno de los pocos mensajes inteligentes que he recibido últimamente, que hace parte de Cuentos para Monstruos de Santiago Pedraza: “El hombre lobo viajó por el mundo, buscando algún procedimiento médico que pudiera evitar su horrenda transformación. Después de unos años, encontró a un grupo de doctores capaces de hacer su sueño posible. Estaba harto de convertirse en una criatura grotesca, violenta, e inconsciente. Al despertar del procedimiento, se sintió satisfecho con el resultado, así que se fue a vivir tranquilo al bosque. Estaba feliz, nunca más volvería a convertirse en hombre”.