miércoles, 31 de marzo de 2021

¡Apenas van 34 candidatos!

*Por José Alvear Sanín

Lo más posible es que los editores del Guiness Book of Records no se preocupen por la política colombiana, pero indudablemente 34 candidatos presidenciales —y faltan datos de otros municipios— marcan un nuevo record mundial. Hasta ahora, Ecuador con 16 aspirantes, tenía el título. ¡Y ya conocemos el reservado pronóstico del hermano país!

Las encuestas arrojan datos inseguros, es cierto, pero no pueden descartarse en el análisis político. La más reciente es aterradora: el candidato castro-chavista ocupa el primer lugar, con intención de voto del 23 %, y lo sigue el del socialismo caviar, con 11 %, lo que indica que esos dos individuos —si no hay un cambio dramático— van a la segunda vuelta para que el país escoja entre uno malísimo y otro todavía peor.

Esta comprobación de algo ampliamente percibido desde hace meses parece no asustar. La actitud predominante es la de que es imposible que un irresponsable, con nutridos y malos antecedentes, vaya a ganar. Por tanto, las señoras y señores de los estratos 5, 6, 7 y 8 siguen con la mayor tranquilidad participando en agradables juegos de salón, siendo el favorito el de lanzarse a la presidencia.

Si Petro y Fajardo suman el 35 % de los votos para la primera vuelta, queda un 65 % para disputarse entre 32 personajes intercambiables y similares por ancestros, posgrados, trayectoria profesional, reconocimiento social, etc.

La más sencilla división indica que cada uno de ellos sale del partidor con 2,0325 % de opinión electoral, mientras no se lancen más aspirantes…, y en esta lista no figuran todavía los posibles aspirantes del CD. 

Desde luego, no todos van a perseverar, pero es posible que 10 o 12 sigan hasta la primera vuelta, esfuerzo que solamente les permitirá ese día conversar con el más opcionado para negociar, con sus dos o tres congresistas afines, una cuota de poder: embajada, contrato o inspección de Policía.

Pensar que eso no pueda pasar aquí es una actitud lógica para gentes bondadosas, sencillas, desinformadas y bien-pensantes, como tantos abuelos, la cajera del supermercado, el jardinero… pero en la dirigencia —porque a ella pertenecen estos 32—, esa posición solamente puede indicar o que se ha perdido toda capacidad de reacción, o que se impone la resignación ante algo inevitable, frente a lo cual hay que acomodarse…

Antes de las elecciones siempre se espera la orientación de los expresidentes. Tenemos cinco: Gaviria y Samper, con Petro; Pastrana, hasta ahora callado; Uribe, indeciso, y Santos, que en el momento definitivo puede irse con su amigo Petro o con Fajardo…

Y si hablamos de plata y de medios, Petro es el único que los tiene, y por montones. 

A mí no me da temor señalar el peligro mortal en que se encuentra un país que sale arruinado por la pandemia, carcomido por el narcotráfico e invadido por la corrupción. 

Colombia, al borde del abismo, necesita con urgencia un Churchill o un De Gaulle, porque la respuesta no puede venir de esos 32 amateurs. 

Quod deus vult perdere, prius dementat (Si los dioses quieren perder a alguien, primero lo enloquecen), es uno de los pocos latinajos que recuerdo, y en Colombia parece que estamos enloquecidos y tal vez ya poseídos por la pulsión de muerte de la que hablaba Freud.