lunes, 22 de febrero de 2021

Diferencias

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

Realmente en cualquier país del mundo se percibe lo mismo frente a la forma y manera en que los partidos políticos y los grupos de ciudadanos, plantean sus estrategias y planes de gobierno para llegar al poder convenciendo a los votantes que ellos representan la mejor opción.

Hoy en día, todos sin distinción de credo, presentan a consideración del electorado los mismos puntos a mejorar, que son el empleo, salud, educación, seguridad, recreación, movilidad tanto en la ciudad, como en apertura de nuevas vías para dar acceso al campesino para comercializar sus productos, justicia e institucionalidad, todos ellos son pues comunes a todos los grupos; algunos mencionarán otros, pero sin duda alguna estos son los fundamentales.

Por ello, lo que el ciudadano debe analizar y entender es quién es el líder del grupo o partido, cuál ha sido su comportamiento histórico, si tiene coherencia en lo que dice y expone, si los que lo acompañan realmente tienen preparación y formación académica y si tienen estructurado un programa de gobierno.

Las diferencias ideológicas hoy no se perciben, todos sin exclusión alguna hablan de lo mismo, de la enunciación de la idea, no de la forma en que se va a lograr el cometido y es allí donde en la práctica se pierden todos, se confunden, no hay prioridades y acaban tirando para todas partes para ver qué resultado positivo pueden obtener. Quisiera saber si alguno de nuestros lectores me puede contradecir en esto, lo dudo, pero todo es posible.

Gobernar es un arte, no es cualquier acción, allí se pone en jaque la estabilidad de un territorio y la de sus habitantes; los que generan empleo si no ven un camino claro y preciso pueden desinvertir y llevar sus capitales a otros puertos, y quienes al final pierden son los ciudadanos del común que vivimos del trabajo diario legal, con todas las protecciones y beneficios laborales, esa clase media que se labra con el sudor de la frente su destino y el de sus familias. Por ende, un gobierno que no busque satisfacer el interés general no debe tener cabida, no debe gobernar. Eso ocurre con aquellos populistas que, aprovechándose de la situación económica de un país, incitan y movilizan a los desempleados engañándolos con un mejor futuro, buscando desestabilizarlo y queriéndolo llevar por el camino del mal llamado socialismo, que no es sino un comunismo disfrazado y lleno de guerrilleros, bandidos y forajidos que daño inmenso hacen a nuestra patria.

Comer cuento es muy fácil, otra cosa es gobernar con verdadero sentido social, con oportunidades para todos basándonos en el orden y la disciplina social como principio básico que permite ordenar al Estado, generando confianza interna, credibilidad externa y con instituciones firmes y buenas, con una justicia no politizada, con hombres y mujeres que crean en la ley y en la jurisprudencia, y la cumplan, no interpretándola a su amaño, desbarajustando las bases generales de un verdadero Estado de derecho, un congreso más austero, menos congresistas, menos leyes, más análisis y revisando lo que tenemos antes de crear más y más leyes que no se cumplen.

Este es el verdadero sentido de las diferencias que debemos encontrar entre los partidos, no lo que para todos es igual. Se debe comprender cuál es la forma soterrada y oculta que tienen como objetivo para idiotizar un país, empobrecerlo y llevarlo a la ruina; lo igual lo tenemos claro, ya lo expresé al inicio del artículo, lo importante es entender el verdadero liderazgo de quienes se postulan por obtener el triunfo.

Veo con preocupación las formas de gobierno que hoy están en la mira de los ciudadanos, que, convencidos de los cambios, optaron por elegir gobernantes bastante contradictorios, lejanos a lo que prometieron, y pongo como ejemplo a Medellín, Bogotá y Cali, en donde se extraviaron en el cumplimiento de su deber y generan caos y desestabilización. Y ojo a esos que hay muchos caminando apoyados por la prensa y la radio que publican todas sus ideas y le están haciendo daño a la democracia.

Para terminar y no ir muy lejos, escuché decir a Gustavo Petro, que en Colombia se estaba tramando un golpe de Estado porque se propone prorrogar el mandato del actual presidente por dos años más, lo cual no tiene asidero, no se piensa y no ocurrirá. Pero ese mensaje sí genera confusión y se valen de ello para crear violencia sin necesidad.

Urge que pensemos que los ciudadanos creamos más en nuestros hombres serios, estudiosos, que no prometen el cielo, pero que sí pueden, ordenadamente, dar mejor bienestar a todos los niveles. No al populismo, sí a gobiernos presididos por estadistas, aunque debo reconocer con honda preocupación que no tenemos a la vista ese estadista que buscamos que gobierne pensando en grande, sin sectarismos, odios o revanchismos.