lunes, 18 de enero de 2021

Decisiones

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

Desde pequeños a todos nos enseñan en el hogar y en el colegio a tener herramientas para ir aprendiendo en el trascurso de la vida a tomar decisiones que obviamente van de menos a más y que, en la medida de las circunstancias, pueden tener consecuencias positivas o negativas, las cuales además de afectar a la persona que las toma, pueden, en otras circunstancias, incidir en la vida de toda una comunidad de una manera negativa, como sucede actualmente.

En Colombia, en estos momentos estamos viviendo unas circunstancias especiales con relación al mandato que ejercen actualmente los alcaldes y gobernadores de nuestro país, tanto los de las grandes capitales como las alcaldías de pequeñas ciudades, en donde las decisiones del año 2019 que se tomaron en forma racional, pasado apenas un año, han cambiado radicalmente, por diversos motivos. Los ciudadanos quieren revocar ese mandato, se han dado cuenta de que entre lo que decidieron en su momento y la realidad actual hay abismales diferencias, no se cumplieron los sueños, los programas y las promesas fueron olvidadas, los planes de gobierno simplemente se cambiaron, los independientes no resultaron serlo y los otros, que representaron posiciones políticas de izquierda o de derecha, no estaban preparados para gobernar.

Me dirán algunos que la causa de todo ese incumplimiento de los compromisos adquiridos es por causa de la crisis originada por el virus del covid-19, pero la realidad es que no. No se puede garantizar que en el periodo de gobierno que le corresponda al elegido todo sea color de rosa, por el contrario, uno se debe preparar para gobernar en tiempo de crisis, porque el talante, la responsabilidad, la creatividad y la honestidad, deben estar siempre presentes en todas las circunstancias sean estas positivas o negativas. Lo que vemos hoy en los gobernantes es que parece que están en un circo, dando espectáculo diariamente, controvirtiendo todo, en conflicto con la comunidad y gobernando por Twitter; así no se genera respeto hacia la comunidad, ni él mismo se gana el reconocimiento. Se requiere trabajar para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos y estabilizar las ciudades con decisiones reposadas, analizadas y de largo plazo.

Por tales circunstancias los ciudadanos están hastiados, no creen en nada, no hay gobierno, solo conflicto, no se actúa con serenidad, se burlan por las redes de los que opinan diferente, es pues un caos el que vivimos.

Por todo ello, en buena hora tenemos una democracia participativa, en la que en todo momento el ciudadano continua analizando, pensando y actuando, que además, fundamentada en la Constitución del 91, donde se constituyó la figura de la revocatoria del mandato una ves cumplido el primer año de gobierno, permite, previo cumplimiento de requisitos ya conocidos en las redes sociales, iniciar los procesos revocatorios de los mandatarios elegidos popularmente, eso sí permitiendo el derecho a la defensa o a la réplica en audiencia pública y luego sometida a votación.

Los procesos revocatorios más sonados son los de Bogotá, Cali, Medellín, Cúcuta y Cartagena, pero están en camino otros 28 más, lo que indica que haber consagrado esta figura en la Constitución fue un acierto, evita que el que viene realizando una mala gestión se mantenga en el cargo hasta el fin de su mandato.

En Medellín, ese proceso está en marcha y el 25 de este mes de enero se dará, mediante la virtualidad, la audiencia pública en las que se darán a conocer las razones para solicitar la revocatoria y el alcalde o su delegado podrá defenderse. Luego se entregarán los formularios para que los ciudadanos en las urnas tomen la decisión de revocar o no y para ello, se requieren 92.000 firmas válidas. Creo que con las decisiones diarias que toma el alcalde, la falta de criterio, el perjuicio para la ciudad, los motivos que se aducen que ya pasan de los 50, está favoreciendo el crecimiento del descontento ciudadano y por consiguiente estamos próximos a demostrar que requerimos ciudadanos y gobernantes idóneos para desempeñar el cargo y representar dignamente a la sociedad antioqueña, que tiene tradición, principios y valores, y defiende la institucionalidad y la gobernabilidad. A las urnas.