Por Pedro Juan González Carvajal*
Mientras los mismos con las mismas ya
comienzan a organizar su espectáculo para la próxima campaña electoral para la
Presidencia de la República, ofreciendo todos lo mismo, es decir nada que
solucione o al menos intente solucionar los problemas estructurales del país,
han venido consolidando su presencia en varios campos, colombianos nuevos,
frescos, preparados, que ojalá no sean simplemente incorporados a los distintos
gabinetes como comodines o como “fusibles”, sino que puedan tener la
posibilidad, si así lo desean, de ocupar los más altos cargos del país, o al
menos sean tenidos en cuenta por sus pensamientos, diagnósticos, críticas y
propuestas, que en la mayoría de los casos, como diría Bolívar, “aran en el mar”.
Menciono solo algunos nombres,
reconociendo de entrada que quedan faltando muchos: Juan Pablo Ortega, Mauricio
Cárdenas, Alejandro Gaviria, Mauricio García, William Ospina, Karen Abudinen,
María Paz Gaviria, entre aquellos que, dentro de su campo específico, podrían
asumir las riendas de un país donde algunos se atornillan al poder y otros
simplemente lo usan para su propio beneficio, con las pocas excepciones propias
de cualquier actividad humana.
Lo que sí es positivo es que existe
materia prima nueva no contaminada, como ha sucedido siempre a través no solo
de nuestra historia, sino de la historia misma de la humanidad.
Se ufanan las autoridades de todos los
niveles de la disminución, el pasado año, de homicidios, lesiones personales,
secuestros, accidentes de tránsito y otra serie de delitos y crímenes que
tradicionalmente nos agobian. Lo presentan como logro de sus gobiernos, lo cual
no es cierto, ya que están omitiendo un pequeño detalle: el 2020 ha sido un año
atípico por la pandemia y durante casi medio año hemos estado semi encerrados,
lo cual genera condiciones que no propician este tipo de crímenes. Es bueno
saber cómo ha crecido la violencia intrafamiliar, los abusos con menores y
mascotas, y todo aquello asociado con la intolerancia, sin dejar de tener en
cuenta los exterminios y masacres que no tienen control por parte del gobierno.
Crudísima la ola invernal que nos
agobia por estos días. Se siguen presentando inundaciones en algunos sectores
recurrentes de nuestra ciudad, así como tragedias por deslizamiento en sectores
también previamente diagnosticados.
¿Mal dimensionamiento de las redes de
alcantarillado? ¿Falta de mantenimiento de las redes de alcantarillado? ¿Mal
comportamiento ciudadano en el manejo de las basuras y los escombros? ¿Desidia
gubernamental o incapacidad para evacuar oportunamente a la gente que habita en
lugares de más alto riesgo?
Respuestas no hay, disculpas,
afectados y muertos sí.
Por estos días se vuelve a mencionar
un trayecto dentro de nuestras carreteras que hace decenios fue todo un hito en
las competencias ciclísticas: La subida al Páramo de Letras. Resuenan en mis
oídos las transmisiones de Julio Arrastía Bricca, acompañado por Alberto
Piedrahíta, donde se narraba la epopeya de un Cochise Rodríguez, montado sobre
su “caballito de acero”, que no tenía nada que ver con las sofisticadas ciclas
de hoy.
De Mariquita al Páramo de Letras hay
80 kilómetros de pendiente continuada. Deberíamos aprovechar nuestro buen nivel
ciclístico internacional para promover una jornada mundial de escaladores, con
este trayecto, la subida al Alto de Minas, una crono etapa a Santa Helena y
otros tantos circuitos montañosos que merecen ser desafiados y/o padecidos por
los mejores del mundo.
NOTA: Mis mejores deseos por un año
2021 más generoso que el 2020.