martes, 19 de enero de 2021

De cara al porvenir: expectativas aterrizadas

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal*

Es absolutamente claro que, para poder realizar análisis serios en temas económicos, hay que tener en cuenta la multitud de aristas asociadas o que se desprenden del propio análisis, en cuyo caso la mejor metodología, aun cuando hoy, escasamente empleada, es la economía política.

Con el debido respeto, algunos críticos aseguran que los economistas son especialistas en explicar por qué no se dieron o se pudieron dar los resultados que habían previsto con anterioridad, lo cual muchas veces, resulta cierto.

Ante las realidades que enfrentamos, respetuosamente discrepo de las opiniones optimistas emitidas por entidades como Fedesarrollo, Asobancaria, Planeación Nacional, Ministerio de Hacienda, gremios económicos, cámaras de comercio, Comunidad Andina de Naciones, el BID, el FMI, entre otros varios agentes, cuando se ponen a especular acerca de cuánto va a crecer la economía en este año.

Sea lo primero reconocer que a los diferentes niveles directivos tanto públicos como privados del planeta, nos corresponde irradiar optimismo, para motivar a la gente y no fomentar la caída de ánimo.

Sin embargo, este optimismo debe ser serio y responsable. Venimos de un año atípico por los efectos de la pandemia y la inestabilidad de los mercados ante la incertidumbre que ha generado el gobierno de Donald Trump. El año 2020 fue de decrecimiento económico a nivel mundial, donde se habla con claridad de la destrucción de empleos y la aniquilación de empresas débiles, sobre todo en lo que tiene que ver con la famiempresa, la micro y la pequeña empresa, sin olvidar ni mucho menos a los ejércitos de ciudadanos que componen la economía informal a lo largo y ancho del planeta.

Siendo estrictos, deberíamos enfrentar el futuro pensando en la reconstrucción económica y no en el crecimiento económico, pues lo que lograremos hacer, si nos va bien, es tratar de recuperar los niveles alcanzados previamente, para poder compensar los saldos negativos que hoy tenemos como resultados reales.

Recordemos a Covey cuando nos invita a intervenir y ocuparnos solo en aquellos procesos y tomas de decisiones sobre los cuales podemos tener alguna injerencia y entender y sobrellevar las decisiones sobre los cuales son otras instancias quienes tienen las riendas de los manejos particulares.

Nadie tiene el control sobre la pandemia, y a pesar del optimismo que genera la aparición temprana de una vacuna, todavía en proceso de evaluación real, no es posible predecir crecimientos económicos sin haber superado plenamente esta circunstancia que, a todo y a todos nos afecta. El nuevo rebrote planetario en las primeras semanas de enero, hecha por tierra los análisis optimistas y tempraneros de los agentes económicos anteriormente mencionados y obviamente, las expectativas de los mercados.

Otro hecho que genera inquietud es que por un lado las Bolsas especulativas del mundo van viento en popa, mientras la economía real depende de una ilusión. En análisis serios se podría advertir la configuración de lo que algunos analistas denominan como “burbuja”, que no se sabe cuándo explotará, acabando de complicar el asunto con una crisis financiera global y el desplome de los mercados.

Y mientras tanto, el oro y el Bitcoin por las nubes.

Dice el Evangelio que hay épocas para sembrar y épocas para cosechar. Hoy estamos ante una realidad que nos obliga a organizar y preparar un terreno destrozado para un nuevo tipo de siembra.

Es determinante la protección y el desarrollo estable del sector agropecuario, pues ante la pandemia nos hemos dado cuenta de que, sin garantizar el aprovisionamiento alimentario, es imposible manejar la situación socio política que traen las medidas que han tomado los diferentes gobiernos en el mundo, como las cuarentenas y los confinamientos voluntarios o impuestos.

Otro asunto de primer orden son las implicaciones del manejo político constitucional con respecto al ejercicio de las libertades y a la necesidad de los gobiernos de tomar medidas que pueden asociarse a esquemas propios de gobiernos autoritarios. La estabilidad económica, está íntimamente ligada a la estabilidad democrática sobre todo en Occidente.

El apoyo de la tecnología ha sido el elemento fundamental para que el planeta no se hubiera detenido abruptamente. El impacto del uso intensivo de las diferentes plataformas tecnológicas disponibles hoy y mejoradas y consolidadas durante la pandemia, traerá, enormes cambios en el funcionamiento del futuro inmediato de las estructuras sociales, políticas, económicas y empresariales.

Las instituciones de todo tipo, cuyos procesos de cambio y evolución se asocian a procesos de larga duración, deberán reacomodarse de manera rápida, asunto en el que no tienen la experiencia necesaria, lo cual llevará al colapso de algunas y a la aparición de sus reemplazos de una manera pronta.

Por ahora somos testigos de una tragedia que traerá enormes procesos de cambio y por qué no, un anticipado y apresurado cambio de época.