martes, 8 de diciembre de 2020

De cara al porvenir: futboleras

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal*

Es justo tomarse un descanso de los temas globales y locales que saturan nuestra cotidianidad. Por hoy, olvidémonos del virus, de Trump, de la JEP, de movimientos revocatorios de mandatos y dediquemos un rato a un tema que, por cuenta de la pandemia, ha tenido un año totalmente atípico.

Iniciaron las eliminatorias a Qatar 2022, con un buen arranque de nuestra selección en la primera ronda, y un estrepitoso fracaso en la segunda, pero, con la triste sensación de ver los partidos con los estadios vacíos, de ver jugadores que no pueden ser convocados por estar afectados por el covid-19 o por estar preventivamente en cuarentena. Ojalá en el 2021, podamos ver de nuevo a los aficionados en las tribunas pues, como lo dijo alguna vez Enrique Santos Discépolo, en una película en la que fue guionista y actor, el hincha es una de las razones de ser del fútbol: “El hincha es el alma de los colores, el hincha no se ve, el hincha se da todo sin esperar nada, ese es el hincha, ese soy yo”.

Y hablando de hinchas…cómo no hablar de Nacional. Terminó la segunda y turbulenta era del profesor Osorio, gracias por los títulos de su primera etapa, y por el trabajo y profesionalismo de siempre. ¡Buen viento y buena mar!

En esta segunda etapa se mostró confundido, irascible, errático. Desde la misma confección de la nómina, tomó decisiones equivocadas al pedir la contratación de jugadores que no tienen nada que hacer en un equipo de la dimensión del Verde y al dejar zonas totalmente desequilibradas, la más notoria de ellas, la zona defensiva. En un equipo en el que el propio Osorio y el profesor Rueda  tuvieron como baluartes a Henríquez, Murillo, Nájera, Estefan Medina, Dávinson Sánchez, Daniel Bocanegra cuando fungió de central, Carlos Cuesta, Felipe Aguilar y en el que los hinchas de mi generación vimos a Óscar Calics, Teófilo Campaz, Pacho Maturana, el Zurdo López, el Polaco Zemenewics, José Luis Brown, Nolberto Molina, Andrés Escobar, Luis Carlos Perea, Iván Ramiro Córdoba, Aquivaldo Mosquera, entre otros, resulta desconcertante ver a los centrales que hoy tiene el equipo y resulta incomprensible que llegado el momento de escoger entre Nicolás Hernández y Segura, se haya optado por este último, privilegiando la talla sobre la técnica.

Hoy el equipo cuenta con algunos jugadores buenos, Andrade, por ejemplo, ninguno excepcional, y otros que no están a la altura de la camiseta bicampeona de América. Hay jugadores que no generan ni empatía, ni simpatía y mucho menos uno solo que pueda catalogarse como ídolo.

Viendo los partidos que se han jugado desde la reanudación del torneo, con presentaciones lamentables, siento que lo mejor que le ha pasado a Nacional es estar jugando con el estadio vacío pues se ha ahorrado la rechifla de la hinchada que es tan exigente como la historia misma del equipo lo permite.

Aunque no tiene relación directa con el rendimiento deportivo y en el entendido de que cada quien puede “hacer de su capa un sayo”, qué feo se ve Déinner Quiñones con su exótico peinado. Como lo hizo alguna vez un director técnico de la selección brasilera, debería ser regla para presentarse a los entrenamientos y a la cancha, tener una presentación personal adecuada. El peinado de fuentecita se lo puede hacer para ir a una fiesta, pero no para estar en el lugar de trabajo. Ahora bien, el día que sea la figura del equipo, que se lo eche al hombro, que quede como goleador histórico y desbanque a Armani y a Henríquez como los más veces campeones, me comprometo a que yo mismo adoptaré el motilado estilo Quiñones.

En fin, a lo mejor normas como esas, pueden parecer más rígidas que la cintura de Braghieri.

En este año atípico Nacional ha quedado eliminado en la primera serie del torneo final, pero independientemente a que hubiera avanzado, en cualquier caso, es indispensable acertar en la designación del nuevo D.T. y en la confección de una nómina equilibrada y competitiva. Además, es necesario marcar diferencia con los recursos con los que se cuenta, como el centro de alto rendimiento el cual, hasta ahora, solo ha traído consecuencias nefastas pues fue el detonante de la salida del técnico campeón de la Copa Libertadores, Reinado Rueda.

Pidamos lucidez a nuestros directivos, pues más de tres años de sequía de títulos y de tumbos en las decisiones, no son lo normal para un equipo como Nacional.