lunes, 7 de diciembre de 2020

Navidad

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

Cada año, por esta misma época, celebramos la Navidad, que no es otra cosa que una festividad religiosa, que se celebra el 25 de diciembre en conmemoración del nacimiento de Jesús, por tanto, es una festividad cristiana, acogida por los pueblos católicos del mundo y que conlleva alegría, bienaventuranza, alumbrados y toda una actividad relacionada con ella. Recordamos los villancicos que cantábamos todos desde el 16 de diciembre en las Novenas de Aguinaldo o desde antes cuando las mamás de esa época nos hacían escuchar toda esa música alegre, linda y que hoy se nos vuelve nostálgica.

El fervor religioso está latente en el corazón de nuestra sociedad, en las familias y aun en el comercio, que aprovecha estas festividades para mejorar, incrementar y compensar los días y meses del año, porque es una época donde se dan aguinaldos ‒aunque hoy menos que antes‒, donde estrenan los miembros de la familia ‒hoy quién sabe‒, y donde se disfrutan de vacaciones colectivas en las empresas ‒hoy no será así y continuará el trabajo en casa‒. Los hijos están fatigados de estar con limitaciones en su movilidad, los que se graduaron, tristes por no tener la ceremonia de grado; este de 2020, es un mes que tiene más tristeza y nostalgia que cualquier otro.

Por ello, considero necesario reflexionar un poco sobre lo que nos sucedió este año, que para ningún ser humano ha sido fácil. En eso estamos todos igualados, las dificultades no tienen preferencia y para el que tiene mucho o para el que tiene poco, guardando las proporciones, han sido iguales. Unos por mantener el empleo o la fuente de ingreso propia y los otros por mantener viva la empresa, pagar sueldos, endeudarse, en fin, seguir creyendo en el futuro. Hasta las Iglesias de todo tipo, vale decir de cualquier religión, han sufrido igual los rigores de la pandemia, con cierres y alejamiento de los fieles. En el deporte, los establecimientos abiertos al público, almacenes y restaurantes, se ha sentido el rigor de la ausencia de los compradores y comensales. Nadie, y lo reitero, se escapó de sufrir los rigores de este virus que nos quiere acabar.

Tristeza tengo, han fallecido más de 60 conocidos míos en el territorio nacional, es demasiado porque no alcanza uno a recuperarse de la de uno y llega la noticia del otro. Es día a día vivir la incertidumbre, pero queda el recuerdo, lo vivido y la esperanza.

Han cambiado bruscamente las formas habituales de la vida, ahora sin duda alguna regresamos a un pasado lejano que era el de regocijarnos con nuestras familias, conversar al lado de un buen café, recordar tiempos, almorzar y comer juntos, hablar de historia de los abuelos, anécdotas que me parece han enriquecido a nuestros hijos. Ellos ven hoy nuestra historia y la de los antepasados más cercana, se sienten arropados por la familia, les gusta llegar a la cama de los padres como hacíamos nosotros y conversar o ver series juntos, comentarlas y dormir tranquilos al lado de sus padres.

Hoy los trabajadores colombianos, agradecen, valoran y respetan la posibilidad de tener un trabajo digno, que permita llevar el sustento a la familia y tener algunos pequeños gustos y disfrutes de las cosas que desean y se requieren. Eso para mí ha sido magnífico vivirlo, escuchar a la gente dando gracias a Dios por el ingreso, por tener la posibilidad de no perderlo, y entregando de sí todo para que la empresa salga adelante. Es increíble, cambio total de actitud, obviamente no en todos porque siempre ha habido miles de personas que agradecen tener empleo y lo disfrutan. Me refiero a los que renegaban, hoy no lo hacen, ven el esfuerzo de sus empleadores, sorteando matojos sin bajar la guardia. Eso es un cambio total, que espero no se olvide y que cada día que pase lo recuerden, enseñen a sus hijos esa lección y continúen aportando su grano de arena.

Como ven, estamos en Navidad, disfrutando de ella, reflexionando sobre lo malo y lo bueno que nos ha sucedido este año. Lo recordaremos por el sufrimiento, la angustia y el sentirnos realmente como somos, y como diría el poeta “leves briznas al viento y al azar”.

En nombre del equipo de El Pensamiento al Aire les deseamos una feliz Navidad, que la disfruten y gocen como si fuese la última y agradecemos el habernos acogido en sus hogares con nuestro contenido.

Feliz Navidad.