Por Antonio Montoya H.*
Cada año, por esta misma época, celebramos la Navidad,
que no es otra cosa que una festividad religiosa, que se celebra el 25 de
diciembre en conmemoración del nacimiento de Jesús, por tanto, es una
festividad cristiana, acogida por los pueblos católicos del mundo y que
conlleva alegría, bienaventuranza, alumbrados y toda una actividad relacionada
con ella. Recordamos los villancicos que cantábamos todos desde el 16 de
diciembre en las Novenas de Aguinaldo o desde antes cuando las mamás de esa
época nos hacían escuchar toda esa música alegre, linda y que hoy se nos vuelve
nostálgica.
El fervor religioso está latente en el corazón
de nuestra sociedad, en las familias y aun en el comercio, que aprovecha estas
festividades para mejorar, incrementar y compensar los días y meses del año,
porque es una época donde se dan aguinaldos ‒aunque hoy menos que antes‒, donde
estrenan los miembros de la familia ‒hoy quién sabe‒, y donde se disfrutan de
vacaciones colectivas en las empresas ‒hoy no será así y continuará el trabajo
en casa‒. Los hijos están fatigados de estar con limitaciones en su movilidad,
los que se graduaron, tristes por no tener la ceremonia de grado; este de 2020,
es un mes que tiene más tristeza y nostalgia que cualquier otro.
Por ello, considero necesario reflexionar un
poco sobre lo que nos sucedió este año, que para ningún ser humano ha sido
fácil. En eso estamos todos igualados, las dificultades no tienen preferencia y
para el que tiene mucho o para el que tiene poco, guardando las proporciones,
han sido iguales. Unos por mantener el empleo o la fuente de ingreso propia y los
otros por mantener viva la empresa, pagar sueldos, endeudarse, en fin, seguir
creyendo en el futuro. Hasta las Iglesias de todo tipo, vale decir de cualquier
religión, han sufrido igual los rigores de la pandemia, con cierres y
alejamiento de los fieles. En el deporte, los establecimientos abiertos al
público, almacenes y restaurantes, se ha sentido el rigor de la ausencia de los
compradores y comensales. Nadie, y lo reitero, se escapó de sufrir los rigores
de este virus que nos quiere acabar.
Tristeza tengo, han fallecido más de 60
conocidos míos en el territorio nacional, es demasiado porque no alcanza uno a
recuperarse de la de uno y llega la noticia del otro. Es día a día vivir la
incertidumbre, pero queda el recuerdo, lo vivido y la esperanza.
Han cambiado bruscamente las formas habituales
de la vida, ahora sin duda alguna regresamos a un pasado lejano que era el de
regocijarnos con nuestras familias, conversar al lado de un buen café, recordar
tiempos, almorzar y comer juntos, hablar de historia de los abuelos, anécdotas
que me parece han enriquecido a nuestros hijos. Ellos ven hoy nuestra historia
y la de los antepasados más cercana, se sienten arropados por la familia, les
gusta llegar a la cama de los padres como hacíamos nosotros y conversar o ver
series juntos, comentarlas y dormir tranquilos al lado de sus padres.
Hoy los trabajadores colombianos, agradecen,
valoran y respetan la posibilidad de tener un trabajo digno, que permita llevar
el sustento a la familia y tener algunos pequeños gustos y disfrutes de las
cosas que desean y se requieren. Eso para mí ha sido magnífico vivirlo,
escuchar a la gente dando gracias a Dios por el ingreso, por tener la
posibilidad de no perderlo, y entregando de sí todo para que la empresa salga
adelante. Es increíble, cambio total de actitud, obviamente no en todos porque
siempre ha habido miles de personas que agradecen tener empleo y lo disfrutan. Me
refiero a los que renegaban, hoy no lo hacen, ven el esfuerzo de sus
empleadores, sorteando matojos sin bajar la guardia. Eso es un cambio total,
que espero no se olvide y que cada día que pase lo recuerden, enseñen a sus
hijos esa lección y continúen aportando su grano de arena.
Como ven, estamos en Navidad, disfrutando de
ella, reflexionando sobre lo malo y lo bueno que nos ha sucedido este año. Lo
recordaremos por el sufrimiento, la angustia y el sentirnos realmente como somos,
y como diría el poeta “leves briznas al viento y al azar”.
En nombre del equipo de El Pensamiento al
Aire les deseamos una feliz Navidad, que la disfruten y gocen como si fuese
la última y agradecemos el habernos acogido en sus hogares con nuestro
contenido.
Feliz Navidad.