lunes, 6 de enero de 2020

La muerte del general Soleimani


Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
Para muchos de nosotros los colombianos, el general Soleimani, era desconocido, por cuanto su figuración diaria en las noticias mundiales no era muy notoria. Era un hombre muy importante y representativo en Irán, el segundo al mando y gran opositor de Estados Unidos y de la coalición, además de ser el artífice de la política de Irán en el medio Oriente, es decir, allí, organizaba y lideraba.

No era entonces un don nadie, representaba la oposición y los ataques contra la coalición y por ello era visto como un peligro para la seguridad internacional; tenía claro qué pretendía y cómo iba minando las fuerzas americanas dando de baja a miles de soldados y generando soterradamente un caos mayor en el Medio Oriente.

Pensarán muchos que fue un asesinato contra un general de un país, lo cual no es así. Fue atacado por matar soldados, matar civiles, el último de ellos un contratista americano que prestaba servicios y que no estaba involucrado en combates ni en guerras, un civil que fue dado de baja por el solo hecho de ser americano el día 27 de diciembre del año anterior.

Desde años anteriores, siendo presidente Obama, ya lo tenían en la mira, pero no actuaban precisamente por las consecuencias que podría tener un eventual ataque al general y su muerte para el mundo.

El presidente Trump, lo planeó, lo consultó con sus asesores y actuó en defensa de la seguridad mundial, como la única manera de evitar los ataques del general contra los americanos y sus aliados.

El tema no es solo analizar la muerte del general, sino las repercusiones que ello tenga en el mundo. Escuché al presidente iraní manifestar públicamente que el asunto no se quedaba así, que tendrían repercusiones y ataque por parte de ellos, es decir, los problemas en el Medio Oriente se radicalizan y puede ocurrir como sucede en nuestro país, que se da de baja a un bandido y ahí mismo salen otros veinte peores o iguales que generan el caos y la zozobra.

Lo que suele suceder después de un ataque de estos es que se radicaliza el odio y el deseo de venganza; lo pudieron ver ustedes en los noticieros, las calles abarrotadas de personas con banderas yihadistas, del Esbola, llorando y clamando justicia, que no es otra que la de matar y matar a todo lo que sea occidental, sin distingo de raza o país, todo lo que no sea árabe debe pagar la afrenta.

Obviamente no soy experto en temas del Medio Oriente, pero allí se vive un conflicto de miles de años, por tierras, religión y política, lo que conduce a que las pasiones se mantengan vivas, que la razón no exista y así, día tras día, en cada país sin distingo, se atacan, mueren y todo ¿para qué?, en mi opinión para nada, solo para destruir y causar dolor.

Es tan cierto lo que manifiesto que se dio una orden por parte del gobierno de Los Estados Unidos de retiro de los ciudadanos americanos que se encuentren allí y también un comunicado de Inglaterra, invitando a los ingleses a no visitar esas tierras, lo que indica que existen serios indicios de que los próximos días y meses no serán fáciles para la convivencia en el Medio Oriente.

Nosotros, los ocupantes de la tierra, parece que no vamos a lograr comprender que debemos convivir juntos, que no hay raza, religión o política, mejor que otra, que debemos luchar por lo que creemos respetando el derecho del otro. Eso lo sabemos desde nuestros primeros días, pero no lo logramos. La concertación es la base fundamental para la convivencia y a eso debemos dedicar nuestras fuerzas para lograr vivir en paz, aquí, allá y en cualquier lugar. Las muertes, fundamentadas o no, conducen a más violencia. Luchemos por encontrar la manera de que hablemos de la convivencia y así lograremos tener un pedazo de un territorio vasto en la que todos quepamos.