Por Antonio Montoya H.*
Para
muchos de nosotros los colombianos, el general Soleimani, era desconocido, por
cuanto su figuración diaria en las noticias mundiales no era muy notoria. Era
un hombre muy importante y representativo en Irán, el segundo al mando y gran
opositor de Estados Unidos y de la coalición, además de ser el artífice de la
política de Irán en el medio Oriente, es decir, allí, organizaba y lideraba.
No
era entonces un don nadie, representaba la oposición y los ataques contra la
coalición y por ello era visto como un peligro para la seguridad internacional;
tenía claro qué pretendía y cómo iba minando las fuerzas americanas dando de
baja a miles de soldados y generando soterradamente un caos mayor en el Medio Oriente.
Pensarán
muchos que fue un asesinato contra un general de un país, lo cual no es así. Fue
atacado por matar soldados, matar civiles, el último de ellos un contratista
americano que prestaba servicios y que no estaba involucrado en combates ni en
guerras, un civil que fue dado de baja por el solo hecho de ser americano el
día 27 de diciembre del año anterior.
Desde
años anteriores, siendo presidente Obama, ya lo tenían en la mira, pero no
actuaban precisamente por las consecuencias que podría tener un eventual ataque
al general y su muerte para el mundo.
El
presidente Trump, lo planeó, lo consultó con sus asesores y actuó en defensa de
la seguridad mundial, como la única manera de evitar los ataques del general contra
los americanos y sus aliados.
El
tema no es solo analizar la muerte del general, sino las repercusiones que ello
tenga en el mundo. Escuché al presidente iraní manifestar públicamente que el
asunto no se quedaba así, que tendrían repercusiones y ataque por parte de
ellos, es decir, los problemas en el Medio Oriente se radicalizan y puede
ocurrir como sucede en nuestro país, que se da de baja a un bandido y ahí mismo
salen otros veinte peores o iguales que generan el caos y la zozobra.
Lo
que suele suceder después de un ataque de estos es que se radicaliza el odio y
el deseo de venganza; lo pudieron ver ustedes en los noticieros, las calles
abarrotadas de personas con banderas yihadistas, del Esbola, llorando y clamando
justicia, que no es otra que la de matar y matar a todo lo que sea occidental,
sin distingo de raza o país, todo lo que no sea árabe debe pagar la afrenta.
Obviamente
no soy experto en temas del Medio Oriente, pero allí se vive un conflicto de
miles de años, por tierras, religión y política, lo que conduce a que las
pasiones se mantengan vivas, que la razón no exista y así, día tras día, en
cada país sin distingo, se atacan, mueren y todo ¿para qué?, en mi opinión para
nada, solo para destruir y causar dolor.
Es
tan cierto lo que manifiesto que se dio una orden por parte del gobierno de Los
Estados Unidos de retiro de los ciudadanos americanos que se encuentren allí y
también un comunicado de Inglaterra, invitando a los ingleses a no visitar esas
tierras, lo que indica que existen serios indicios de que los próximos días y
meses no serán fáciles para la convivencia en el Medio Oriente.
Nosotros,
los ocupantes de la tierra, parece que no vamos a lograr comprender que debemos
convivir juntos, que no hay raza, religión o política, mejor que otra, que
debemos luchar por lo que creemos respetando el derecho del otro. Eso lo
sabemos desde nuestros primeros días, pero no lo logramos. La concertación es
la base fundamental para la convivencia y a eso debemos dedicar nuestras
fuerzas para lograr vivir en paz, aquí, allá y en cualquier lugar. Las muertes,
fundamentadas o no, conducen a más violencia. Luchemos por encontrar la manera
de que hablemos de la convivencia y así lograremos tener un pedazo de un
territorio vasto en la que todos quepamos.