Por Andrés de
Bedout Jaramillo*
Hoy están hablando
y debatiendo sobre las 16 curules o puestos en el congreso de la República,
para las víctimas.
El problema radica
en que como hay víctimas de lado y lado, porque hay victimarios de lado y lado,
esas 16 curules terminarán inclinando la balanza hacia el lado de las víctimas
de la guerrilla o hacia el lado de las víctimas de los paramilitares, o hacia
el lado de las víctimas de los desafortunados falsos positivos de la fuerza
pública.
¿Será que se
determinan el número de víctimas, se dividen por el número de curules y se le
asignan curules a cada uno de los 3 casos? ¿Tantas curules para las víctimas de
la guerrilla, tantas curules para las víctimas de los paramilitares y tantas
curules para las víctimas de los desafortunados falsos positivos de la fuerza
pública?
Viene otro
problema, cuando hablamos de víctimas hablamos de personas fallecidas
violentamente, muertos, y los hay de cadáveres identificados, sin identificar y
desparecidos. En los desaparecidos los hay encontrados e identificados y no
encontrados, supongo con declaración de muerte por desaparecimiento y con
indicio de posible victimario.
Mejor dicho, las
curules serán para repartir entre sectores que defenderán los intereses de los
grupos de izquierda, donde se ubican supuestamente los guerrilleros y
exguerrilleros, sectores que defenderán los intereses de la derecha donde se
ubican supuestamente los paramilitares y la fuerza pública.
El tema es tan
complejo, que razón tiene el Presidente al proponer que sean los partidos
políticos los que cedan esas curules a las víctimas; al fin y al cabo, son
ellos los que pretenden defender a los victimarios en sus
equivocadas actuaciones, supuestamente motivadas y provocadas por actuaciones
de otros victimarios.
El error está en
que no nos hemos puesto de acuerdo en el hecho de que los victimarios deben
todos correr la misma suerte independientemente de dónde vengan: guerrilla,
paramilitares y fuerza pública.
Como el problema es
de origen político, es la política la que lo tiene que resolver. De ahí la
importancia de los partidos políticos, de la institucionalidad, del respeto a
las autoridades y lo más importante, de comportarnos bien, como nos enseñó
nuestro Señor Jesucristo.
Yo no sé por qué me
metí en este tema tan maluco. En fin, de pronto mi análisis sirva de algo o a
lo mejor no sirva de nada, pero me atreví.