Por Antonio Montoya H.*
Día esperado por todos los colombianos para
bien o para mal, cae jueves y será trascendental para la democracia, la
institucionalidad, la civilidad, la esperanza y el futuro.
Hay mucho que decir, pero solo me referiré a
varios puntos que considero deben ser sopesados por la opinión pública:
1. Los recientes elegidos gobernadores, alcaldes,
concejales, diputados y miembros de las juntas de acción comunal, deben
manifestarse públicamente en cada una de sus regiones para invitar a sus
electores a tener un comportamiento adecuado, evitando desmanes, atropellos,
quemas y pedreas por donde trascurran las manifestaciones. Ellos tienen
liderazgo y lo acaban de demostrar en las urnas. Pues que se sientan el 21, y
desde antes, convocando a la civilidad, porque, además, serán ellos mismos los
que tendrán que iniciar el proceso de solución de los daños y perjuicios que se
generen desde el momento en que se posesionen.
2. Las fuerzas armadas y la policía deberán
estar atentos, no provocando a los manifestantes que bajo cualquier pretexto iniciarán
su actividad vandálica, argumentando la violencia del estado. Pero sin duda
alguna, tenemos un ministro de Defensa, el doctor Carlos Holmes Trujillo, que
desde el inicio mostró talante, conocimiento y sobre todo compromiso enérgico
con la legalidad; además, enunció diez pilares con los cuales dará cumplimiento
al encargo. Se ve desde la cabeza unas fuerzas armadas que recuperan su
dignidad y que enfrentarán a los enemigos de la democracia con coraje, voluntad
y energía.
3. Los partidos políticos en cabeza de sus
dirigentes deben salir a opinar, no deben estar callados, metidos en sus
trincheras de la sede del partido. Por medio de su palabra que den una voz de
apoyo al gobierno, a su propio partido y a sus propios intereses. No deben
actuar mañosamente y sí deben exigir a sus miembros activos que se abstengan de
cometer actos delictuosos porque ellos mismos serán los afectados.
4. Las organizaciones sindicales ya están citadas
a Palacio en los próximos días, con el fin de analizar temas de productividad,
salarios y otros tópicos de importancia como la eventual reforma pensional y una
reforma laboral sobre salarios diferenciales. Por esto no vemos necesidad de
que los sindicatos convoquen a la marcha y entren en conflicto con el Estado,
están en mesa de diálogo, concertación y por ende no es oportuna la salida
masiva a las calles. De todas maneras, si lo hacen que sea en forma respetuosa;
piensen que si agreden el comercio están atacando su propia fuente de trabajo.
5. Docentes y Fecode, nada que decir, se
mantienen en paro, la ilegalidad es su marca, deberían dedicarse a enseñar y a
dar ejemplo a la juventud; la sociedad merece el respeto de ellos. Si tienen
diferencias sobre temas específicos o sobre incumplimiento a los acuerdos, se
deben arreglar y solucionar en la mesa sin levantarse hasta lograr un pacto
definitivo que le dé tranquilidad al país por mucho tiempo.
6. Estudiantes, muchos tienen en vilo sus
semestres, pendientes de un hilo, lo cual afecta a sus padres, la economía y al
desarrollo; deberían estar dedicados a formarse y a capacitarse en diversos
saberes para aportar al crecimiento económico. Deben recordar que recientemente
les asignaron recursos importantes a la educación y a las universidades públicas.
7. Desempleados, si salen a marchar que sea con
respeto, de lo contrario quienes más se verán afectados serán ellos mismos, por
cuanto con los daños y perjuicios económicos a las empresas por causa del cese del
trabajo, se dificultará su nueva vinculación a prestar un servicio remunerado.
8. Los países que recientemente han tenido y aún
tienen problemas de gobernabilidad, que han sufrido los desmanes, cuyas hordas incontrolables
movidas por la izquierda, que han sumido a Chile, Bolivia, Ecuador y Venezuela
en zonas de conflicto social, son palpable ejemplo del estado al que podríamos
llegar sino estamos todos prestos a defender la institucionalidad.
En consecuencia, un paro nacional, que tiene su
fundamento en la valides de la protesta social, no puede conllevar al caos. Protestar
para hacer daño no tiene excusa; reflexionemos y pensemos en grande; matando
gente y dañando el bien común no da méritos. Salgan en silencio, caminen y
protesten donde se pueda medir el malestar, sin daño, así se puede dar una
muestra del sentimiento nacional, de la necesidad de cambiar, de cumplir las
promesas.
Ojo colombianos, es cierto también, y no se
puede negar, que debemos en este sistema democrático buscar con ahínco, con decisión,
derrotar los índices de pobreza extrema, mantener controlado el costo de vida,
proteger el trabajo, buscar la mayor eficiencia en la prestación del servicio
de salud, el acceso a la educación (aunque vale la pena decir que tenemos
educación gratuita hasta el último año de bachillerato), fortalecer las artes y
oficios que son los que nos permitirán crecer en las regiones, además de fortalecer
el agro, la recreación y el deporte. Es necesario que trabajemos en ello y que
digamos la verdad, que no es otra que, reconocer que nos han robado el país
unos pocos, que sabemos quiénes son, que no están en la cárcel sino en sus
casas, y que por ellos la credibilidad en las instituciones es poca. Debemos
terminar con la permisividad en el Congreso, tener leyes fuertes y sin protecciones
especiales para nadie, así estaremos generando confianza para avanzar.