lunes, 7 de octubre de 2019

Llegó la hora


Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.Por más que uno trate de dilatar una cita crucial, posponerla, o buscar formas de no llegar a ella, tarde que temprano le llega el término y en muchas ocasiones o en casi todas, es mejor enfrentarlas de una vez, para evitar suspicacias y que así surjan los enemigos que buscan hacer daño y obtener lectores, raiting o cualquier otra forma efímera de ser conocidos.

Me voy a referir en esta oportunidad a la citación que la Corte Suprema de Justicia le efectuó al señor expresidente Álvaro Uribe, para ser escuchado en indagatoria donde es acusado por dos delitos: uno por falsedad y otro por compra de testigos.

Uno y otro no tienen asidero jurídico, los acusadores son todos bandidos o ex bandidos, asesinos en serie que masacraron a miles de personas en Colombia, que pagaron condena o aún la pagan, y que buscan vengarse del Expresidente que los extraditó. Este montaje es liderado por personajes nefastos que no le han aportado al país un solo proyecto o una idea para mejorar las condiciones de vida de nuestra gente, por el contrario, han buscado acabar con el Expresidente, porque no ha comido cuento y ha defendido con esmero y ahínco la democracia colombiana.

Miremos un poco hacia atrás, remontándonos al año 2002, fecha en que se inició el primer mandato del presidente. Ese mismo día lo intentaron matar, cayeron bombas sobre el Congreso donde se llevaba a cabo la posesión, dirigidas a ese objetivo por los guerrilleros de las FARC, quienes en otras nueve (9) ocasiones intentaron cegar su vida. No se amilanó, enfocó su accionar a derrotar al enemigo, a generar confianza, a buscar inversión extranjera para crear fuentes de trabajo, empresas y así desarrollar un nuevo modelo de país, orgulloso, confiado y sin miedo.

Los resultados se fueron dando rápidamente; nosotros los ciudadanos volvimos a salir por las carreteras, se obtuvo seguridad y se combatió con fuerza y determinación a la guerrilla.

También fue el único que sometió a negociación a las autodefensas, con quienes firmó el acuerdo de Santafé de Ralito que permitió que cesara el conflicto con ellos; algunos pagaron condena y los que siguieron delinquiendo desde la cárcel fueron extraditados.

Ha sido el único que combatió con éxito a las fuerzas generadoras de violencia, muerte e infamia, y hoy, después de esa lucha, se ve acosado por esas mismas fuerzas amparadas en la legalidad.

Dudas tengo de un juicio justo, sin pasiones y fundado en razones. Es difícil esperar que la verdad triunfe cuando son los bandidos, los condenados, los que cometieron crímenes sean los testigos contra el Expresidente, pero, como abogado que soy, aspiro a que la luz de la verdad prospere y cesen los atropellos.

Ese debate hay que darlo de una vez por todas, tiene argumentos, fuerza jurídica, y la verdad a su favor. No duda nadie que es una persecución política mediática de dos o tres personajes que tienen una obsesión contra el presidente y lo quieren ver derrotado.

La prensa, los jóvenes menores de 25 años que son desconocedores de la historia y movidos por la desinformación, un periodista de revista bogotana y un senador de izquierda, qué harán cuando salga absuelto el Expresidente. Supongo que tendrán que buscar otra infamia para seguir despotricando del país.

Esperemos con intranquilidad, el 8 de octubre, que la indagatoria se realice y que allí los honorables magistrados investigadores no se equivoquen y emitan una orden de captura, que además de injusta es innecesaria… el Expresidente jamás se rinde y menos evade sus responsabilidades.