martes, 8 de octubre de 2019

De cara al porvenir: Antioquia, entre el cielo y el infierno


Por Pedro Juan González Carvajal*

Pedro Juan González Carvajal
En términos geopolíticos, pero sobretodo en términos geoestratégicos, Antioquia es un territorio privilegiado, no solo por su excepcional ubicación, sino, además, por los factores naturales que posee.

No salió del sombrero del mago, aquello de que Antioquia es “la mejor esquina de América”, es que en realidad lo es.

En términos geográficos, Antioquia es el paso terrestre obligado para transitar del subcontinente suramericano hacia Mesoamérica y hacia América del Norte.

De igual modo, su proximidad con el Océano Pacífico y su presencia sobre el Mar Caribe y el Océano Atlántico, la convierte en un nodo logístico de primera importancia y de relevancia mundial, teniendo en cuenta además que Antioquia posee la segunda extensión de costa de Colombia sobre el Mar Caribe, y máxime, cuando su territorio alberga el punto de cruce más importante para ser desarrollado en el presente siglo, de acuerdo con los principios geoestratégicos, como lo es el trazado final de la Carretera Panamericana y el Canal Interoceánico Atrato-Truandó.

Los esfuerzos recientes por desatrasar los grandes proyectos de infraestructura que tienen decenios de espera, como lo son la tradicionalmente llamada Vía al Mar, los túneles que mejorarán la relación distancia/tiempo, el inicio de la construcción del tan anhelado puerto en el Urabá antioqueño, las mejoras en telecomunicaciones, los grandes esfuerzos por mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, hablan a las claras del foco que tiene el departamento de Antioquia para impulsar su desarrollo en el presente siglo.

Las grandes riquezas naturales alrededor de la minería, los recursos hídricos y la voluptuosidad y variedad de su biota, hacen de este pedazo de tierra un territorio rico y diverso.

Todo lo anterior genera un prudente optimismo con relación a los tiempos favorables por venir.

Sin embargo, tiene que verse simultáneamente desde el otro lado de la moneda. Esta valiosísima ubicación geográfica también alienta a los actores que están fuera de la ley para desarrollar sus actividades ilícitas: el contrabando, la trata de personas, la movilización ilegal de armas y de personas armadas, las rutas para la exportación de coca o la importación de los elementos y de los precursores químicos necesarios para esta actividad, o simplemente como escondite o refugio, favorecido por la proximidad a la selva chocoana y al Tapón del Darién.

No entraremos a analizar por el momento, el riesgo que se tiene ante la apetencia que potencias extranjeras puedan llegar a tener por apropiarse de este extraordinario escenario, total o parcialmente.

En este orden de ideas y por ser esta una condición fija, Antioquia deberá aprender a coexistir y desarrollarse, en medio de estas dos realidades ambivalentes.

Solo una cultura de la legalidad y una adecuada educación ciudadana permitirá que florezca la civilización en estos territorios y de esta manera se pueda contener el ímpetu de aquellos que quieran aprovecharse de manera ilegal de este gran patrimonio.

Nota: Por ser un servicio público que todos pagamos, llamo la atención sobre el número creciente de luminarias que no están en funcionamiento en diferentes partes de la ciudad, generando inseguridad y peligro para peatones, vehículos y motos.