Por Pedro
Juan González Carvajal*
Un rápido
recorrido por los aconteceres cotidianos nos muestra un planeta que
verdaderamente no se da un solo minuto de tregua para estar tranquilo. Son demasiados
frentes y de pronto pocos los actores que nos problematizan, pero con el
suficiente poder económico, político y militar para afectarnos a todos y
lamentablemente, con la posibilidad real de desestabilizar el planeta.
Comencemos con
lo verdaderamente importante: hace ya varias semanas los incendios se consumen
la selva del Amazonas, el más grande pulmón terrestre del mundo. Para la
magnitud del problema, han pasado casi desapercibidos los pronunciamientos y
las acciones efectivas de las potencias planetarias. Este es un verdadero
desastre planetario y no lo hemos sabido o no lo hemos querido dimensionar como
tal. Lamentablemente a través de la historia, y no por pensar mal, los
incendios accidentales le han servido a los intereses de unos pocos, a costa de
la destrucción del patrimonio arquitectónico o de las construcciones comunes
cuya ubicación son de interés para algunos, o por otro lado, ante un incendio
consumado, la tierra queda casi lista para ser adecuada para la agricultura o
para la conversión en potreros. ¡Vaya uno a saber! ¿O sí?
La Guerra
Comercial entre China y los Estados Unidos está mal planteada por los
norteamericanos, ya que máximo, el presidente actual podrá aspirar a otro
período, mientras que el Primer Ministro Chino tiene un período vitalicio, lo
cual le permite simplemente, sentarse a esperar, pues es difícil que otro
presidente gringo se ponga a alborotar semejante avispero.
La tensión norteamericana
con Irán parece una relación tormentosa, ya que como en un noviazgo de telenovela
barata, ninguno de los dos se atreve a dar el primer paso para consolidar la
relación o para terminarla de una vez por todas.
Se enturbia el
ambiente con el atentado a las refinerías en Arabia Saudita, infraestructura
vital para la conservación del equilibrio mundial del mercado de los
hidrocarburos que aún se resisten a ser reemplazados. De comprobarse la
hipótesis de que es un atentado iraní, este acontecimiento pone en jaque a todo
el Golfo Pérsico.
Esta situación
se da en un mal momento, pues coincide con el calendario electoral israelí, lo
que podría generar una politización extrema alrededor del tema.
Pero si por allá
llueve, en nuestro país no escampa. Hace años no se veía una campaña electoral
tan sangrienta como la actual. Vamos de mal en peor y lo malo es que a nadie
parece importarle.
Matan
candidatos, matan líderes sociales, matan soldados, matan policías, matan
reinsertados, y no pasan de ser noticia de un día mientras aparece otra noticia
con muertos más frescos. ¡Qué desfachatez!
Nuestro vecino,
lamentablemente continúa en su encrucijada y sigue creciendo el número de
refugiados hacia nuestro país, en un hecho que no tiene antecedentes en nuestra
historia.
Eso sí, ya se
aproxima el final del año, llegan las brujas, las finales del campeonato de
fútbol, las navidades y el Año Nuevo, y todo pasa a un segundo plano.
¡Y mi pueblo
sigue de fiesta!