miércoles, 2 de octubre de 2019

Cuba no los extraditará


Por José Alvear Sanín*

José Alvear Sanín
Desde enero, Colombia reclama a Cuba la entrega de varios de los peores asesinos y criminales del mundo. Por estos días, nuestro ministro de Relaciones Exteriores se ha reunido con su homólogo cubano… y nada, porque La Habana nunca entregará a los guerrilleros y terroristas que están a su servicio. Una y otra vez esgrimirá argucias rabulescas, y una y otra vez Colombia pasará de agache, para conservar las tóxicas relaciones diplomáticas con el régimen estalinista de los Castro.

Todo el mundo sabe que esos hermanos convirtieron un país próspero en uno de los más pobres y miserables del mundo; que su economía es improductiva; que vivieron del envío de soldados cubanos para hacer las guerras africanas de la URSS; que es un Estado mendicante y explotador de sus satélites; que la miseria es tan absoluta como la represión… y sin embargo, todos los países mantienen relaciones con su gobierno, criminal y hasta narcotraficante, haciéndose los que creen en su “normalidad”.

Para entender esto hay que retroceder hasta Lenin. Asediado por las grandes potencias de su época, el fundador de la URSS les hizo creer que había una diferencia entre el gobierno y el partido: el primero regía un país “normal”, que acataba el derecho internacional, mientras el partido era una organización política aparte. Sobre esa falacia se regularizaron las relaciones con el extranjero, mientras el partido se convertía en una monolítica organización subversiva transnacional.

Después de la caída de la URSS, Cuba logró hacerse con Venezuela y Nicaragua, y conquistó su decisiva influencia, en mayor o menor grado, sobre Bolivia, El Salvador, Brasil, Argentina y Chile, para convertirse en un imperio económico vergonzante, pero políticamente poderoso. Aunque ha perdido a Chile y Brasil, está a punto de recuperar a Argentina, y México se le acerca.

La Isla, siguiendo la dicotomía leninista, tiene un gobierno relacionado con los demás países. Y una organización subversiva, el Foro de Sao Paulo, para hacer la revolución en el extranjero, al estilo del Komintern. Al mismo tiempo goza de la simpatía del mamertismo y del antiamericanismo, presentes en todas partes. Está asociada con las potencias rivales de los USA (Rusia, China e Irán), y la Comunidad Europea siempre le coquetea.

En América Latina, los gobiernos democráticos, infiltrados por compañeros de ruta y otros idiotas útiles, mantienen cordiales relaciones con esa dictadura perpetua, hereditaria, de partido único y violadora de todos los derechos.

Colombia nada vende en Cuba y nada le compra, pero mantenemos allí una costosa embajada con varios parásitos, mientras en Bogotá, la bien nutrida Embajada Cubana dispone de centenares de agentes del G-2 y no es extraña al “Estado mayor de la subversión”. Además, tenemos dos guerrillas de obediencia cubana. Algo se combate a una de ellas, pero la otra —bifurcada en aparente “partido político” y presuntas “disidencias”— determina la acción del gobierno con una supraconstitución y una suprajurisdicción.

Mientras el comunismo cubano está en guerra y su próximo objetivo es Colombia, nosotros estamos “en paz” con La Habana. Por culpa de ese trágico acomodo es inocuo seguir respondiendo verbalmente a las agresiones de Maduro, mientras cumplimos con el NAF, dialogamos con las FARC, las financiamos y les damos emisoras, acatamos la JEP y preparamos la Reforma Agraria Integral.

Quien no comprenda que estamos en la mira de una ofensiva calculada hasta en sus menores detalles, puede seguir engañándose con la tranquilizante idea de que “aquí no pasa nada”. Ante la reiterada negativa cubana para entregar a Gabino, Pablito y amigos, Colombia ahora dizque considera “llamar al embajador a consultas”, respuesta inútil e inofensiva, pero la única que era de esperarse de un gobierno incapaz —como los anteriores— de eliminar esa perjudicial relación asimétrica, de la cual solo podemos esperar lo peor.

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¡Yo estoy convencido de que Cuba, al mirar lo que realmente está sucediendo en Venezuela, debería salirse, en términos de dejar de darle su apoyo a Maduro!

—Iván Duque Márquez, septiembre 27 /2019