martes, 27 de agosto de 2019

De cara al porvenir: la fortuna


Por Pedro Juan González Carvajal*

Pedro Juan González Carvajal
Azar, suerte, buenos vientos, favorabilidad de ciertas condiciones, hado, sino, ventura, casualidad, signo, estrella, suceso, acaso, rueda, vicisitud, son todas aproximaciones a aquello que en lo cotidiano denominamos como buena suerte.

Para Maquiavelo, la fuerza, los recursos y la fortuna son la tríada que debe poseer el Príncipe para poder aspirar a salir triunfante, sin que el acceder a estos atributos, garantice la victoria.

En el mundo empresarial se habla de la acción empresarial como los esfuerzos conscientes que hace el equipo de trabajo con los recursos que tiene disponibles para vencer las dificultades y sacar adelante los resultados esperados, y otra cosa es el evento empresarial, que son aquellos acontecimientos sobre los cuales no se tiene control, pero que, de acontecer, pueden favorecer o perjudicar lo que la empresa está intentando conseguir por su propio esfuerzo.

En el mundo real hay humanos que cuentan con suerte desde su nacimiento, y otros a quienes las afugias los acompañan durante toda la vida, sin entrar en el análisis de si el uno será más feliz que el otro.

Iniciar la vida en “cuna de oro” da cierta ventaja indiscutible, que algunos sabrán aprovechar mejor que otros. Por su parte, existen personas capaces de sobreponerse a todas las condiciones desfavorables posibles y alcanzan el éxito.

El destino puede ser entendido como el entramado de acontecimientos que rodean el devenir de la existencia y es posible que cada persona sea consciente total o parcialmente de esta compañía y sepa responder, reaccionar o proaccionar ante estas circunstancias.

Nuestro gran Egan Bernal se fracturó la clavícula y no pudo asistir al Giro de Italia. Froome tuvo un accidente y no pudo asistir al Tour de Francia. Egan se recuperó y participó en el Tour de Francia, en el cual no estaba previsto que participara y se lo ganó brillantemente. Ahí están las circunstancias y uno las aprovecha o no.

Bajo otra perspectiva, eso sucede a nivel de las sociedades humanas. Colombia es un país riquísimo en recursos naturales, tiene una privilegiada ubicación geográfica, la mayoría de su gente es buena y trabajadora, pero unos pocos se han encargado de administrarla mal, de robársela y de mirarla como botín personal.

Sin embargo, la pasividad de la gente buena se convierte fácilmente en complicidad. Una cosa es que yo no robe y otra que no me duela ni me interese que saqueen a Colombia, mi mal querido y mal administrado país.

Se peca por acción y por omisión y aquí hay pecadores en todos los bandos.

Mientras no tengamos una justicia que funcione, que tenga dientes, que sea operativa y oportuna, no será suficiente que pensemos en una justicia reformada que incluya cadenas perpetuas o penas de muerte, pues ante la consuetudinaria impunidad, aquí no pasará nada.

Pasando a otro aspecto, importante noticia mediante la cual se informa que, a junio 8 de este año, las utilidades de Ecopetrol ascienden a 6.2 billones de pesos. Hay que tener en cuenta que estos buenos resultados, así como si fueran malos, no corresponden a una buena o mala gestión, sino al vaivén de los precios internacionales, debido a factores geopolíticos y geoeconómicos sobre los cuales un país como Colombia no tiene injerencia.

Como en sus mejores épocas expansionistas, el presidente Trump anuncia que quisiera comprar a Groenlandia, tal como sucedió con Alaska en 1867, cuando por 7 millones de dólares se la compraron a los Zares Rusos. Recordemos que, en 1946, recién terminada la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos le ofrecieron 100 millones de dólares a Dinamarca por este territorio, de importancia geoestratégica capital si se llegara a derretir el Ártico.