Por Antonio Montoya H.*
El por qué nuestra sociedad, la colombiana, debe y tiene que
estar sufriendo, por causa de la falta de acción del Congreso colombiano, que impávido
ve pasar el tiempo y no reacciona frente al clamor ciudadano, al dolor y a la
angustia de miles de familias víctimas de varios flagelos abominables que
atentan contra la convivencia ciudadana, la moralidad, las buenas costumbres y
al sufrimiento de la víctima. Ellos guardan su dolor, la infamia, ocultan su humillación
toda una vida hasta que agobiados no aguantan y sacan a la luz pública su tragedia
como una forma de liberación.
Varias mujeres en el Congreso de la República han propuesto
desde la pena de muerte hasta la cadena perpetua para algunos delitos atroces.
Hoy quisiera manifestar que un alto porcentaje del pueblo
colombiano quiere la pena de muerte para delitos como el secuestro, el
homicidio, la violación a menores de edad, la violencia contra la mujer y la
violencia familiar que son delitos que afectan de manera grave y directa a las víctimas.
Qué importante sería mirar a la luz del derecho, de la
disciplina y el orden social, si esos delitos que violentan la dignidad del ser
humano deberían ser objeto de condena y pena de muerte para que entiendan que
el delito tiene consecuencias, que la sociedad no está abstraída simplemente
viendo el delito, sino que clama por la justicia verdadera, la que genera
consecuencias, que castiga, condena y saca de la sociedad a aquellos que en
forma permanente atentan contra la dignidad, el honor y el respeto por las
normas legales.
Quisiéramos que entendiéramos que hoy estamos aportas de que estén
en la calle más de diez y siete mil violadores (17.000), y unos dos mil
quinientos (2.500) que están próximos a salir de la cárcel, no propiamente para
contribuir al desarrollo y a la convivencia. Saldrán como aves de rapiña, serán
como depredadores listos a cometer actos delictivos contra el primero que se
les atraviese y entonces volverán a la cárcel, pero después de reincidir, de
iniciar nuevamente el camino de la ofensa y del delito.
Debemos recordar que los Garavitos, este conocido asesino y
violador, y otros muchos, sin vergüenza, ni verdadero arrepentimiento, con innumerables
delitos a cuestas, tarde que temprano saldrán a recorrer los pueblos y veredas
para violar y matar niños.
Desde el año pasado 2018, el presidente ha solicitado acción
para aprobar la cadena perpetua para estos delitos de violación, pero el Congreso
ha sido impávido a esta petición, dilatan hasta que se hunden por término de legislación
y ahora no asisten a la plenaria. Son unos absolutos y totales irresponsables,
dan grima y no podemos esperar nada de ellos.
La historia de la humanidad ha tenido que ir controlando la
delincuencia y la violencia de muchas formas. Legislar fuertemente, aun con
pena de muerte, sobre estos temas no es volver al pasado, es simplemente
analizar la realidad y tomar decisiones, de lo contrario los niños y niñas de Colombia,
las mujeres, los ciudadanos de bien, no tendremos seguridad, ni tranquilidad,
las violaciones aumentarán, el feminicidio se multiplicará, los secuestros
continuarán y la ausencia de ley, de justicia será más evidente.
Evitemos a toda costa que volvamos a épocas pasadas de aplicar
sentencia por la propia mano porque entonces vendrá el caos.
Exijamos a través de redes sociales, artículos, prensa, radio,
tv y todas las formas de difusión que la justicia debe prevalecer y que los
delincuentes, actores de los delitos mencionados, deben o ser condenados a la
pena de muerte o condenados a cadena perpetua.