Por Andrés de Bedout Jaramilllo*
El
papel que desempeñamos los abogados en la sociedad es de vital importancia y si
la sociedad colombiana esta en crisis, muy buena parte de la culpa la tenemos nosotros.
Si
miramos las profesiones de quienes nos gobiernan en las tres ramas del poder
público: legislativo, ejecutivo y judicial; más los órganos de control:
contralorías, procuraduría, personerías, superintendencias, inclusive las emprases
del sector privado, entre otras organizaciones, los responsables somos de
profesión abogados ya que nuestra formación es tan amplia, que servimos en
todos los campos.
Es
que a nosotros los abogados nos formaron para manejar el estado en su sector
público y privado, nos formaron para dar ejemplo de honradez, de pulcritud, de
humildad, de equidad, porque se supone que conocemos las leyes y todas las
motivaciones que las originaron, donde básicamente la distinción entre el bien
y el mal, lo bueno y lo malo, son su fundamento.
Queridos
colegas qué nos está pasando, no le estamos cumpliendo a la sociedad, la
estamos perjudicando, estamos haciendo quedar mal a las universidades que nos
formaron, unos delinquiendo y otros no denunciando a los abogados que se
comportan mal, pecando por acción y por omisión.
La
cantidad de manzanas podridas en el gremio de los abogados es bien numerosa y
esas manzanas podridas hay que separarlas, quitarles la tarjeta profesional,
para que no puedan ejercer la profesión, ni ocupar cargos ni de elección
popular ni de nombramiento, ni en el sector público ni en el sector privado, donde
dentro de los requisitos exigidos está el de ser abogado.
La
mayoría de congresistas, diputados y concejales, son abogados, la mayoría de
alcaldes, gobernadores y presidentes, son abogados, todos los jueces,
magistrados, procuradores, personeros, contralores, fiscales, superintendentes,
defensores públicos y privados, etc., son abogados. Y si nos ponemos a mirar
los niveles de aceptación que en las últimas encuestas tienen las entidades
donde la mayoría son abogados, son muy bajos, mejor dicho, dan pena y la
consecuencia directa la paga la sociedad colombiana, no hay justicia oportuna y
lo peor, no todos los colombianos tienen acceso a la justicia. Sin justicia no hay democracia, no hay
equidad, no hay Estado.
Las
facultades de derecho de las múltiples universidades que hay en el país y que
seguramente tienen súper estudiado el tema, tendrán que ponerse de acuerdo en
los ajustes, sobre todo éticos y morales, que deben incluir en su pensum.
Los
colegios de abogados, deben aglutinarlo a todos y contar con una especie de
tribunales de honor que permitan recomendar, al Consejo Nacional de la
Judicatura y a las entidades que sean competentes, los listados de los colegas
a los que se les debe retirar la tarjeta profesional.
Yo
no sé que estamos esperando para que la reforma a la justicia sea materia de
urgente atención en la Presidencia y en el Congreso de la República, al igual
que la unificación de normas en los códigos correspondientes. Entiendo por
ejemplo que los códigos civil y de comercio, están listos, para que los
congresistas y el gobierno nacional se pongan de acuerdo y los saquen adelante.
Inclusive entiendo que los códigos penal y de procedimiento penal, también
están prácticamente listos para el estudio de los congresistas. Es como si en
el ejecutivo, en el legislativo y en el judicial, la mayoría de los que de eso
viven, y muy bien pagados, no fueran abogados responsables, capacitados y
educados para sacar adelante estos fundamentales temas para el funcionamiento
del Estado.
Yo
no sé cuántos abogados somos, pero nos debían de someter a todos al polígrafo;
no más dilaciones, el Estado se está acabando en nuestras manos, qué
irresponsabilidad.