jueves, 6 de junio de 2019

Vigía: narcotráfico y el nuevo ciclo de violencia


Por John Marulanda*

Coronel John Marulanda
Que las FARC y el ELN están delinquiendo como narco organizaciones armadas transnacionales, es un hecho cantado hace rato por los militares, la policía, la fiscalía y los Estados Unidos. Sin pausa, estas organizaciones narcoterroristas desarrollan una estrategia mancomunada que mezcla astutamente los postulados de Lenin y los de El Chapo: “revolución” con flujos financieros instantáneos para la conformación de una nueva élite política, de una burguesía criminal, como en Venezuela.

Alias Gentil Duarte está fortaleciendo un corredor estratégico que por el oriente llega hasta las fronteras de Venezuela y Brasil, y por el occidente hasta la frontera colombo-ecuatoriana y el Pacífico. Es un nuevo Frente Sur-Oriental con la participación de alias Iván Marques, El Paisa y otros negacionistas de los acuerdos de Santos. Con o sin disfraz político, el cartel de las FARC está apoderándose del sur del país mientras el ELN, otra banda narcocriminal con su gerontocracia segura en Cuba, está afianzando su poder en el norte desde la Guajira, Catatumbo y Arauca, al oriente, en coordinación con las fuerzas militares venezolanas, y hasta Chocó y Panamá, al occidente, con salida al Pacífico de más de la mitad de la cocaína que producimos.

En ambas franjas, al sur y al norte, cocaína, oro, coltán, extorsión y control territorial son el accionar de los llamados Grupos Armados Delincuenciales o Grupos Armados Residuales, que nuestra fuerza pública trata de debilitar mientras se defiende de los ataques internos y externos de camaradas interesados en disminuir esta cautelosa ofensiva. A estas alturas, pues, el avance del narcotráfico, el mayor serio problema de seguridad nacional, es abrumador debido a una justicia enredada, disfuncional y a la paquidermia de un Estado legalista, maniatado para tomar medidas drásticas.

Comentaristas del conflicto, algunos muy jóvenes e inexpertos, otros viejos y adictos al marxismo-leninismo, desvían la atención o desnaturalizan los hechos, empleando palabras de la llamada “pos verdad”, aunque la opinión pública sigue negándole credibilidad, fuerza moral, a los turbios acuerdos habaneros y a la desprestigiada JEP. Los ciudadanos piden, no venganza como dicen el nobel de marras y sus conmilitones, sino justicia.

Los últimos atentados terroristas urbanos y los crecientes indicadores de homicidios registrados hasta hoy, indicaría que un nuevo ciclo de violencia está empezando, tal como lo habíamos advertido desde hace varios años. Algo que los mamertos quieren endilgar a una arremetida ideológica, pero que es en realidad una lucha despiadada por los dineros del narcotráfico.